Cádiz

La ciudad del ingenio y de la creatividad

  • Aunque la situación actual sea muy complicada hay que buscar soluciones

Hay que reconocer que los tres casos presentados anteriormente pueden resultar anecdóticos dentro del entramado de la economía local. Sin embargo son reales. En Cádiz hay personas que montan empresas como Procosur, Isobre o Pancracio que llegan a producir para vender en el extranjero. Hay pocas más, es cierto. Pero que sean una excepción no es una justificación para dilapidar el trabajo que esconden detrás. ¿Qué cosa más sencilla como crear un sobre de piel de Ubrique para un portátil? Parecerá sencillo, pero se te tiene que ocurrir y tirar para adelante.

Una empresa como Pancracio que cuenta con cinco empleados normalmente, que ha creado productos de alto nivel y que los coloca en las estanterías de los centros comerciales de Nueva York, Londres, París o Lisboa -todo desde la Tacita de Plata- merece un reconocimiento. O congelar pulpos y chocos como en Procosur, que cuando va la señora a la tienda del barrio no sabe que lo mandan para Italia o Alemania.

Cuesta trabajo asumir el mito de que en Cádiz es imposible prosperar, de que aquí nadie ha doblado nunca la espalda y que solo podemos vivir del turismo, de los funcionarios y de las prestaciones sociales. Llevamos más de 30 años escuchando la misma canción, en algún momento habrá que cambiar la letra. Desde que la humanidad se denomina como tal la adaptación ha sido la base fundamental de nuestro desarrollo. Si Cádiz es pequeña y no tiene espacio que se adapte a sus posibilidades. ¿La única forma de desarrollo es la expansión por los suburbios? Cádiz está vacío. Naves en desuso en el recinto exterior de la Zona Franca, multitud de oficinas sin actividad, fincas abandonadas en el casco histórico y cada vez más locales comerciales cerrados. Adaptarse al medio y reutilizar el espacio disponible es básico. Algo como el estadio Carranza pero sin pensar que Cádiz sea una megacity.

Ingenio y creatividad. Lo comenta Alejandro Mozo, gerente de Pancracio. "Cádiz es la ciudad del ingenio y de la creatividad". Sin desmerecer a las costumbres populares, hay que ampliar esas cualidades al resto del ordinario. Aunque solo sea para comer. Para eso hay que estar preparado y ser valiente. Un reto para toda una sociedad que tiene que asumir que debe apoyarse en el resto de la Bahía como un conjunto económico y social.

¡Ojo! La realidad es muy dura y hacer todo esto no es nada fácil. Nada. Hay empresas que exportaron hace unos años y ahora no lo hacen. Es el caso del productor artístico Antonio Benítez. En su caso exportaba cultura, flamenco, a través de Turismo Andaluz de la Junta de Andalucía. Ha llevado espectáculos a Perú, Chile, México, Japón o Costa Rica. Como explica el propio Antonio Benítez, "desde hace cuatro o cinco años no hacemos nada". Japón es quien se lleva la palma en esto del flamenco, comenta. Al proponerle lo de volver a viajar suelta un "ojalá te escuchara alguien". La situación es mala pero habrá que hacer algo. Si este rincón está condenado a la decadencia, mejor irse, echar el cerrojo por fuera y tirar la llave al mar.

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