Cuentos para dejar de contar cuentos sobre la raza en los centros educativos de Cádiz

EDUCACIÓN EN VALORES

Escrito por Hilda Martín y editado por el Servicio de Publicaciones de la UCA, el libro ‘Almas de colores’ supone una atractiva herramienta de trabajo por la igualdad dentro de las aulas

Estos relatos van dirigidos a la formación tanto de alumnado como de profesorado

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De izq. a dcha.: Mª Jesús Paredes Duarte, Amanda Yan Palacios Paredes  e Hilda Martín García, en la hemeroteca de 'Diario de Cádiz'.
De izq. a dcha.: Mª Jesús Paredes Duarte, Amanda Yan Palacios Paredes e Hilda Martín García, en la hemeroteca de 'Diario de Cádiz'. / Jesús Marín

Cádiz/Durante la conversación mantenida con Diario de Cádiz por la publicación de su último libro, insiste la escritora Hilda Martín García en que “la raza no existe, ni científica ni antropológicamente”, y sella la máxima aludiendo a su visión como docente. “Siempre he pensado que se trabaja mal el racismo en las clases. Preocupa mucho hablar del racismo cuando de lo que tendríamos que hablar es de que la única raza, si existiera alguna, es la humana y, por tanto, todos pertenecemos a la misma clase, a la misma especie”, explica tajante.

Con el objetivo de, precisamente, “trabajar el racismo en las aulas de otro modo” y, por consiguiente, fomentar y anclar “el sentimiento de pertenencia” hacia sus países de origen de aquellos menores que, por procesos de adopción u éxodos migratorios, recalan en nuestras familias, centros educativos o entornos, la autora e historiadora gaditana ha decidido poner en marcha un proyecto educativo y literario que busca convertirse en una eficiente y atractiva herramienta de formación, tanto para alumnado como profesorado, con la que encarar y comprender la diversidad del mundo que nos rodea.

De existir alguna raza, sería la humana. Todos pertenecemos a la misma clase” — Hilda Martín García - Escritora e historiadora
Hilda Martín García.
Hilda Martín García. / Jesús Marín

La obra Almas de colores. Cuentos para trabajar el racismo en el aula, editada por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz (UCA) –en la colección Caminos abiertos– y bajo la supervisión de Ester Trigo Ibánez y María Jesús Paredes Duarte, posee el loable cometido de cerrar para siempre la tapa de aquel cuento sobre la raza que tan profundamente asumido tenemos y que remite a “la ciencia del siglo XIX”, aclara Hilda Martín.

Permite además al lector más joven ensalzar el poder del origen, no solo como configuración geográfica y sentimental, sino como escudo tras el que protegerse de agresiones movidas por la incomprensión, la incultura o la pura maldad. “Si estos niños son capaces de ver el valor de la tierra de la que proceden, podrán sentirse más fuertes y luchar contra los que creen que son la porquería que viene de los sitios donde solo hay guerra, hambre y enfermedad. Hacerles ver que su tierra es impresionante, que proceden de lugares bellísimos, riquísimos, llenos de tesoros”, desarrolla.

Portada del libro 'Almas de colores. Cuentos para trabajar el racismo en el aula'.
Portada del libro 'Almas de colores. Cuentos para trabajar el racismo en el aula'.

Y, por último, dirigir también esta tarea pedagógica al profesorado. “Algunas editoriales querían publicar este libro como un álbum ilustrado, como obra de adultos, pero yo quería que fuera para los profesores, los colegios, desde la vocación de gente que trabaja enseñando a otros para enseñar. Son las personas más necesitadas de aprender a trabajar el racismo en el aula”, especifica Martín. La intención –abunda– “no es que tú los leas e interpretes, sino que el profesor esté formado. Por eso, el libro lleva esa propuesta didáctica tan increíble que ha hecho Ester”, detalla sobre el material complementario incluido, que aporta más recursos aún al ya primoroso contenido de la obra.

Uno de los centros educativos interesados en implementar las enseñanzas de Almas de colores es el IES San Severiano, que “lo va a incluir en primero de ESO y lo están pensando para segundo. Lo presentarán a los alumnos en el Día del Libro”, anuncia Martín.

