El Tiempo Un inesperado cambio: del calor a temperaturas bajas y lluvias en pocos días

naturaleza urbana

Vuelven los oscuros estorninos

  • Una bandada elige la arboleda del Instituto Hidrográfico como dormidero

  • El cambio climático hace que no completen su viaje migratorio hasta África

Claro que no es noticia que los oscuros estorninos vuelvan a sobrevolar la ciudad cuando cae la noche otro invierno más. Pero las fotografías de Fito Carreto, tomadas hace nada desde San Severiano, nos sirven de excusa para explicar algunos detalles sobre estas aves y este fenómeno natural que depara tantas bellas estampas como, a veces, quejas entre los vecinos. Y para abogar por la biodiversidad urbana, un concepto ligado a la calidad de vida en las ciudades.

De entrada conviene aclarar que esas nubes en continuo y sincronizado movimiento están compuestas por cientos, miles, e incluso por cientos de miles de estorninos pintos (Sturnus vulgaris), a los que no hay que confundir con el estornino negro (Sturnus unicolor). Nos lo explica José María Fernández, alias Zapa, experto en ornitologíade Agaden. El primero -de cuerpo negro, brillo metálico y tornasolado, pico amarillo y pintas blancas- es una especie migratoria que llega al sur de la Península Ibérica desde el Norte de Europa en grandes bandadas, rumbo a África. El segundo -negro completamente- es un habitual del Mediterráneo occidental. "Las particulares circunstancias climáticas que vivimos hacen que muchos no completen su migración y no lleguen a cruzar el Estrecho, como pasa con las cigüeñas", apunta José María.

En estas latitudes, el estornino pinto tiene una dieta variada que incluye gusanos, escarabajos, gramíneas y leguminosas, pero sobre todo acebuchinas, el fruto del olivo silvestre. De ahí el color morado de sus excrementos. Pasan el día picoteando en los acebuchales del entorno de la Bahía y al caer la tarde regresan ruidosos a los dormideros que instalan en cualquier arboleda propicia. En Cádiz hubo años que se afincaron en los grandes laureles y ficus de la Plaza de Mina o el Paseo de Canalejas. Donde antes lo hacían las lavanderas blancas. Este invierno han escogido el viejo eucaliptar del Instituto Hidrográfico. "No creo que una especie haya desplazado a la otra porque ocupan nichos ecológicos diferentes", dice José María. Él atribuye la marcha de las lavanderas a las "podas brutales" a las que se someten a algunos árboles.

Hubo una época en la que a lavanderas y a estorninos se los consideró una plaga y se los combatió con cañonazos ensordecedores que sólo conseguían que se trasladasen a bosquetes más apacibles. "Con aquello intentaron solucionar un problema que tiene difícil solución, porque los pájaros aprenden y terminan adaptándose", apunta el ornitólogo. Y hablando de aprendizaje, ¿cómo es posible que una nube de miles de ejemplares evolucione como si fuese un sólo organismo? El zoólogo israelí Amotz Zahavi lo explica. Se trata de una estrategia de defensa frente a los depredadores. Cada uno de los individuos de la miríada vuela entre otros seis de los que nunca se separa a menos de un metro.Y cada uno de estos últimos está relacionado con otros seis, de manera que construyen una estructura con movimientos propios. En el centro viajan los machos de mayor edad y en los extremos, los más jóvenes y las hembras. Además hay inmaduros que vuelan en solitario haciendo de intrépidos vigias, asegurando así su emparejamiento.

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