Benot en casa tras 155 años

Recuperación de un sabio maltratad por la historia

Mañana se estrena en Diputación el documental que recorre la vida de un gaditano olvidado, un intelectual que soñó con una España moderna

Recuperar a Benot para siempre

Cartel del documental que mañana se presenta en Diputación.
Cartel del documental que mañana se presenta en Diputación.

Esta historia empieza y termina en un cementerio. Eduardo Benot (Cádiz, 1922) se marchó de la ciudad donde nació en 1869 con una idea en la cabeza: una república que hiciera de España una nación ilustrada y moderna y acabara con esa nación santurrona y analfabeta. 

Fracasó, como en tantas cosas, pero su obra intelectual perduraría y contribuiría, pese a su olvido, a una transformación que llegaría muchas, muchísimas décadas después. Porque el pensamiento revolucionario de Benot en campos tan trascendentales como la pedagogía o la filología se acabaría imponiendo aunque los méritos no se le atribuyeran a él, sino a otros que tiempo después transitaron los mismos caminos que él fue el primero en recorrer. 

El caso es que Benot murió en Madrid en 1907, casi ciego y pobre de solemnidad. Algunas necrológicas de la época recordaron su fugaz paso como ministro de la fugaz I República. Y así su nombre sirvió para rotular algunas calles menores de la geografía española y en su ciudad natal le dieron nombre a un colegio, que ya desapareció, y la calle que se le entregó fue una muy secundaria de la barriada de la Paz.

Benot, como no podía ser de otro modo, fue enterrado en el cementerio civil de La Almudena de Madrid, reservado para aquellos que habían abjurado de cualquier creencia religiosa y el tiempo fue criando olvido sobre su tumba. Fue su biógrafo, el pedagogo Rafael Jiménez, quien localizó su tumba y dio la voz de alarma en las páginas de Diario de Cádiz del estado lamentable en el que se encontraba su tumba y esto despertó complicidades. La también profesora Josefina Junquera y uno de sus descendientes indirectos -Benot no tuvo hijos-, el galerista Rafael Benot, se conjuraron, entre otros, para poner remedio a esta situación y así se inició el camino de vuelta de Benot a su tierra.

Con la colaboración del Ayuntamiento de Cádiz se realizaron todos los trámites para la exhumación de sus huesos, acto que se llevó a cabo a principios de año. Para sorpresa de los reunidos en el cementerio civil, allí también acudieron descendientes de su vecino de tumba, el urbanista Arturo Soria, un personaje central en la transformación del Madrid del siglo XX. Gracias a ese encuentro se conoció la estrechísima amistad entre ambos sabios al punto que Arturo Soria, hombre muy católico y de extensa familia, dejó escrito como su última voluntad que su cuerpo fuera enterrado en el cementerio civil, junto a su gran amigo gaditano. 

Así es como nace otro proyecto paralelo: ¿cómo fue la vida de Benot? Era un hombre reservado, arrinconado en el lugar que reserva la historia a los perdedores de mil batallas, se sabía muy poco de él. De este modo, el servicio de vídeo de Diputación, con el guion del periodista Pedro Ingelmo y la ayuda inestimable de Jiménez, Junquera y Benot, se puso manos a la obra en esta investigación. La reconstrucción de esta biografía ha dado como resultado el documental ‘Benot vuelve a Cádiz’, que mañana viernes, 21 de junio, se presenta en el patio del palacio de la Diputación provincial a las doce de la mañana. A lo largo del documental desfilan historiadores, descendientes de Benot, pedagogos y filólogos para reconstruir la biografía de una figura que abarcó las más variadas ramas del conocimiento.

Mientras se trabajaba en ello, los huesos de Benot viajaban a Cádiz 155 años después de que el gran intelectual gaditano, piedra angular de una institución educativa como el colegio San Felipe, hubiera abandonado su tierra para no regresar. Un emotivo acto en el Ayuntamiento precedió a su segundo sepelio, esta vez en el Cementerio Mancomunado de Chiclana con una leyenda en su lápida que recordaba la ley que llevaba su nombre y que liberó a los niños de las condiciones semiesclavistas en las que trabajaban en las minas y en las industrias de mediados del XIX. 

Su obra, que incluye tres tomos fundamentales llamados ‘La arquitectura de las lenguas’, precursora del estructuralismo, terminó siendo un eco lejano en cátedras muy especializadas. Benot, al que no le dejaron en su paso como académico de la Lengua aportar toda su sabiduría, tuvo enemigos muy poderosos, como Menéndez Pelayo, cuyos anquilosados y retrógrados métodos contribuyeron a que España durmiera un siglo más en los sueños de un pasado de esplendor mientras en el presente se aletargaban el atraso y la ignorancia. 

Otro de sus descendientes, Juan Gallego Benot, jovencísimo escritor e investigador, ve en sus derrotas cierto romanticismo: “A mí me parece que cuando la historia te maltrata es una buena señal, el fracaso de la primera república y la restauración que vino después borró de la Historia las biografías enteras de personas que habían luchado con unos ideales muy firmes. El fracaso mediático de Benot es una señal de que no se plegó a las exigencias de la Restauración y eso es una buena noticia a pesar de ese maltrato histórico”.

Curso de verano sobre la figura de Eduardo Benot en la UCA

Un compromiso de la Universidad es reivindicar la importancia de personas sobresalientes de la provincia, no sólo de las actuales sino de preservar la memoria de los que tanto aportaron y que no deben caer en el olvido. Una de estas figuras deslumbrantes es ‘Eduardo Benot: el sabio gaditano, a favor de la ciencia y del progreso social’. Con este motivo la UCA invita a inscribirse en este curso de verano que se llevará a cabo entre el 8 y el 10 de julio en el edificio Constitución de 1812. La idea es “dar a conocer a este intelectual de la generación del 68, la importante actividad científica y didáctica que desarrolló en Cádiz hasta 1869, y en Madrid, a partir de dicha fecha y hasta su fallecimiento en 1907”. En este seminario intervendrán numerosos estudiosos que han buceado en la historia de esta figura deslumbrante e injustamente olvidada.

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