Almas de colores. Cuentos para trabajar el racismo en el aula ya se encuentra disponible en librerías y en la tienda virtual de la Editorial UCA: tiendaeditorial.uca.es. Las bellas ilustraciones que dan lustre a los relatos corresponden a Amanda Yan Palacios Paredes, una joven de 16 años y estudiante de la Escuela de Arte de Cádiz.

Orgullo de pertenencia

Al explicar el propósito del proyecto, Hilda Martín señala una realidad tan interiorizada como desgraciadamente actual. Asegura que “por encima de la inmigración está el racismo. Mientras haya niños de colores, como yo los llamo, va a haber movimientos racistas contra ellos porque, mal que nos pese, es algo implícito en el ser humano, por una mala educación y un fomento del desconocimiento de lo que es la raza”.

Desde su experiencia de 30 años como educadora, Martín García cuenta que “por mis manos han pasado muchos niños, desde infantil hasta bachillerato, y tú detectas que hay un cierto rechazo a alguien que viene de fuera y parece que va a usurpar un sitio que es tuyo y que a ti te pertenece, porque perteneces a esa clase social elevada que necesita esta tierra blanca y rubia. Cada niño que venía de fuera –prosigue– parece que nacía de un huevo, que no tenía unas raíces, que su país no tiene cultura, que infinitamente está en los márgenes de la clandestinidad, ya sea en la patera en el Estrecho, en el Río Grande o en la concertina”. En este sentido, la autora asegura que “en el aula se debe trabajar en la diversidad en tantas velocidades como niños haya y necesidades tengan”.

Entre esas necesidades detectadas emerge el “educar en la igualdad desde la denominación de origen que nos hace a todos importantes. ¿No lo es la del jamón o el aceite –compara Martín–? No hay nada mayor para crecer que tener un sentimiento de pertenencia y a estas personas se lo hemos anulado. No se trata de un nacionalismo barato o extremista, sino de tus raíces”, aclara la escritora al respecto.

El IES San Severiano va a implementar este material en el nivel de secundaria

Para elevar dicho orgullo a un lugar en el que nadie lo pueda mancillar, Hilda Martín se alía en esta empresa con Ester Trigo y María Jesús Paredes. Recuerda que “en unos talleres de didáctica de la lengua que Ester dio para profesores en el Colegio Argantonio –del que Martín fue enseñante y jefa de estudios–, salió el tema de trabajar en el aula la igualdad. Yo tenía escritos los dos primeros cuentos, sobre América, y al cabo del año, me la volví a encontrar, nos reunimos y lo planificó todo. Contactó con María Jesús y surgió la idea de aumentar los cuentos. Ellas vieron conveniente enriquecerlos con temas de candente actualidad”, resume Martín.

Con la rueda ya engrasada para rodar, la autora pensó que “la mejor manera de que estos cuentos llegaran a los demás era que estuvieran ilustrados desde dentro. Me encantaron las primeras propuestas de Amanda, como la de unir al niño de Mali con los baobabs y suponer lo que significa el baobab en el mundo subsahariano, esa pata de elefante que no puede caminar, un árbol que tiene raíces hacia el cielo. Estoy haciendo otro proyecto y me gustaría que Amanda también lo llevara”, adelanta.

Sobre el área artística de la obra, Amanda Yan Palacios, hija de María Jesús Paredes, comparte que “mi madre y yo empezamos a leer juntas los cuentos de Hilda para sacar información y ver qué visión le daba yo. Después me puse individualmente a sacar información de los países y empecé a plantear los dibujos. Me gusta mucho dibujar y me gustaría dedicarme a ello”, admite.

Narrar la experiencia

Hilda Martín ha sufrido en carne propia el rechazo a la piel ajena en la de sus hijos, cuya presencia sobrevuela las dos partes que forman el primer cuento del libro, La mamá que llegó del océano, al que le siguen El papá que atravesó el desierto, La mamá que cruzó el río Bravo, Los niños del Egeo y La niña de la Gran Muralla, este último de gran calado también para María Jesús Paredes y Amanda Yan Palacios.

Aunque Martín opina que “la mayor dureza del racismo es hacia los negros”, Paredes rebusca en su memoria reciente: “Recuerda de dónde vino la pandemia de covid”, exhorta. La también exprofesora del Máster de Formación del Profesorado de la UCA relata así que “por la calle una señora le dijo a Amanda que tenía la culpa de que la gente se estuviese muriendo aquí. Y ella tiene compañeras a las que les han cerrado las puertas de la clase, diciéndoles que no podían entrar”. Una desvirtuada consecuencia de la globalización que “no ocurría cuando mi madre iba al colegio porque no había nadie de otro lugar. Ahora de veinte niños en el aula, cuatro son de otra procedencia”, manifiesta.

