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Cádiz

Tosantos en Cádiz: el origen de los exornos en los mercados

Un puesto exornado en el año 1984 en el Mercado Central.

Un puesto exornado en el año 1984 en el Mercado Central. / Juman.

Economía de lenguaje de toda la vida. En Cádiz, el día de Todos los Santos (fiesta religiosa decretada por el Papa Gregorio III y consagrada entre el año 609 y 610 en mayo, transferida luego a la fecha actual), se convirtió en Tosantos para definir a la celebración del 1 de Noviembre. Pero, ¿desde cuándo se celebra la fiesta de los mercados en la víspera del primer día del penúltimo mes del año? Cuentan desde Asodemer, la Asociación de Detallitas de los Mercados de la ciudad, que la ancestral manera de festejar el día de Tosantos estaba “promovida por el mayor abastecimiento del mercado en vísperas de esta fiesta”. Y explican que por el año 1876, “a iniciativa de la comisión municipal del mercado público de la plaza de La Libertad, se acordó adornar con profusión los puestos de dicho mercado, la plaza y su entorno, dotándose para el evento un alumbrado de gas que resaltara la decoración del evento”.

Entonces, “se adornaron las cuatro puertas de entrada con escudos de armas de la ciudad, los intercolumnios con farolillos venecianos y pequeñas banderas, arañas de cristal delante de cada uno de los 72 puestos y un gran farol chinesco que presidía la plaza”. Los alardes decorativos atrayeron a un gentío, que se lanzó a comprar los productos expuestos. Y para culminar la fiesta se organizó un baile amenizado por una banda de música en la plaza Guerra Jiménez.

De ahí a lo que conocemos hoy ha pasado mucho tiempo. El presidente de Asodemer, José Luis Paramio, sabe de qué habla. Echó los dientes en la Plaza y atesora recuerdos que se remontan 60 años atrás. Sus recuerdos de infancia son los puestos exornados, pero sin productos disfrazados y sin parodias de la actualidad como se conocen ahora. “La fruta se exornaba por ella misma. Eran exornos bonitos, no de frutas disfrazadas”, indica recordando a la familia de los Leal en el Mercado Central y en el de la Merced. Paramio asegura que “solo se comía fruta del tiempo en los Tosantos, y no existían las nueces americanas. Eran nueves llamadas del país, más negras, y muchas venían malas”.

La costumbre de disfrazar a pollos y pijotas solo tiene unos 40 años de historia

Los productos disfrazados apenas tienen 40 años de historia, según expone Paramio. “Eso es más moderno. Primero fueron los cochinos, que Juanelo y Curro, por ejemplo, siempre los vestían. En la nave de la recova de la Plaza antigua se adornaban más de 30 puestos”, evoca.

Eran tiempos en los que la fiesta de los Tosantos se aprovechaba para vender, y todos los puestos, exornados o no, abrían en la tarde-noche del 31 de octubre. El inicio del concurso de exornos como tal se localiza en 1977.

Y eran tiempos, también, en los que llegaban los primeros fríos. O al menos, los primeros aires frescos. Solo hay que tirar de archivo para encontrar, en las fotos de las fiestas de los mercados, a personas con rebecas e incluso chaquetones. Nada que ver con lo que habrá en la noche de este lunes en el Virgen del Rosario y en el Mercado Central.

Salen en la conversación ilustres nombres de la Plaza y su entorno. “Manolo Pecino fue un gran impulsor de los Tosantos, en los 60 y 70, que se estaba perdiendo la tradición. Se realzó a partir de mediados de los 70”, destaca Paramio.

Y considera un personaje clave a Joaquín Pecci, hermano de La Guapa, la del puesto de churros. “Hizo mucho para recuperar esta fiesta. Desde hace bastantes años un premio del concurso de exornos lleva su nombre”, apunta.

Ahora, el número de concursantes ha decrecido, pero se sigue parodiando lo que ocurre, sobre todo, en la ciudad. Paramio recuerda anécdotas como el mosqueo de un concejal del PSOE en tiempos de Carlos Díaz como alcalde. “Le sentó mal que yo, con mis frutas, representara todo lo que había perdido Cádiz. Por poco llegamos a las manos”, señala. La crítica, aunque a través de pollos o pijotas, nunca sienta bien a los políticos.

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