Premio Nacional de Arquitectura en Cádiz

Premio a Campo Baeza, el arquitecto de la razón, la sencillez, lo esencial y la belleza

  • La ministra de Transporte y Movilidad, Raquel Sánchez, entrega en el Oratorio gaditano la distinción Nacional de Arquitectura a Alberto Campo Baeza, poco antes de encargarle en público un proyecto de vivienda social

Ante el retablo de la Inmaculada de Murillo y bajo la cúpula del barroco y elíptico Oratorio de San Felipe Neri, el mismo escenario en el que un buen día del año 1953 hizo su primera comunión, el prestigioso arquitecto Alberto Campo Baeza recibió este jueves el Premio Nacional de Arquitectura, que salió excepcionalmente de Madrid para ser recogido en la ciudad de su infancia. Un galardón que recibió por una trayectoria, una vocación docente y una obra trazada por la poesía, la razón, la luz –con gran influencia de la de Cádiz– y esa belleza que busca desesperadamente.

La ministra de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, hizo entrega de la distinción en un concurridísimo Oratorio, en un acto que fue conducido por la arquitecta, investigadora y comunicadora Nuria Moliner, y que contó con la presencia del delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández; el secretario general de Agenda Urbana y Vivienda del Mitma, David Lucas; así como de los directores generales de Agenda Urbana y Arquitectura, Iñaqui Carnicero, y de Vivienda y Suelo, Javier Martín. Le acompañaron entre las autoridades gaditanas el subdelegado del Gobierno en Cádiz, José Pacheco; el delegado de Estado de la Zona Franca, Fran González; la delegada de Cultura de la Junta de Andalucía en Cádiz, Mercedes Colombo; la edil de Educación del Ayuntamiento de Cádiz, Ana Fernández; numerosos amigos, familiares, colegas de profesión, la presidenta del Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Arquitectos, Noemí Sanchís, y la decana del Colegio de Arquitectos de Cádiz, Isabel Suraña, cuya institución promovió la candidatura.

A todos ellos, y especialmente a la institución que otorga y a la que propuso su nombre, quiso dar las gracias el siempre humilde, sencillo y generoso Campo Baeza, que se deshizo en elogios hacia el Cádiz de sus amores bajo la filosofía que lo ha guiado por la vida. “Aún aprendo”, empezó y concluyó el emotivo discurso que fue precedido por las palabras del que fue su alumno, Iñaqui Carnicero, y el de su amigo, el arquitecto gaditano Tomás Carranza.

“Aún aprendo, escribió Goya en un dibujo a lápiz de una persona mayor con barba blanca que está en el Museo del Prado –del álbum de Burdeos de 1826–”, por lo que “no puedo más que repetir gracias, gracias y gracias”, dijo. “Cuando digo a mis amigos que este premio tan prestigioso es más el resultado de la generosidad del jurado que solo de mis méritos, es verdad”, indicó modestamente. Pero la proyección de un hermoso vídeo que exhibió su potente obra, con la interpretación que él mismo realizó de los pilares básicos de su arquitectura y las palabras de elogio que se pronunciaron en el acto de sus creaciones, su entusiasta labor docente, y su generosa personalidad demostraron lo contrario.

Así lo recalcó la propia ministra, que le entregó el premio diseñado por el también arquitecto Juan Navarro Baldeweg. Sánchez respondió a Campo Baeza que “sigues aprendiendo pero también enseñando”, y alabó no sólo el talante docente, sino también “intelectual, humanista e investigador” de un hombre “que acepta elogios sin estridencias, de buen carácter y amante de la verdad, como cualidades inherentes a tu personalidad, y con una obra sencilla, esencial y lógica”.

Sorprendió la ministra con un encargo en público entre la enumeración de los valores que siempre defiende el arquitecto respecto a la socialización de la vivienda y su confeso rechazo a la especulación con el suelo como bien común de todos, como preceptos de la futura Ley de Vivienda. “Nos gustaría que le dieras forma a una promoción de viviendas sociales”.

Por su parte, Iñaqui Carnicero agradeció la profunda huella que Campo Baeza dejó en las numerosas generaciones de alumnos que, como él, tuvieron el privilegio de asistir a sus alentadoras e inspiradoras clases de Proyectos, mientras que Tomás Carranza, encargado de la laudatio, subrayó la arquitectura labrada a imagen y semejanza “de un temperamento tenaz e intenso que nunca ha escatimado en esfuerzos, entrega y tenacidad”, así como “la esforzada y, por momentos, radical búsqueda de la belleza”.

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