Tres décadas de lucha contra un estigma
Barrios como el Cerro del Moro o Santa María llevan desde los años 80 conviviendo con la droga. Una lacra que ha vuelto con fuerza en estos tiempos de crisis
Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que los ciudadanos se manifestaban contra los narcotraficantes. Era la década de los 80 y los vecinos de Santa María clamaban contra los que arruinaban la juventud de su barrio ante todo aquel que quisiera prestarle oídos. "Barrio, hay un caballo maldito en mi barrio...", tronaban los pasodobles de las comparsas más populares. Entonces eran la heroína y el hachís las drogas que centraban la lucha policial. Hoy, más de tres décadas después, han cambiado los rostros de los protagonistas pero poco más.
"De aquella época ya no queda casi nadie. La droga se movía sobre todo en barrios como el Cerro del Moro y Guillén Moreno, pero luego saltó a Puntales y Santa María", recuerda un policía de aquella época ya retirado y que integraba la unidad de Seguridad Ciudadana. "Nosotros íbamos de uniforme a prestar ayuda a los compañeros de Judicial, que eran los que iban de paisano y llevaban el peso de las investigaciones. A Santa María solíamos mandar a los nuevos, porque los camellos nos conocían de cara por la calle y no había forma. Ponían vigilancia por todas las calles del barrio y en cuanto que aparecían daban la voz de alerta".
Tanto fue el volumen de tráfico de droga de aquella época, que la Policía Nacional llegó a coordinar actuaciones con Guardia Civil y Policía Local para realizar redadas conjuntas en Santa María. "Entrábamos todos a la vez por las diferentes calles del barrio para intentar cogerlos in fraganti. Era la única manera, pero a la vez era peligroso. Cuando nos veían tiraban las papelinas por el suelo. A veces daba hasta miedo entrar por esas calles. La presencia policial les daba a los vecinos tranquilidad, pero cuando conseguíamos acabar con un punto de venta se trasladaba a otro lugar. Eso ha pasado toda la vida", dice el agente.
Uno de los traficantes más activos en Santa María era conocido como El Tapón, que movía muchísima droga. Al igual que ocurre hoy día, aquellos narcos se pasaban media vida entrando y saliendo de la trena. 30 años después, el paisaje no ha variado demasiado, lo que supone sobre todo un fracaso de las políticas más que de los cuerpos de seguridad del Estado.
Vecinos del Cerro del Moro que vivieron aquella época en sus años mozos reconocen la inseguridad que existía entonces. "El barrio ha cambiado ahora mucho. Pero entonces zonas como las calles Grazalema o Trafalgar eran temibles. Mi padre me esperaba asomado a la ventana cuando volvía tarde del instituto por miedo a que me dieran un palo. Ahora ya no vivo allí, pero, por lo que me cuentan antiguos vecinos creo que ha cambiado bastante la cosa", nos dice Juan Antonio, que vivió hasta que se casó en el Cerro.
Ese cambio del que hablan los vecinos es sin duda resultado de las seis primeras fases de la rehabilitación del barrio llevado a cabo por la Junta de Andalucía, que propició el derribo y la posterior construcción de nuevos bloques de viviendas e hicieron más complicado el trapicheo. Quedan pendientes la séptima y la octava fase, que acabarán con la imagen de viviendas con puertas y ventanas selladas con ladrillos para evitar que los toxicómanos entren.
Los integrantes de las asociaciones de vecinos del Cerro del Moro, Puntales, Loreto, Guillén Moreno o Santa María también han realizado una labor importante, pero tanto ellos como la propia Policía reclaman políticas de integración social que den una segunda oportunidad a las personas que quieren escapar de esa espiral de dependencia.
Lo curioso es que en los últimos meses se ha experimentado un repunte en el consumo que se ha traducido en la repetición de imágenes que se creían olvidadas. "Hay toxicómanos que están ocupando viviendas o solares para pincharse, como hacían antiguamente, es como si no se hubiera avanzado nada en esta materia en los últimos años", dice un vecino de la zona de los Callejones, en el corazón de la Viña.
Así pues, el escenario ha cambiado en algunos casos, pero la lucha contra el menudeo no ha perdido actualidad.
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