Adolfo Gómez: "Nadie como yo conoce las esquinas de Cádiz"

Activismo

Este singular cántabro-gaditano no cesa, a pesar de los años, en su lucha por los derechos de sus vecinos más vulnerables

Entre vuelta y vuelta gaditana, va distribuyendo sus pequeñas sugerencias para mejorar y concienciar a la población de que es posible una convivencia mejor

El incansable Adolfo Gómez con sus carteles protesta.
El incansable Adolfo Gómez con sus carteles protesta. / D.C.

El activista social, Adolfo Gómez Díaz, tan conocido en Cádiz y tan desconocido a la vez, se presenta a la cita impoluto con su característico sombrero tipo fedora (muy común en las películas de cine negro) y con su bandolera cargada de tarjetas protesta. Así se expresa Gómez, con frases sencillas porque todavía hay ciudadanos a los que les cuesta asumir las normas de convivencia. Es difícil contactar con el ex sindicalista, no tiene móvil y es complicado pillarle colocando por Cádiz sus famosos carteles. Pero hoy es lunes y no falla a su cita en San Juan de Dios, con sus afines, los pensionistas de Cádiz. Hoy por hoy, a Adolfo Gómez todavía le puede la injusticia. Esa es su lucha, el abuso entre iguales y, sobre todo, las penurias de las personas a las que solo les queda su dignidad.

En Astilleros de Cádiz, los antiguos compañeros de tajo de Adolfo Gómez conocían perfectamente quién era la persona que, a pies juntillas, desde hacía años, iba paseando por la ciudad pegando cuidadosamente con cinta adhesiva pequeños carteles con unas peticiones muy razonables a los habitantes y foráneos de la ciudad. "Mis compañeros lo sabían, porque soy soldador y elaboraba con electrodos los nombres de los barcos y esquemas de las distintas estancias del dique. Lo hacía con el mismo tipo de letra con que elaboro los carteles", explica el huidizo Gómez.

Adolfo Gómez junto a uno de sus carteles.
Adolfo Gómez junto a uno de sus carteles. / D.C.

Hace veintitrés años, por un mosqueo y siete millones de las antiguas pesetas, se largó de la actual Navantia Cádiz. Por aquel entonces, era secretario local y formaba parte del autogestionado sindicato USO (Unión Sindical Obrera). Todavía con esa espinita clavada, asegura que en medio de las negociaciones de las bajas incentivadas, uno de sus compañeros le acusó de vendido y él, de impotencia, pidió el finiquito.

Un año después, en el paro y con el dinero del despido, Gómez y su mujer Genoveva Beardo regentaron la Pensión Cádiz en la calle Feduchy, hasta su jubilación hace cinco años. Al respecto, agrega con orgullo que “aceptábamos a personas necesitadas que nos llegaban desde Asuntos Sociales y que no aceptaban en otras pensiones". Subraya, en este sentido, que “nosotros acogíamos a todos los que llegaban a la pensión, vinieran de donde vinieran”.

Las cartulinas con mensaje creados por Adolfo Gómez.
Las cartulinas con mensaje creados por Adolfo Gómez. / D.C.

Entre las muchas peripecias vitales de este activista callejero, cuenta Gómez que también estuvo vinculado con Marruecos. Entre otros sustillos en el país vecino, de los que saldría airoso, relata que al estar dibujando plácidamente en la calle, cuando se encontraba en Tánger, para ayudar a adecentar la casa de un amigo -asevera el ex sindicalista-, el episodio terminó con una detención con intento de fuga incluido por culpa de un chivatazo. “Me pusieron dos seguratas que me detuvieron”, confiesa, y para terminar de arreglarlo "como protesta, me negué a comer”.

Ante todo, Adolfo Gómez es un defensor de Cádiz y de quien acuda a él, aunque alega que “hago las cosas por mí, no por nadie”. Lo hace con su presencia y pegado a un boli y un papel. Siempre con los ojos abiertos y con un macuto cargado, por si es necesario desenvainar unas pequeñas recomendaciones, a quien corresponda.

"Voy de retirada", asegura aunque admite al mismo tiempo que "todavía tengo algo de mecha". Y es que aún se puede ver a Adolfo Gómez, todos los lunes a las 11:30 horas, concentrado con sus compañeros de la Asociación Marea Pensionistas de Cádiz, en los aledaños del Ayuntamiento. También, cada vez menos, deslizándose ojo avizor por las callejuelas de la ciudad para dejar cuidadosamente sus pequeños cartelitos.