Hay que normalizar lo que es ya habitual, la diversidad dentro de las aulas” — María Jesús Paredes Duarte - Editora
María Jesús Paredes Duarte.
María Jesús Paredes Duarte. / Jesús Marín

Episodios alentados por el miedo que llevan a la editora de Almas de colores y responsable, además, del blog Chino para principiantes a reflexionar sobre el racismo y los discursos de odio. Ejemplifica contando que “en la asignatura del máster tengo recogidas noticias que han salido sobre profesores a los que se les han abierto expedientes y expulsado por usar insultos racistas en institutos”.

Aunque ambas, autora y editora, están curtidas en mil batallas al haber sido madres adoptantes, Martín se muestra esperanzada con “los jóvenes de hoy, que son gente superbuena, con empatía, dispuestos a ayudar, que se entregan y que admiten las críticas. Si hay jóvenes así es porque se ha trabajado con ellos”, incide.

En el colegio, algunos niños tenían curiosidad conmigo más que otra cosa” — Amanda Yan Palacios Paredes - Ilustradora
Amanda Yan Palacios Paredes.
Amanda Yan Palacios Paredes. / Jesús Marín

Como reto de futuro en la enseñanza, Hilda Martín cree que “el profesorado debe formarse en valores, igualdad y empatía”, mientas que María Jesús Paredes menciona que “hay que normalizar las cosas que ya son habituales, la diversidad en las aulas”. Una normalización que encuentra en la figura de su propia hija el mejor testimonio posible. “No sé si he tenido suerte o es por la educación que me han dado mis padres, pero siempre que me han contado la historia de cómo fueron a China y me adoptaron, lo han normalizado. En el colegio, algunos niños tenían curiosidad conmigo más que otra cosa”, relata Amanda Yan Palacios.

Lectura y análisis

La existencia de Almas de colores la justifica Ester Trigo Ibáñez explicando que “no hay más que consultar la prensa diaria para detectar una falta de empatía, de tolerancia con el colectivo inmigrante”. Así, la obra, al igual que el fenómeno migratorio, abarca “temas transversales que podrían abordarse desde Lengua Castellana y Literatura, Ciencias Sociales, Educación para la Ciudadanía o Valores Cívicos”. Por ello, ha sido responsabilidad de esta especialista en Didáctica de la Lengua y la Literatura completar los cuentos con una guía de lectura para el trabajo conjunto y reflexivo.

Destaca que “el proceso de mediación lectora no se puede realizar correctamente si antes de la lectura no se activan conocimientos previos, se fomenta la curiosidad sobre el libro…; si no se acompaña a los estudiantes y se les ayuda a desentrañar el mensaje inserto en el libro; si después no se reflexiona, no se amplía información acerca de lo leído". Concreta, pues, que “tradicionalmente en la escuela se ha trabajado la lectura desde el examen tras la lectura del libro. Esto ha propiciado que muchos alumnos aborrezcan la lectura o, simplemente, no lean los libros, sino resúmenes de estos para superar el examen. Si queremos enamorar con el acto de leer, como docentes debemos acompañar, entusiasmar, mostrar un amplio corpus de obras, etc.”.

El libro ofrece recursos que despiertan “el espíritu de reflexión” sobre la inmigración

Con este fin expresa Trigo que “se ha buscado material que despierte ese espíritu de reflexión de los lectores sobre la inmigración, que pueda conectar con las áreas curriculares del tercer ciclo de Educación Primaria y de los primeros cursos de Educación Secundaria".

Matiza, por otra parte, que “este libro, si bien utiliza la ficción como estrategia, tiene un marcado carácter no ficcional en tanto en cuanto está centrado en la búsqueda del aprendizaje, la reflexión y la investigación sobre la migración".

Afirma, por último, que “la escuela tiene que seguir trabajando de forma transversal y constante para que los estudiantes reflexionen y desarrollen la empatía. Los docentes e investigadores debemos ser insistentes con la equidad e intolerantes ante la injusticia social”.

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