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La rehabilitación del casco antiguo de Cádiz

“Aquí sólo han llegado nuevos propietarios, pero todo sigue igual”

El archivo fotográfico de Diario de Cádiz está repleto de cientos y cientos de imágenes de infraviviendas. De familias, muchas mayores, haciendo la comida en una cocina comunitaria, durmiendo padres e hijos en una misma habitación, lavándose en una palangana o en aseos también comunes para todos los inquilinos. Casas desconchadas, con grietas, con un alumbrado obsoleto.

Buena parte de estas imágenes han pasado, afortunadamente, a la historia. Ha costado mucho. Decenas de años porque la infravivienda forma parte de nuestra vida desde hace más de un siglo y sólo en los años de la democracia municipal se han adoptado acciones para su eliminación.

Pero aún no se ha conseguido. Hace cinco años, el defensor del pueblo andaluz, Jesús Maeztu, visitó, acompañado por miembros de la Asociación Pro Derechos Humanos, varias fincas con infraviviendas o que tenían importantes necesidades de rehabilitación, más allá de contar con pisos más o menos aceptables.La amplia crónica que publicó este diario, como previa de la visita, destacaba que los inquilinos “esperan como agua de mayo la visita de Jesús Maeztu, confiando en que a partir de ese momento su situación habitacional mejorase.

Cinco años más tarde las esperanzas han tornado en decepción. Visitamos el pasado miércoles Regimiento Infantería 20 y todo sigue igual. Bueno, todo no. Relatan los inquilinos de toda la vida que la propiedad ha cambiado y que Hacienda les ha pedido que ingresen en su delegación el alquiler mensual, que pagan religiosamente para evitar problemas, porque, dicen, los propietarios mantienen deudas con la administración pública.

Eso, a los vecinos de toda la vida, les da igual. Les preocupa que la finca, con el nuevo propietario y con el anterior, sigue sin reformada. Y tienen claro que nadie lo va a hacer. "Los nuevos propietarios sí han metido a nuevos inquilinos, han alquilado casas pero sin hacer obras antes. Más allá, no sabemos nada de lo que quieren hacer en el edificio", se lamenta uno de los vecinos.

Campo del Sur 14 fue otra de las visitas de Jesús Maeztu. Hace cinco años sus residentes, familias con una única habitación para los hijos, padres y abuelos en un claro ejemplo, esta vez sí, de infravivienda, con el correspondiente cuarto de bajo común con techo de uralita, sin luz en los espacios comunes, y los refuerzos de los techos instalados por los propios vecinos. La finca está, ahora, medio abandonada.

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