La Semana Santa de Cádiz y el insigne Cayetano del Toro
El cronista de la ciudad, Serafín Pro, aún recordaba en 1945 la labor del que fuera presidente de la Diputación como "fomentador de las procesiones"
TENEMOS que comenzar esta pequeña reseña resaltando que después de los acontecimientos que marcaron el transcurrir de nuestras hermandades a lo largo del siglo XIX, tan solo dos cofradías, que son el Nazareno de Santa María y Buena Muerte, no fueron afectadas por la languidez extendida en las restantes hermandades.
Mencionemos como hecho relevante que dará lugar al definitivo auge de nuestras hermandades la unión definitiva, en 1890, de los mayordomos y priostes en una junta administrativa; unido a las aportaciones económicas de los gaditanos con las iniciativas sin precedentes que daría el, por entonces, presidente de la Diputación Don Cayetano del Toro.
Estas aportaciones darán lugar años más tarde a un verdadero resurgir de nuestra Semana Mayor, que recogerá el cronista de la ciudad Serafín Pro Ruiz, aparecido en el Anuario de la Familia Cristiana fechado en nuestra ciudad en 1945, y que considerando su gran interés transcribimos íntegramente:
"Impresión de la Semana Santa Gaditana.
Al evocar la Semana Santa Gaditana, acuden a nuestra imaginación las procesiones del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, el Nazareno de Santa María, el Santo Entierro y Nuestro Padre Jesús de los Afligidos; así como si se recuerda la de Sevilla hay que hablar de las efigies del Señor del Gran Poder, la Macarena, el Cachorro y Jesús de la Pasión.
La procesión de la noche del Viernes Santo con el Santísimo Cristo de la Buena Muerte, atribuido al insigne imaginero Montañés [conviene señalar aquí la tendencia que hubo durante décadas de atribuir toda obra destacable a Montañés, Pedro de Mena, Salcillo o la Roldana, dejándose en el olvido escultores de primer orden que por falta de estudio pasaban desapercibidos o ignorados], conocida por la del Silencio, es escalofriante, aun para los indiferentes; Jesús descoyuntado pende del Santo Madero alumbrado por cuatro hachones de cera amarilla, cual el color de sus carnes yertas, y conmueve a la multitud, aterrada de sus pecados ante la exánime figura del Redentor que no tuvo donde reclinar su divina cabeza en la expiración. Su paso por las calles de Cádiz semeja una luminosa sierpe. Con el aditamento del paso de la preciosa imagen de Nuestra Señora del Mayor Dolor, antigua magnífica escultura, esta procesión ha perdido su carácter esencial, pero ha ganado mucho en cuanto a suntuosidad.
La devota Cofradía de Nuestro Padre Jesús de los Afligidos, de la parroquia de San Lorenzo, estacionada durante muchos años, sacudió hace algunos su abulia de fines del pasado siglo, y hoy se enorgullece presentando el magnífico "paso" de sus titulares, con Santa María Magdalena, San Juan y el Cirineo, con soberbio peanón de estilo barroco dorado y policromado, y es nota muy destacada de la Semana Santa por su lujo y severidad.
Después de horroroso incendio y saqueo que sufrió en 1936 la popular cofradía Pontificia y Real de Nuestro Padre Jesús Nazareno, ha vuelto por su tradición de siglos y tanto la salida de su templo como su recogida en las altas horas de la madrugada del Jueves Santo constituye el más emocionante motivo de nuestra Semana Santa. Desde que la procesión se adentra en su barrio, las saetas que le dedican al Greñuo (Gran Señor) no cesan un punto, culminando el fervor popular a su paso por la Cárcel para consuelo de los presos, y sobre todo a la entrada en la histórica iglesia de Santa María, en cuya capilla propia recibe las plegarias de todo Cádiz durante el año. Es digno de notar que jamás se da el caso de que la capilla esté totalmente sola, siempre algún devoto eleva sus preces al Oráculo de Cádiz, y este fervor es el que tanto se manifiesta el solemne Jueves por todas las clases sociales.
Aun a través de cerca de un siglo, produce extraordinaria admiración la Sagrada Urna, toda de plata cincelada, que la Cofradía Real del Santo Entierro luce en la noche de Viernes Santo. Es una de las más preciadas joyas de Cádiz, que cifra su orgullo en esta magnifica alhaja, no igualada en toda España, no solo por su valor intrínseco, sino por el mérito artístico de sus elegantes líneas y relieves. Es obra netamente gaditana, y nada tiene que envidiar a la de otros orfebres españoles.
Aquella luminosa idea de don Cayetano del Toro, presidente y fomentador de las procesiones de la Semana Santa, de que todos los titulares de cofradías que representaran los distintos pasajes de la Pasión del Salvador, formaran en la procesión del Santo Entierro como una Procesión Magna, cayó en desuso al poco tiempo, pero resurgió nuevamente esta manifestación religiosa hace dos años con general asentimiento de cofradías y vecindario; y también se proporcionaba a los forasteros, que sólo podían desplazarse en días festivos, este grandioso espectáculo religioso, que rivalizaba con los más destacados de la nación por su originalidad y soberbia pompa.
Se había creado con ello una corriente de turismo hacia Cádiz en el Viernes Santo desde Sevilla, y las calles gaditanas presentaban en ese día un inusitado movimiento, que culminaba en las horas de la noche para presenciar el famoso desfile de la Procesión Magna Gaditana.
En este año con la estimulante rivalidad de las cofradías, ha de superarse la Semana Santa a los pasados, con nuevos pasos, ricos bordados, canastillas doradas y cuanto se ofrece a las Sagradas imágenes procesionales de este culto y religioso pueblo".
Queda así probado la gran labor de este insigne gaditano que supo poner los cimientos de lo que hoy es y se puede considerar una de las mejores Semana Santa de España, con la asignatura pendiente de ser declarada de Interés Turístico Nacional.
También te puede interesar
Contenido ofrecido por Turismo de Ceuta
Contenido ofrecido por CEU en Andalucía