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CATÁSTROFE SOCIAL

Denuncia de las asociaciones de vecinos: “En Cádiz se pasa hambre”

Vacías, peor que en esta foto, se encuentran actualmente las estanterías del Banco de Alimentos, que abastecía a los colectivos vecinales de la provincia.

Vacías, peor que en esta foto, se encuentran actualmente las estanterías del Banco de Alimentos, que abastecía a los colectivos vecinales de la provincia. / Jesús Marín

No es una metáfora ni tampoco una hipérbole. En Cádiz se pasa hambre. Miles de personas, entre ellas niños y mayores, pero también jóvenes y no tan jóvenes. Hombres y mujeres, vecinos y vecinas nuestros. No hablamos en este caso de personas sin hogar. Hablamos de pensionistas y trabajadores empobrecidos por culpa de míseros salarios, muchos congelados desde hace años, que ya no alcanzan ni para la mitad de la cesta de la compra. De parados de larga duración a quienes ya se les agotaron todas las ayudas disponibles. De sus nietos y de sus hijos. Todos se han quedado sin el imprescindible y regular sustento que les brindaban desde las asociaciones de vecinos. Porque todas sin excepción, del Mentidero a Puntales, de la Viña a Cortadura, de Santa María a Astilleros, se han quedado sin las provisiones básicas con las que les abastecía el Banco de Alimentos. También sin las de Cruz Roja.

Una catástrofe social inadmisible e insoportable que sólo remedian ahora mismo la solidaridad familiar, la generosidad de algunas personas y entidades privadas y los comedores sociales. Una dura y extrema situación que está generando la falta de previsión y de agilidad política y administrativa en el cambio de un modelo de ayuda directa o otro de ayuda indirecta que se demora ya más de un año. Porque con el anterior modelo, los bancos de alimentos abastecían a los colectivos, que los distribuyen entre las personas vulnerables, gracias a fondos europeos. Retirados estos fondos, con el nuevo modelo, el de las tarjetas monedero, que se financiará con otro programa de la Unión Europea y gestionará Cruz Roja, solo las personas con menores a su cargo dispondrán de 130 a 220 euros mensuales para realizar sus compras. Pero las tarjetas monederos, que debían haber arrancado ya en este mes de abril, siguen inactivas y cuando lo estén, dejarán fuera a quienes ni son padres ni tutores de menores, entre los que hay muchas personas mayores.

En Cádiz, el primero en volver en dar la voz de alarma sobre esta situación insostenible fue José Gaviño, presidente de la Asociación de Vecinos de los Antiguos Terrenos de Astilleros. Desde hace años, el colectivo reparte alimentos básicos entre unas 2.300 personas. La última semana del pasado mes de marzo se quedaron absolutamente sin nada y lanzó un SOS a través de sus redes sociales pidiendo leche, aceite y potitos, llamada de socorro de la que se hizo eco este periódico. De la suya y de la desesperada del propio Banco de Alimentos, que es donde arranca el problema. De momento, Gaviño consiguió que la Fundación Pascual reforzase el envío de raciones de comida preparada con el que contribuyen desinteresadamente desde hace años y leche para bebés. Pero nada más.

Muchas de las personas atendidas por la asociación son mayores y sufren enfermedades que les impiden cocinar. De hecho, además de unas 700 bandejas de comida preparada a la semana, el colectivo ha repartido decenas de hornos microondas. A esto hay que añadir toneladas de alimentos perecederos y no perecederos. Ya no les queda nada. “Esta mañana he llamado a una almazara de la Sierra de Cádiz para preguntar a a cuánto nos dejan el litro de aceite de oliva, pero está por las nubes, a nueve euros el litro y con nuestros recursos no nos llega”, lamenta José Gaviño. En esta última semana, recibieron un cargamento de leche procedente de recursos propios del Banco de Alimento. Pero nada más. Y están pendientes del resultado de la colecta que tiene en marcha el Club de Gimnasia Rítmica Kandela y de la que activará el Grupo Scout Flor de Lis, con sede en la asociación. Pese a su ingente labor, José Gaviño lo tiene claro: “En Cádiz se pasa hambre, sin duda”, sentencia el representante vecinal, quien resalta el trabajo del Banco de Alimentos, “que están continuamente también al pie del cañón, hasta los límites que les permiten las donaciones y las grandes recogidas, en las siempre estamos presentes las asociaciones”.

La situación es similar en el resto de las asociaciones de vecinos, asegura Pilar García, presidenta de la Asociación de Vecinos Fuerte de Puntales y de Vecinos de Cádiz-Federación 5 de abril, que aglutina a la mayor parte de estos colectivos en la capital gaditana. “La gran mayoría de las asociaciones de vecinos repartíamos alimentos, unas a través del Banco de Alimentos y de Cruz Roja. La problemática es la misma en todos los barrios, aunque obviamente en unos hay más necesidades que en otros: no tenemos nada, la gente viene pidiendo y no tenemos qué darles; no sabemos apenas nada de las tarjetas monedero, así que la gente que necesita esta ayuda está muy perdida y bastante jodida”. En la asociación de vecinos de Puntales atienden a 42 familias compuestas por 150 personas. Entre ellas hay de todo: octogenarios, trabajadores que se han quedado en paro, madres que sostienen en solitario a sus hijos… “El Ayuntamiento sabe de esta problemática, pero nos dicen que ya hay otros recursos, como la tarjeta monedero, aunque están contra” de este nuevo sistema, responde Pilar García a la pregunta de si desde los colectivos vecinales han solicitado ayuda municipal.

En la Asociación de Vecinos de La Viña atendían a unas 200 familias, a unas 1.200 personas, entre quienes distribuían galletas, arroz, pasta, legumbres, tomate y alguna que otra conserva cada 15 días, cuenta Catalina, Nina, Cárdenas, su presidenta. 18 años lleva repartiendo comida. Ya hace mucho que no lo hacen y a finales de marzo apenas les quedaban unos restos de la última partida que recibieron. “Y siguen viniendo y lo único que podemos hacer es recomendarles que se acerquen al local que tiene Cruz Roja en la Plaza de la Merced”, lamenta Nina. “Son familias con ingresos de solo 500, 600 u 800 euros a quienes no les llega para lo básico. O parados, a quienes lo único que les queda son 480 euros. O pensionistas, con apenas 500”, explica. En los casi 20 años que lleva repartiendo alimentos básicos, Catalina ha observado que la necesidad se ha incrementado en los últimos años, sobre todo a partir de la pandemia.

En la Asociación de Vecinos de Cádiz Centro no reparten alimentos. “A las personas que lo necesitan las derivamos al comedor social de Virgen de Valvanuz, que están más preparados que nosotros para atender estos casos”, aclara Paco Gómez. “Además, reparten alimentos para llevar a casa entre las familias de forma más discreta”, añade. Pero no le cabe la menor duda de que el hecho de que el Banco de Alimentos se quede sin existencias “es un fracaso de las administraciones; algo esta fallando en la sociedad y en la administración, por supuesto, y alguien debería tomar cartas en el asunto”.

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