Cádiz

Una bronca real y muy gaditana por el invento del primer equipo de buceo en España

  • El isleño Manuel Sánchez de la Campa y el gaditano de adopción Pedro Albizu se enfrentaron a finales del siglo XVIII por la patente una máquina hidráulica submarina

Ilustración de sistema de buceo objeto de litigio.

Ilustración de sistema de buceo objeto de litigio. / D.C.

Los sótanos de la sede central del Banco de España no solo guardan el tesoro económico del país. Su archivo incluye también documentación que, curiosamente, va más allá de los movimientos económicos de sus sucursales en todo el país, entre ellas la de Cádiz, que al fin y al cabo fue la primera en abrirse tras la capital. También se guardan documentos de nuestra historia.

Es el caso de la disputa sobre quién fue el inventor de la máquina con la cual se podía ir por debajo del agua. Una disputa que, en el tramo final del siglo XVIII, tuvo como protagonistas a dos vecinos gaditanos.

La polémica se inicia en 1793, cuando Carlos IV concede a Pedro Ángel de Albizu, en aquella época arquitecto mayor de Cádiz, el "permiso y privilegio por término de diez años para usar en los Puertos del Reyno (sic) y construir una máquina que ha inventado con que se puede operar dentro del agua", según reza la Real Cédula guardaba en los archivos del Banco de España.

La licencia real prohíbe a cualquier otro construir ni usar "la tal máquina sin su licencia". A este peculiar monopolio de Albizu la orden Real le impondrá algunas limitaciones pues se especifica que "ha de entregar para mi Real Servicio todos los cañones y anclas que extraiga, reservando para sí cualquier otra cosa que saque, pero con la obligación de presentar a los respectivos resguardos de Rentas la plata, oro o alhajas que extraiga del fondo, a fin de que por el color y otras observaciones deduzcan si se hace o no algún mal uso de la máquina".

Albizu, aunque nacido en Zumárraga, en 1753 llegó muy joven a Cádiz donde se asentó y donde dejó un amplio legado como arquitecto, hasta el punto de sustituir a Torcuato Cayón como Arquitecto Mayor de la ciudad, donde puso su firma en numerosos edificios, entre ellos la reforma del propio Ayuntamiento y la Casa Consistorial de San Fernando. Como hermano de la Cofradía de la Humildad y Paciencia se hizo cargo del retablo mayor de la iglesia de San Agustín.

A los pocos meses de presentar, y obtener, el permiso para la construcción y uso de la máquina  "con la cual se puede andar, comer, dormir y trabajar debajo del agua”, se abre un litigio en el que interviene la Secretaria de Marina, tras acusar Manuel Sánchez de la Campa a Albizu de haberle robado la idea sobre este equipo de buceo, el primero en la historia.

Según recoge Manuel Reyes García en su trabajo "Se puede vivir sin respirar", Campa afirmó que  "tras una demostración de su invento en el puerto durante dos horas y media llegó Albizu y le explicó su funcionamiento con toda confianza. Albizu le ofreció gestionarle la obtención de un privilegio. Sin embargo, tras regresar de un viaje a Portugal, adonde acudió para instruirse en la construcción de molinos de viento, descubrió que Albizu había sacado el privilegio a su nombre".

Finalmente, Sánchez de la Campa, buzo mayor de la Real Armada, miembro de una familia isleña con profundas raíces militares, acabó ganando el litigio. El rey suspender la autorización dada a Albizu y cede al gaditano el permiso y el privilegio para esta máquina, una de las piezas precursoras de la tecnología subacuática y la invención de la máquina hidráulica "con la cual se puede extraer lo que se encuentra en el fondo del mar".

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