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Las playas de Cádiz

Cuando Santa María del Mar iba a ser una playa privada

  • La promotora de Bahía Blanca quería imponer, en la década los años 40, el pago para acceder a ella y evita a las clases "menos cultas"

  • La prohibición del baño ha sido habitual durante muchos años por el mal estado de este tramo del litoral

El balneario que funcionó durante unos años en Santa María del Mar.

El balneario que funcionó durante unos años en Santa María del Mar. / D.C.

La propuesta de la patronal hotelera de dar prioridad para el uso de la playa de Santa Mar a los clientes de un hotel cercano ha provocado el lógico terremoto. Las playas son el gran espacio natural de la ciudad y, mientras que no se apueste por otros aspectos relevantes de nuestra ciudad, su gran reclamo turístico. La administración local y algún colectivo ciudad respondieron con rapidez: la playa no se privatiza.

Lo cierto es que hace ya unos cuantos años, la playa de Santa María estuvo a punto de ser privatizada. Eran otros tiempos, cuando los usuarios del litoral de la ciudad se circunscribían a los propios gaditanos y a reducidos grupos de madrileños y sevillanos que tenían su segunda residencia en Cádiz, cuando aquí abundaban los chalés. Eran tiempos, también, con una ausencia total de servicios en las playas.

Estamos en 1939. Recién concluida la Guerra Civil, el Ayuntamiento franquista se dispone a reanudar las obras de derribo de todo el frente de la Puerta de Tierra, los glacis y parte del lienzo de la muralla principal, iniciadas durante la II República.

La operación se deja en manos de la empresa privada, en este caso la empresa Ribera y Compañía Ingenieros S. L., aunque el proyecto será redactado por los arquitectos municipales.

El calado del proyecto era evidente. Suponía actuar en la frontera de la propia ciudad, pues hasta ese momento la expansión por extramuros se había limitado a varios barrios obreros y de pescadores y a la existencia de villas de recreo. Además se planteaba urbanizar una superficie de 172.000 metros cuadrados, en buena parte lo que hoy conforman Bahía Blanca y Santa María del Mar.

La idea era levantar un complejo de chalés, hoteles se le denominaban, y bloques de pisos para familias de un evidente poder adquisitivo y convertir este espacio casi en un coto cerrado para el resto de la ciudad. Hay que tener en cuenta que a pocos metros, en la misma entrada al casco histórico, se levantaba el más que degradado barrio de Santa María que, años más tarde, el alcalde José León de Carranza proyectó derribar en buena parte en un proceso de "higiene urbana".

Diseño del restaurante de la playa y de pisos y chalés en Bahía Blanca y Santa María del Mar Diseño del restaurante de la playa y de pisos y chalés en Bahía Blanca y Santa María del Mar

Diseño del restaurante de la playa y de pisos y chalés en Bahía Blanca y Santa María del Mar / Del libro "La ciudad soñada"

El proyecto planteaba por primera vez en la historia una operación integral, con un plan "armónico combinando la situación de los edificios, su estilo y su decoración con los de las calles, playas y paseos proyectados, suprimiendo la anarquía que supone el que cada propietario pueda elegir a su gusto, bueno o mal, el proyecto de su casa".

Sobre el terreno se pintaban 300 viviendas, con una inversión de unos 10 millones de pesetas. La empresa constructora era ya entonces una de las más prestigiosas de España, introductora del uso de hormigón armado.

El recorrido por el complejo se iniciaba en una gran plaza que se pintaba frente a la muralla (lo que hoy es la plaza de la Constitución); de ésta hasta la playa de Santa María del Mar se destinaban espacios para las edificaciones más lujosas, que descendían mediante curvas concluyendo en una gran restaurante que iba a dominar todo el litoral.

En el otro extremo, buscando la Bahía, se proponía un trazado viario más regular "que permitirá edificar viviendas no demasiadas recargadas pero de primera calidad y con un precio razonable". Todas las calles contarían con jardines en su acera "porque otra característica esencial del barrio será la frondosidad".

