El Anteojo da paso a La Cueva de Plocia en la calle más hostelera de Cádiz

La empresaria Raquel Sánchez regenta este nuevo restaurante después de su éxito en La esquinita del Beato

Ofrece comida tradicional en un ambiente flamenco

El último establecimiento que echará la baraja en Cádiz será un bar, o un restaurante

Raquel Sánchez ante el cuadro de la Alameda donde luce el antiguo restaurante El Anteojo.
Raquel Sánchez ante el cuadro de la Alameda donde luce el antiguo restaurante El Anteojo. / Jesús Marín

La Milla de Oro de la hostelería del centro de la ciudad apenas muestra locales vacíos. Y en cuanto alguno se queda libre, se ocupa en poco tiempo. Ha sido el caso del cierre, por jubilación de su propietario, de El Anteojo, que ha dado paso a un nuevo restaurante, La Cueva de Plocia, abierto por Raquel Sánchez Coimbra, joven empresaria que en menos de un año ha emprendido dos negocios hosteleros. Abrió en noviembre de 2024 La esquinita del Beato, en la avenida 4 de diciembre de 1977, acariciando la plaza de España, y desde el pasado miércoles regenta este nuevo sitio en la calle Plocia.

“En La Esquinita era empleada y luego me lo quedé traspasado. Surgió esta oportunidad en Plocia y la he aprovechado”, dice Raquel. “Esa esquina me la he currado yo con mi comida”, dice sobre sus dotes de cocinera. “En La esquinita está abierta la cocina todo el día. Allí los vecinos me agradecen la vida que le hemos dado a la zona”, aprovecha para vender los encantos de su primer proyecto.

“Y esta calle ya está rodada y hay que hacerlo muy mal para no tener éxito”, añade con respecto a Plocia y a La Cueva, un nombre que tiene que ver con su afición al flamenco “porque en las cuevas se cantaba mucho”. De hecho, las paredes del restaurante se decoran con fotos de grandes artistas del cante y el baile y los empleados lucen pañuelo de lunares.

Explica Raquel que La Cueva de Plocia “es ideal para quien busca comida tradicional”. Guisos caseros de toda la vida, con algunos toques modernos, fideos con almejas y gambones, atún encebollado, pescado a la gaditana o tortillitas de camarones integran, entre otros platos, la carta. “Que no se pierdan los sabores de nuestros abuelos”, apostilla.

"Esta calle ya está rodada y hay que hacerlo muy mal para no tener éxito"

Raquel Sánchez inspira determinación. “Estoy segura de esto, sé quién soy y a quién tengo detrás. Necesitamos, claro está, el rodaje para que nos vayan conociendo", destaca. “Hay platos míos y estos cocineros acabarán cocinando como yo. Igual que está pasando en La esquinita. Es necesario para que yo pueda estar pendiente de los dos negocios. Y para eso es fundamental tener dos buenos equipos. Hasta que no estén en marcha los dos equipos, estaré partiendo mi tiempo. De momento, estoy de comodín en ambos sitios”, relata. Cinco personas conforman la plantilla de este nuevo restaurante.

El equipo de La cueva de Plocia con Raquel Sánchez a la cabeza.
El equipo de La cueva de Plocia con Raquel Sánchez a la cabeza. / Jesús Marín

La Cueva de Plocia contará con actuaciones flamencas “y estamos abiertos a tener Carnaval y a cualquier música tradicional". Como tradicional es el tango de ‘Los anticuarios’, el de los Duros Antiguos, cuya letra luce en uno de los ventanales del negocio.

El mítico Anteojo

En el traspaso, Raquel ha conservado el cuadro de la Alameda que le dejó el propietario anterior, José Ferradans, con El Anteojo y El Telescopio, dos míticos restaurantes de la ciudad, en el paisaje. La Taberna del Anteojo la abrió Ferradans en la primavera de 2014, en la Alameda, donde antes estuvo el bar El bogavante, en la esquina con la calle Zorrilla. José es hijo del mítico Pepiño, que regentó El Anteojo muy cerca, en el edificio donde hoy día está El balandro. El Anteojo de Pepiño se fundó 1948 y se mantuvo abierto hasta 1994.

La Taberna del Anteojo pasó a llamarse El anteojo en su traslado, en diciembre de 2022, a la calle Plocia, al local que antes ocupó La fragua. La jubilación de Ferradans provocó el cierre del negocio este mismo año y el relevo lo toma La Cueva de Plocia.

En esta calle con tanta oferta gastronómica quedan ahora libres dos locales: el que acogió al restaurante Alamar en la esquina con el Callejón de los Negros y el que ocupó La bodeguita de Plocia.

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