La población en Cádiz desciende y hay cada vez más mayores

Cádiz, una de las ciudades más pobladas a pesar de perder habitantes

  • La densidad de población por kilómetro cuadrado la sitúa entre las primeras del país.

  • Cada vez hay más vecinos mayores de 65 años y menos por debajo de los 25.

  • La Viña ha perdido en una década el 19% de su censo.

A pesar de perder vecinos el casco antiguo de Cádiz mantiene su dinamismo

A pesar de perder vecinos el casco antiguo de Cádiz mantiene su dinamismo / Julio Gonza´lez

Que Cádiz pierde población no es una novedad. Es la mala noticia con la que iniciamos cada año en la capital. Ahora somos 116.979. Seguro que menos, porque está cifra, la última oficial, corresponde a la situación del padrón a 1 de enero de 2018. En todo caso, se pierde, y lo hace de forma continuada desde que en 1995 se cuantificaron 154.511 vecinos y un año después se bajó hasta los 145.593, producto de un censo general que descolocó los datos de población de medio país.

Estas cifras nos llevan a reflexionar, año tras año, sobre las causas de esta pérdida y sobre el propio futuro de una ciudad que desde hace poco más de 25 años ha perdido 40.000 habitantes, casi un tercio de los vecinos que había en 1981 (157.766) cuando alcanzamos nuestro récord, seguido de un lento descenso que se extendió durante poco más de una década hasta el inicio del hundimiento en el referido censo de 1996.

Lo cierto es que en estas cifras podemos buscar respuestas negativas o positivas sobre nuestra realidad. Desde asumir la gravedad de esta continúa sangría hasta considerar que aún somos muchos para el reducido territorio que nos acoge, según nos interese.

Un ejemplo. A pesar de perder vecinos, Cádiz tiene una densidad de 8.795 habitantes por kilómetro cuadrado. No olvidemos que el término municipal apenas llega a los 13,3 kilómetros cuadrados, cuando el de Jerez supera el millar. Así, la capital se sitúa con este dato entre las diez localidades de más de 50.000 habitantes con mayor densidad de población de España, apenas superada por ciudades ubicadas en la provincia de Barcelona, incluyendo la Ciudad Condal.

Aunque esta densidad ha ido bajando a la vez que se ha perdido población, ofrece cifras espectaculares. Si al término municipal le restamos el suelo industrial, portuario, la playa y lo que nos corresponde del Parque Natural, nos quedamos con una zona residencial, que es donde vivimos, de apenas 4,45 kilómetros cuadrados, lo que suponen 26.287 habitantes por kilómetro cuadrado. Más, incluso, que la densidad de población de Manhattan, el distrito más famoso de Nueva York.

Podemos rizar más el rizo. La ciudad se divide en distritos (diez en total) y éstos en secciones que se limitan a algunas de sus calles. Una de estas secciones, la que corresponde a Los Porches dispara su densidad a 131.000 habitantes por kilómetro cuadrado.

Con estas cifras, más que alertar por la pérdida de población habría que ver quiénes se van y quiénes se quedan.

En el estudio que el Ayuntamiento de Cádiz realiza tras el dato oficial del INE de cada año, se aportan varias respuestas. Así, a 1 de enero de 2018 en la ciudad estaban empadronados 25.104 vecinos menores de 25 años. Frente a ellos, habían 27.213 con más de 65 años. Entre medio, 65.641 personas. Teniendo en cuenta que el futuro se basa, lógicamente, sobre los grupos de menor edad de cada localidad el envejecimiento de la capital no invita al optimismo.

Hay que tener en cuenta, en este sentido, que en apenas una década el colectivo más joven ha reducido su número en un 19,8%. Casi el mismo porcentaje del aumento entre los más mayores, un 18,3%. En el bloque entre 25 y 65 años también se produce un descenso del 9%.

Todo ello implica un incremento en el coste asistencial y sanitario, la necesidad de más residencias para la tercera edad y un menor gasto en el día a día de la ciudad, producto de un grupo social que a medida que aumenta en años sale menos a la calle. No obstante, en el plano positivo, el elevado número de mayores, la gran mayoría con sus correspondientes pensiones, es lo que ha evitado que la última y larga crisis económica haya tenido una incidencia más grave en la sociedad gaditana de lo que de por sí ha tenido.En cuestión de edades destaca igualmente una cifra: la de mayores de 100 años. Cada vez hay más centenarios. En el último padrón eran 61 (cincuenta mujeres) frente a 36 hace una década (treinta mujeres).

Este proceso de pérdida de población está siendo especialmente notable en nuestro casco histórico. A 1 de enero de 2018 estaban censadas 35.589 personas, tres mil menos que hace una década. El plan de rehabilitación de su vetusto parque de viviendas iniciado en 1999 mejoró de forma más que sustancial la calidad de vida de sus vecinos. Eliminó cientos de viviendas pero la necesidad de nuevas casas no se vio compensada con la apertura de suficientes promociones. Desde el inicio de este plan, intramuros ha perdido cerca de nueve mil vecinos (tenía 44.274).

Lejos quedan los tiempos en el que el censo de Cádiz, cuando apenas había vecinos en extramuros, superaba las 70.000 personas, la mayoría casi apiladas dentro de las murallas.En la pérdida de población del casco antiguo ha jugado un papel más que relevante el barrio de La Viña.

Aunque los distritos en los que se divide la ciudad no corresponden exactamente a sus barrios, en el caso de La Viña apenas quedan fuera algunas fincas que no tergiversan este dato: en una década el populoso barrio ha perdido al 19,7% de su población, que hoy cada vez se aleja más de los cinco mil vecinos. Zonas como el Pópulo, donde planes como el Urban han sido esenciales para su recuperación, o el Mentidero, han aguantado mejor, con pérdidas en el mismo periodo de tiempo por debajo del 5%.

A pesar de este descenso de habitantes, el casco antiguo de Cádiz mantiene un dinamismo que no se repite en buena parte de los centros históricos de muchas capitales del país. La permanencia en el mismo de los principales centros administrativos, la importancia de su comercio y la sustancial mejora de la trama urbana unida a una evidente modernización de su hostelería y el crecimiento de la demanda turística hacen que con diez mil vecinos menos el casco siga latiendo con fuerza, aunque sin obviar riesgos de envejecimiento en determinadas zonas de su limitado territorio.

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