El diseño de las viviendas, desde las más lujosas hasta las destinadas a una clase media alta, suponía "una combinación especial entre el concepto moderno y antiguo y que puede titularse colonial y californiano". El viento se tuvo en cuenta planteando la necesidad de "una construcción de primera calidad, especialmente en lo que se refiere a carpintería de puertas y ventanas y al revestido de los edificios, evitando deterioros que afearían al barrio". Así, junto a los chalés se levantarían también bloques de vivienda de poca altura.

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La playa de Santa María del Mar iba a ser uno de los grande reclamos de la promoción. Junto al restaurante se proyectaba un balneario con casetas familiares e individuales, juegos para los pequeños, campo de tenis y frontón, embarcaciones de recreo y pista de bailes.

Aquí entraba las restricciones del uso de la playa. Pensando en un conjunto residencial para las clases media-alta y alta, el temor de los promotores era que continuase su uso por vecinos de los barrios cercanos, que denominan a Santa María como la "playa de las mujeres". Por ello se hace una propuesta muy arriesgada: privarizarla.

En la propuesta lanzada por la promotora se afirmaba: "El acceso a la playa será de pago, así como los servicios de la misma con objeto de conseguir que esta playa, por consecuencia lógica de emplazamiento, tenga el todo que corresponde a la nueva zona que se urbaniza, de viviendas habitadas por la clase media de condiciones moral de educación tales que se sientan molestas con la gran promiscuidad y abandono de otros elementos menos cultos".

La urbanización chocó desde un principio con dos problemas esenciales. Por un lado el elevado coste que supuso concluir el derribo de los glacis, y por otra las exigencias de la empresa al Ayuntamiento, sin capacidad financiera, para participar en la urbanización de la zona.

Como tantas operaciones urbanísticas en la ciudad, ésta se fue diluyendo en el tiempo. Bahía Blanca sí se vio poblada de chalés y hoteles privados, pero sin el diseño propuesto por la promotora.

La playa no se privatizó, pero sí se construyó un balneario a los pies del terraplén que separaba el litoral de la zona urbana.

Los últimos restos del balneario, con el mar comiéndose también la arena. Los últimos restos del balneario, con el mar comiéndose también la arena.

Los últimos restos del balneario, con el mar comiéndose también la arena. / D.C.

La inestabilidad de la playa, el fuerte oleaje habitual en la misma y la falta de estabilidad de esta zona provocará pronto el deterioro del balneario, que será abandonado a su suerte por parte del Ayuntamiento, hasta su eliminación definitiva.

Lo cierto es que Santa María del Mar ha sido siempre la playa peor tratada por el tiempo y por las administraciones, hasta que hace cuatro décadas comenzó una profunda regeneración.

Durante décadas y según las mareas recibía buena parte de las basuras que se tiraban al Campo del Sur, o lo restos fecales que salían de los sumideros desde el casco antiguo, lo que no se solventó hasta que se eliminaron ambas actuaciones.

La playa, cerrada en los años ochenta. La playa, cerrada en los años ochenta.

La playa, cerrada en los años ochenta. / D.C.

La playa sufrió también los riesgos de caídas de rocas y piedras en el elevado desnivel que tiene hasta conectar con el Paseo Marítimo. En 1985 en hundimiento parcial de este terraplén provocó la muerte de cuatro personas, tras lo cual se realizó una profunda reforma de la zona.

La pérdida de arena siempre ha sido objeto de polémica, entre quienes defienden crecer en litoral y quienes pretende preservar la zona rocosa más cercana a la playa de la Victoria.

Hace quince años, cuando se proyectó construir un aparcamiento subterráneo junto al baluarte de San Roque Costas llegó a estudiar la posibilidad de ampliar la playa de Santa María del Mar hasta hacerla llegar a los pies de la antigua Cárcel Real, una operación muy costosa por la inestabilidad del terreno.

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