En cuestiones relacionadas con la migración, la sociedad gaditana está muy sensibilizada. Y su Iglesia también. El responsable de este área en la diócesis, Gabriel Delgado, ha puesto de relieve el trabajo que desde el Obispado se viene haciendo al menos desde hace 25 años en la atención a las personas migrantes que llegan a la diócesis o que residen en ella. “La Iglesia ha trabajado y trabaja mucho, y ha ayudado mucho a esa sensibilidad que hay en la sociedad hacia este problema”, ha afirmado Delgado.

Y como muestra un botón. El pasado año 2019, la diócesis atendió a un total de 3.564 migrantes por medio de los distintos servicios y recursos que mantiene la Iglesia. De ellos, 332 fueron acogidos a través del proyecto de ayuda humanitaria que ejecuta la asociación Cardijn en el centro Tartessos (en la esquina de Trille con la Avenida Juan Carlos I).

Otro equipamiento diocesano que atiende a migrantes es el centro San Antonio, en Ceuta, donde el Obispado ha alertado de que más de la mitad de las personas atendidas el pasado año fueron niños, “lo que nos preocupa mucho porque ellos son los más vulnerables”, ha expuesto la responsable del Área Social de Inmigración del secretariado diocesano de Migraciones, Ana María Rizo.

Más de noventa son las nacionalidades distintas que hoy en día conviven en la diócesis. Según el balance del Secretariado de Migraciones, las más representativas en la acogida humanitaria que se realiza en Tartessos son Guinea Conacry, Mali, Egipto y Senegal. No obstante, si se amplía el foco de acción a los distintos programas de atención social que desarrolla el Obispado, destacan países como Marruecos, Honduras, Bolivia, Colombia, Venezuela, Guinea Conacry, Senegal y Mali.