Alimentando esperanzas
La asociación Museke, que cumple este año su 15 aniversario, mantiene un comedor para 130 niños en la ciudad de Gakenke, en Ruanda. También les ofrecen talleres de formación profesional
Dando una segunda vida a la ropa
En el corazón de África, en el norte de Ruanda, se encuentra Gakenke. Una ciudad en la que desarrolla su labor Museke, una asociación solidaria gaditana que cumple este año su 15 aniversario.
Ubicada en el barrio de La Laguna, esta entidad trabaja en una de las zonas más pobres del mundo. Aún soportando el terrible trauma que dejó el genocidio del año 1994, en este lugar de Ruanda no hay suministros básicos como agua o electricidad. Ni siquiera disponen de colchones donde dormir.
La mendicidad y la prostitución suelen ser las salidas ‘más fáciles’ para ganarse la vida en un entorno tan duro, que no regala esperanzas en el futuro. Ahí, en Gakenke, es donde trabaja la asociación Museke.
Ahí, en Gakenke, es donde Museke, que significa sonríe, intenta poner su granito de arena en mejorar la vida de los niños y niñas que forman parte de su paisaje. Carmen Gil es la presidenta y fundadora de esta entidad. Ella y algunos trabajadores y voluntarios viajan dos veces al año a esta ciudad para comprobar cómo van sus proyectos.
Unos proyectos que se han materializado en un comedor y un centro de formación profesional. Al comedor acuden cada día 130 niños y jóvenes de la zona, que en algunos casos tienen que andar una hora y media de ida y una hora y media de vuelta para llegar.
El comedor abre a las siete de la mañana y cierra a las cinco de la tarde de lunes a viernes. Para estos niños y jóvenes el desayuno y el almuerzo que les ofrecen son las únicas comidas que hacen al día. Y cuando llega el fin de semana apenas tienen nada que llevarse a la boca. “En sus casas no comen. Si acaso caña de azúcar o una mazorca. O se suben a un árbol a coger alguna fruta”, explica Carmen.
El menú es siempre el mismo. Para desayunar cereales con agua caliente y para comer patatas, boniatos, frijoles, col y algunos días arroz, menos habitual por ser un alimento más caro. “La carne la comen dos veces al mes y el pescado ni siquiera existe allí. Los niños no saben ni qué es un pez. Ruanda está en el interior y allí no llega”, cuenta Carmen.
La presidenta de la entidad relata que los lunes acuden los niños al comedor una hora antes de la apertura porque están hambrientos. “En sus casas no hay plan de comida. Son extremadamente pobres. Realmente África está olvidada. Hay muchas zonas del mundo con pobreza, pero de verdad que no tiene nada que ver con África. Y más Ruanda”.
Para intentar aportar una salida laboral y un futuro a esos niños y jóvenes, Museke puso en marcha en Gakenke un centro de formación profesional en el que enseñan costura y zapatería, empleos con los que pueden ganarse la vida en un país sin industria y en el que la única finalidad es sobrevivir.
“Allí la gente no tiene planes, no piensa en el futuro. Sólo viven el día a día como pueden. Son personas muy tristes. Aún se nota en ellos las huellas del genocidio. Física y psicológicamente”, señala Carmen.
Varias formas de ayudar
Tanto la presidenta y fundadora como algunos voluntarios y trabajadores viajarán esta semana a Ruanda. Allí celebrarán el 15 aniversario de su presencia en la zona, donde han atendido en total a 600 niños y jóvenes.
Todos los proyectos de la entidad se financian con el apoyo de esos voluntarios y socios, pero también con la aportación económica de ayuntamientos como el de Cádiz, San Fernando, Chiclana, Sevilla o Murcia y la Diputación de Cádiz. También de muchas empresas que donan para poder seguir manteniendo la labor de Museke en Gakenke.
“Tenemos ahora mismo más de 200 voluntarios de toda España y de Europa, de países como Alemania y Bélgica. Los voluntarios pueden abonar la cantidad que crean conveniente. Con 14 euros, por ejemplo, alimentas a un niño allí durante un mes. Eso para nosotros no es nada pero para ellos es muchísimo. También tenemos el sistema de apadrinamiento por 40 euros al mes en el que se incluye la formación en colegios privados y el acceso a la sanidad para los niños y toda su familia”.
Carmen añade que para entrar en el comedor y formar parte de los servicios que ofrece Museke, los niños deben estar escolarizados, para asegurarse de que van a tener formación académica y no recurran a la mendicidad o la prostitución.
Uno de los proyectos que está en marcha ahora mismo es la Casa del Voluntario, que acogerá a todas aquellas personas que quieran ir a la zona a ayudar. “Tenemos 19 personas trabajando en Gakenke y vamos dos veces al año para controlar lo que se está haciendo. Estamos al pie del cañón y no ganamos nada, más bien perdemos dinero. Pero las cuentas están claras y son accesibles para todo aquel que quiera verlas”, afirma la presidenta de la asociación.
Museke no para porque siempre hay algo con lo que ayudar. “Nos da mucha satisfacción ver que nuestro trabajo da sus frutos. Muchos jóvenes han conseguido un empleo en la capital o han estudiado una carrera. La gente es super buena y está muy agradecida”.
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