Cádiz

La convivencia difícil (o no) con los pisos turísticos en Cádiz

  • Cada vez más comunidades de vecinos limitan esta actividad por las molestias que ocasiona, mientras las empresas de gestión hablan de conflictos aislados

Interior de una finca en el centro histórico gaditano

Interior de una finca en el centro histórico gaditano / JULIO GONZÁLEZ (Cádiz)

El vecindario de una finca con viviendas con fines turísticos (VFT) está abocado a rezar por lo bajini a quien cada uno rece para que los próximos inquilinos exprés que lleguen conozcan los principios cívicos de la convivencia. Afortunadamente, explican los implicados, los visitantes que respetan las normas básicas son la mayoría. El problema empieza (o continúa para muchos) cuando eso no pasa y se convierte en un tormento que tiene hartos a los residentes de muchas fincas que han experimentado cómo el florecimiento de las VFT ha traído una merma de la tranquilidad, el descanso e incluso la salud.

Las empresas de gestión de este tipo de viviendas minimizan el daño y destacan que tienen herramientas para atajarlo, los administradores de fincas confirman que el problema es creciente y que cada vez se plantea más en las asambleas de la comunidad, mientras la Policía Local pone el foco en los alquileres de estudiantes Erasmus, que generan más incidencias que los pisos turísticos actualmente y que fue durante las restricciones acaecidas por la pandemia cuando más problemática han tenido con estos alojamientos temporales.

La sensación de que cada recepción de visitantes es una lotería para la finca en cuestión y que la paz de la misma dependerá del azar no es del todo real. Cada colectivo implicado explica los factores que influyen y dan sus argumentos.

"No es normal que se mezclen bajo un mismo edificio residentes y turistas". Quien habla es Manuel, vecino de Cánovas del Castillo que entiende que el visitante viene para pasarlo bien, "que yo también viajo", pero no comparte que sea a costa del derecho al descanso delos vecinos. "En los pisos turísticos hacen cosas que en un hotel no podrían hacer porque los echarían".

Su vecino José Manuel ha presentado ya varias denuncias a la policía, además de abrir un expediente de atención al ciudadano al que pretenden unirse varios vecinos más, "para que no piensen que es un problema personal con el propietario, que estamos todos hartos". Explica que ha tenido que hacer un importante desembolso para poner ventanas con triple acristalamiento e instalar aire acondicionado porque no puede abrir las ventanas en verano debido al ruido que sube por el patio proveniente de una VFT.

Laura pone mirada de sorpresa, ojos como platos y levantando las manos con la palma al cielo sonríe con sarcasmo: "¿Y quién no?". Responde así a la pregunta de si conoce alguna finca con problemas por los pisos turísticos. También vive en Cánovas del Castillo y sus padres en una macrofinca de la calle Paraguay que tiene escasos tres años de construcción y en la que asegura que los pisos de residentes son minoría respecto a las segundas residencias y VFT.

Carmen vive en la calle San Pedro y no soporta la intranquilidad que le provoca cruzarse cada día con una persona desconocida diferente en la puerta de su casa. "Cierro con llave cuando me quedo sola y bajo la basura con una llave larga asomada entre los dedos porque mi finca tiene muchos recovecos". Está harta de llamar a la policía.

El administrador de fincas José Carlos Correas explica que la mayoría de comunidades de vecinos se están planteando la limitación de este tipo de actividad. Desde marzo de 2019 la asamblea de vecinos puede aprobar la limitación de nuevas VFT en la finca con el respaldo de las tres quintas partes. Quedaría regulado en los estatutos de la comunidad, aunque no es posible hacerlo con carácter retroactivo, de modo que los pisos con licencia pueden mantener su actividad. Sí que existe la posibilidad de aprobar un recargo a las VFT en las cuotas de hasta un 20%.

Las molestias se suelen repetir en casi todos los casos: fiestas y ruidos excesivos, llamadas equivocadas al telefonillo a cualquier hora porque salen de noche y no tienen llaves para todos, patios que hacen de embudo con el runrún de las conversaciones, llamadas y videollamadas a sus lugares de origen con desfase horario que perturba las horas de descanso, carreras por las zonas comunes, desperfectos y destrozos... Los problemas de hacer coincidir en el mismo inmueble los fines turísticos con los residenciales.

