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Carnaval 2022

Cambios en la fecha de la gran fiesta de Cádiz: "Mientras que haya Carnaval..."

  • Aunque en la calle se palpan todo tipo de opiniones, no son pocos los gaditanos que expresan sus reservas pero se agarran al cambio de fecha como un clavo ardiendo

Un balcón con disfraces tendidos, durante carnavales pasados.

Un balcón con disfraces tendidos, durante carnavales pasados. / Lourdes de Vicente

Puede que sea por el carácter indolente que década a década se ha apoderado de la ciudad, puede que sea por nuestra naturaleza conformista (cimentada en la confianza de que las penas se ahuyentan cantando) o puede que por el hartazgo de una pandemia, que además de salud nos ha arrebatado el ánimo y demasiadas celebraciones, el gaditano se levantó el miércoles con una misma coletilla para cerrar su opinión, fuera cual fuere, sobre el cambio de fecha de su gran fiesta. “...mientras que haya Carnaval...”  

“Mientras que haya Carnaval...” no es una simple inflexión. Encierra mucho. Encierra ganas de juerga pero también desesperación. Mientras que haya Carnaval... reiremos. Mientras que haya Carnaval... haremos negocio. Mientras que haya Carnaval... será como si nada hubiera pasado... Sea en febrero o en junio. Pero, ojalá diositomomo quiera, que haya Carnaval, y coplas, y copas, y que hasta el legendario veneno de la fiesta se sirva en vaso doble, ¡por la escoba de la Bruja Piti! (aunque ésta tenga que compartir protagonismo con el mismísimo Corpus).

Así se despereza Cádiz, un día más, impertérrita ante los cambios. Porque aunque sus grupos de whatsapp echen humo, aunque desde la tarde del martes hayan tenido ya discusiones familiares al respecto, no se engañen, si ponen el oído en la calle, en los bares y en la Plaza; en las colas del supermercado y en la puerta de los institutos; en los bujíos y comercios, toda conversación, por muy enfrentadas que anden las posiciones, se zanja con la misma cantinela: “Bueno, mientras haya Carnaval”.

El taxista Rafael Sánchez, en la parada del Falla durante la mañana del miércoles. El taxista Rafael Sánchez, en la parada del Falla durante la mañana del miércoles.

El taxista Rafael Sánchez, en la parada del Falla durante la mañana del miércoles. / Lourdes de Vicente

Es la resignación que se respira en el Manteca, donde les viene dando “igual” un mes que otro, o en El Merodio, que aunque dejan claro que junio “no” les “convece” porque saben que el invierno se les va a hacer “muy largo” sin ese respiro económico que se exhala desde la bateas, reconocen que la ciudad “necesita la alegría del Carnaval”.

Frente por frente, en el corazón del Mercado de Abastos, en la pescadería de Raúl Bautista, su titular va virando la opinión desde “esta ciudad no va a estar preparada para soportar a principios de verano a tanta gente entre el Carnaval y el turismo”, a un “bueno, en realidad va a ser muy bueno para la hostelería y para los negocios, no lo veo mal, al menos...” ... Al menos hay Carnaval...

Vanesa Navarro, que acaba de recoger a su pequeño Elías de la guardería teme “a la calor” pero escarba en el filón positivo que encuentra “al tener que ahorrarnos los complementos de los disfraces para que los niños vayan abrigaditos”, ríe.

Salud Botubol, María Gautier y el resto de vecinas de la Viña que desayunan en calle de la Palma ponen sobre la mesa el tema de la salud para acallar alguna voz crítica que se quiere salir de la opinión de la reunión. “A mí no me gusta junio...” “No, no, no, qué dices, quieres tú que nos pongamos todos malos con las reuniones de Navidad, qué va, qué va... Mejor en junio...¡O mejor que no se haga!”, se envalentona Salud, mascarilla arriba toda la conversación, ante el disgusto de las comadres.

Salud no conoce a Joaquín Quevedo, pero el alma de Casa Quevedo, piensa igual. Quizás son ellos las únicas personas de este reportaje que se salen de los límites que marca el titular que, sin embargo, encaja a la perfección con los jóvenes del IES Caleta y de la Salle Viña que ayer se reunían a charlar en el parque infantil del Corralón. Sí, ese coronado por un pequeño Teatro Falla.

Rosario Torres, gerente del asador de pollos de El Corralón, con sus hijos Pablo y Ana Vanesa Rosales. Rosario Torres, gerente del asador de pollos de El Corralón, con sus hijos Pablo y Ana Vanesa Rosales.

Rosario Torres, gerente del asador de pollos de El Corralón, con sus hijos Pablo y Ana Vanesa Rosales. / Lourdes de Vicente

David Rodríguez, todo energía y desparpajo, ya se las apañará “con los exámenes y con lo que haya que hacer” porque lo importante es “que haya Carnaval porque ya nos han quitado uno”. Marina Quiros, componente además del coro de la Salle de la cantera, cree que ya no daría tiempo participar en el COAC en febrero “porque los ensayos se hacen en septiembre y ya es todo muy precipitado” aunque es consciente de “lo complicado” que lo tienen “la gente un poco más mayor que tiene que hacer selectividad el año que viene”. Con todo, ambos jóvenes, y sus amigos, esperan que “esto de junio sólo sea este año y el año que viene se vuelva a febrero”, prefieren.

Sin salirnos del Corralón (epicentro de la fiesta en la calle) en el asador de pollos a Rosario Torres (a dos meses de jubilarse) y a sus hijos, Pablo y Ana Vanesa Rosales (que se quedarán al frente del negocio) ven “fatal” el nuevo calendario carnavalero. “Y no es por el negocio, porque nosotros vendemos igual en verano que en invierno, pero que eso no es Carnaval, qué feo, en verano, qué calor...”

Vecina de cera es la peña de Pepín Muñoz donde , tras la barra, Rubén Gil considera la decisión “una locura” en cuanto “a la que se puede formar de gente en Cádiz”. Al otro lado (metafórico y físico), Antonio Sánchez le discute proque piensa que junio “es mejor para evitar el virus”.

Mientras, el taxista Rafael Sánchez, apostado entre dos hitos carnavaleros (los perfiles de ese teatro con alma que es el Gran Teatro Falla y de esa silueta mitificada del desaparecido Juan Carlos Aragón, que cuelga en la fachada del Bar Falla), no sabía que el Carnaval había cambiado de fecha. Ahora que se ha enterado, lo lamenta, “en parte”, por el negocio, (“febrero va a ser muy duro”) y se alegra, por otra...: “Al menos hay Carnaval”...

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