Estas advertencias que pueblan sus cartulinas las comenzó a elaborar Gómez cuando trabajaba en Astilleros. Sus buenas formas con la soldadura, el dibujo y las ganas de superarse fueron lo que empujó a Adolfo Gómez, para alivio de sus compañeros, a elaborar uno de sus primeros carteles. “Era complicado guiarse por los diferentes departamentos. Dibujé unos planos para guiarnos y tenerlo todo controlado para movernos por allí”. Remarca que "cuando me marché de la empresa, también dejé unos cartelitos en la puerta”.

Voy de retirada, aunque todavía tengo algo de mecha"

“¿Para cuando el castillo de San Sebastián?”, “Salud y... Cadismo”, “Welcome al excelente Carnaval de Cai ¡Compórtate!”, “Gobierne quien gobierne, las pensiones se defienden” y “Las colillas a la basura, no en la arena porfa…”. Estas son algunas de las pistas que a lo largo de más de una década ha ido desenvainando por los cantones gaditanos este caminante invisible. “Nadie como yo conoce todas las esquinas de Cádiz”, asegura Adolfo Gómez, quien reafirma sus indirectas de comportamiento y convivencia, por si alguien no lo entendiera, con un conocido ok?

Este cántabro de nacimiento ya estaba dando la tabarra en Cádiz con apenas dos años. Tuvo dos hijos con Genoveva Beardo y cuenta con la ayuda de su sobrino Hugo para repartir algunos de sus carteles con mensaje por la capital gaditana, aunque confiesa que “tengo muchos carteles y ya no hago ni uno más”. “Tiene que pasar algo muy gordo para hacer un nuevo cartel, o que un amigo me pida el favor para su negocio”, sentencia. Los últimos que elaboró Gómez fueron a favor del fin del conflicto de Israel con el pueblo palestino.

Dos de las trajetas que se realizaron para la obra de teatro 'Los mapas vivos'.
Dos de las trajetas que se realizaron para la obra de teatro 'Los mapas vivos'. / D.C.

Sus expresiones a través de los carteles han servido como ejemplo de su batalla silenciosa contra los insurrectos en la obra de teatro de objetos Los Mapas Vivos, de la Agencia El Solar, donde se destacaba también el respeto del pueblo gaditano hacia este luchador nato. Asimismo, los alumnos de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Cádiz (UCA) y el Colegio Mayor Universitario de Cádiz requerían a Gómez sus cartulinas para colocarlas por las instalaciones y concienciar a la comunidad universitaria.

Adolfo Gómez y dos de sus compañeros con una bolsa repleta de colillas recogidas en la playa de Santa María.
Adolfo Gómez y dos de sus compañeros con una bolsa repleta de colillas recogidas en la playa de Santa María. / D.C.

Y no solo ejerce el derecho al pataleo a través de sus carteles. Adolfo Gómez también predica con el ejemplo y como gran defensor de las causas perdidas, achucha a la población a recoger colillas en la playa. “Íbamos hasta cuarenta personas a limpiar las playas de colillas. La gente nos veía y se animaba a limpiar”, asegura. También recuerda Gómez su lucha por la plaza de toros multiusos y hace referencia al controvertido tema con un "los toros no son ni derechas ni de izquierdas”. Señala al respecto que "me hice aficionado porque los prohibieron". Gómez ha batallado incluso por la legalización del cannabis: “Si hubiera sido alcalde -porque una de sus aspiraciones era presentarse a la alcaldía-, hubiera llegado al Ayuntamiento fumándome un cigarrito”, expresa. Pero sobre todo, lo que conmueve a este aventurero que va por libre es el día a día de los gaditanos más vulnerables. Como el intento, por petición de los vecinos mayores, de dotar de bancos a la Barriada de Guillén Moreno.

A este tenaz e infatigable seguidor de Camarón de la Isla, comprometido con la parte sucia de la vida y férreo vigilante de las esquinas de Cádiz, su doctora ya le aconsejó hace tiempo que dejara los problemas del mundo, que colgara los guantes y la talega de las protestas, pero Adolfo Gómez se niega a tirar la toalla, a perder la guerra ok?

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