No faltan los casos que han llegado al juzgado por agresión. Correas explica que un residente que baja cuatro veces a pedir silencio y no le hacen caso, termina en trifulca que llega a las manos.

Pero no todas las situaciones son así. Los propios vecinos de Cánovas reconocen que en el ático tienen una VFT desde hace tiempo que no ha dado problema alguno. "El piso es de un matrimonio que filtra muy bien los visitantes", explican. Correa también resalta que el porcentaje de pisos conflictivos es minoritario.

Casualidad o no, la mayoría de las VFT de la que se quejan los vecinos coinciden con bajos, probablemente viviendas a las que se les saca un rendimiento económico menor en otras actividades (alquileres de mayor duración o venta).

Con los dedos de una mano dice Daniel Doña, CEO de Cádiz4Rentals, que puede contar las quejas que le llegan a su empresa de gestión de VFT por los ruidos de sus inquilinos. "En nueve años la única denuncia que hemos vivido la tuvo que poner un propietario de VFT a un vecino porque acosaba a los turistas, los insultaba, y tuvo que mudarse porque creo que le pusieron una orden de alejamiento". Daniel cuenta que en los más de 90 apartamentos que gestiona en la ciudad, los conflictos son "lo normal de cualquier convivencia vecinal". Como algún vecino que pone la música a deshora, explica, incluso subraya la ventaja de que los turistas problemáticos se van a los pocos días, pero cuando te toca un residente ruidoso, ese se queda.

"Tanto en el contrato, en el anuncio de los pisos como en el día de llegada, se les avisa que deben respetar las normas de convivencia". Además existe un teléfono en el que se puede denunciar si se está produciendo jaleo, aunque en realidad el servicio de asistencia está pensado para el visitante. "Se llama al huésped y en el 90% de las veces el problema se soluciona inmediatamente", argumenta Daniel.

Sin embargo, la multinacional que popularizó las VFT, Airbnb, cuenta entre sus servicios digitales con la asistencia para vecinos, lo que hace suponer que no son tan aislados los casos que han tenido que atender, al menos a nivel global, sobre ruidos y fiestas originados por los alquileres turísticos.

¿Qué hace que un piso sea más problemático que otros? Los vecinos coinciden en la capacidad de filtrado que tiene el propietario que arrienda y dónde publicita su VFT. Correas apunta a que el problema suele darse cuando lo gestiona una empresa que no está tan encima del piso como un particular, además de que los horarios más conflictivos coinciden con el cierre de las oficinas comerciales. Doña dispara hacia el lado contrario, considera que una empresa lleva la gestión de un modo más profesional y que el foco está en los particulares que alquilan sin prestar más servicios.

Manuel clama un "¿quién nos ampara?" ante situaciones repetitivas de molestias. Su comunidad tuvo que hacer frente a lo que llaman "un engaño" por parte de una nueva propietaria que convirtió un local comercial de la finca en un piso que "decía que no era para VFT y le tuvimos que enseñar las capturas de las redes sociales donde lo estaba anunciando antes de terminar la obra". Finalmente ha sido precintado porque incumple la normativa.

En la finca de Carmen solo uno de los pisos está legalmente registrado como VFT, sin embargo ve indicios evidentes de que son tres o cuatro más los que se dedican a esta actividad. "Tienen la lección aprendida, cuando les preguntas a los propietarios te dicen que son amigos a los que les prestan el piso, que solo pagan por el servicio de limpieza, pero luego ves como se presentan a los inquilinos que acaban de llegar".

La reiteración de denuncias por faltas leves o incurrir en alguna irregularidad grave por parte de las VFT puede conllevar la retirada de la licencia de la Junta.

No parece que los problemas de convivencia con las VFT esté moviendo de momento el mercado inmobiliario de venta de pisos. Aunque alguno de los vecinos consultados sí que reconoce que se plantea vender en unos años si la situación se mantiene, antes de que le cueste un trastorno de salud por falta de descanso. Desde la inmobiliaria Comunidades del Sur explican que no han tenido casos de venta, pero sí que los compradores potenciales se interesan cada vez más por la existencia de VFT en las fincas donde quieren comprar y si la comunidad ha limitado la existencia de este tipo de alojamientos en el inmueble. Su directora afirma que "algunos tienen claro que no quieren que haya VFT en la finca en la que compran su piso".

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