Cádiz

Un barrio entregado al Nazareno

  • El obispo impone al Señor de Santa María la Medalla de Oro de la ciudad en la solemne función pontifical por el 400 aniversario de la llegada de la hermandad a su barrio

El Nazareno regresó anoche a su casa tras culminarse dos jornadas multitudinarias con las que la cofradía ha conmemorado el 400 aniversario de su llegada de al barrio de Santa María. Una procesión de alabanza en la que los hermanos y una buena parte de la ciudad se han volcado en las calles con el Greñúo.

Apenas habían transcurrido doce horas desde que el Regidor Perpetuo se había recogido en la Santa Iglesia Catedral -a la que llegó en la noche del sábado poco antes de la madrugada- cuando en el primer templo gaditano se retomó la actividad con la celebración de la solemne función pontifical, que estuvo presidida por el obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza.

Una eucaristía que tuvo su momento más importante con la imposición por parte de Zornoza de la Medalla de Oro de la ciudad, que le fue concedida al Señor de Santa María en febrero del pasado año, pero que hasta ayer no pudo lucir.

Ya por la tarde, la estampa de la salida a la calle del Nazareno fue muy diferente a la que se vivió en Santa María el pasado sábado. De la intimidad, la pasión y la entrega que permitieron las estrechas calles de su barrio se pasó al gran espacio que ofreció la plaza de la Catedral. Esto hizo que un buen número de personas pudieran disfrutar de sus primeros pasos por la calle Arquitecto Acero.

El sol y una ligera brisa hicieron que la tarde fuera agradable y que muchas personas se animaran a acompañar al Greñúo por el centro de la ciudad camino de su barrio. Al igual que en el camino de ida, la sobriedad se impuso en el andar dirigido por el capataz Jorge Gómez.

Nada más enfilar la calle Arquitecto Acero, comenzó a desfilar el cortejo bajo los sones de Nazareno de Santa María, interpretados por la Academia Banda de Música de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de San Fernando. Poco a poco se fue adentrando en la plaza de la Catedral para buscar la calle Cobos, que le llevaría a enlazar con Cristóbal Colón para buscar Santa María desde la calle Nueva.

La sobriedad de la ida y el inicio de la vuelta nada tuvo que ver con el éxtasis que se vivió en Santa María una vez que el Nazareno ya estaba de vuelta en su barrio. La mezcla de la devoción con el folklore protagonizaron su discurrir desde la calle Plocia. Especialmente, la emoción se desbordó por la calle Botica, en la que se sucedieron las paradas para recibir el fervor de sus vecinos.

Ya bien alcanzada la noche, la fiesta se apagó y el Nazareno regresó a su templo. La espera para volver a verlo en la calle será más corta de lo habitual. Un Jueves Santo en octubre en el que Santa María volvió a mostrar su pasión por el Greñúo.

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