Pequeñas lecciones de historia
La Gymkhana del Doce toma el centro con más de 20 pruebas, donde los participantes aprenden aspectos de la sociedad gaditana de hace dos siglos
"Hemos aprendido cosas como los nombres antiguos de las calles de Cádiz, los bailes típicos de la época o cómo los gaditanos se burlaban de los franceses". Así, un grupo de alumnos del colegio de las Carmelitas resumía exhausto las cuatro horas que duró la Gymkhana del Doce que organizó ayer el Ayuntamiento de Cádiz y que contó con el patrocinio de Diario de Cádiz..
Desde las 10 de la mañana, una pequeña marea de camisetas rojas inundó la ciudad. 120 equipos formados por unas 600 personas se han recorrido todo el centro de Cádiz para buscar las más de 20 pruebas preparadas para esta cuarta edición.
El punto de encuentro fue la plaza de San Juan de Dios, donde los grupos se alistaron y recibieron las primeras consignas para resolver los distintos enigmas. Todo esto, rodeado por el ambiente de 1811, con la ciudad sitiada por los franceses y las Cortes reunidas en Cádiz preparando la Constitución.
Carreras de un lado para otro, momentos de locura ante un casco antiguo muy poblado de gente, todo para tomar la delantera en el camino elegido, ya sea hacia la Catedral, el Pópulo, San Francisco o Santa María.
En la Catedral, el primer punto wifi en el que responder a las pruebas y, de fondo, una pequeña banda musical. Un director con vestimenta dieciochesca invitaba a los participantes y a los paseantes a bailar a ritmo de pasodoble, mientras utilizaba como hilo conductor la figura de Chueca y la zarzuela Cádiz.
Siguiendo esta senda, el siguiente salto obligado era la plaza de las Flores, donde esperaba a los concursantes una burguesa que invitaba a participar en una tertulia a base de trabalenguas.
Otro punto wifi en el Palillero y una nueva carrera para llegar hasta San Antonio, donde esperaba Bienvenido Nueveiglesias, el primer acertante de la Lotería Nacional. De Cádiz y desde entonces "no nos ha tocado nada", decía el afortunado mientras "van bolichas". "El tío del queso", "los dos gallegos" o "la edad de Cristo" salían entre la extrañeza de los jóvenes y las risas de lo que son expertos en las artes del juego playero.
Entre preguntas de dónde está el Palacio de los Mora, en la plaza del Falla esperaba el empresario del Gran Teatro de Cádiz, con carteles de las zarzuelas El barón de las castañas, Lola y El hombre es débil frente a otros falsos de la reventa.
Ya en el Mentidero, la guasa de Cádiz se personificaba en la figura del pelele de Napoleón. Un manteo "al pelele, pelelito" y canciones y chascarrillos para aprender que hace dos siglos "los gaditanos también nos lo tomábamos todo a cachondeo", como explicaba una animadora con traje de época y madroñera.
Otra pequeña carrera y camino en busca del punto wifi de Mina para tomar dirección a San Francisco, desde donde el novicio dominico Fray José Fernández daba tañidos desde la torre vigía del convento para avisar de los ataques franceses por mar. Un corte de mangas como respuesta a cada disparo al agua daba pie para que los concursantes tuvieran que traducir un mensaje en lenguaje de signos.
En la plaza de España, uno de los personajes más atrayentes tanto para los participantes como para los turistas, la figura principal del monumento a las Cortes. Un mensaje cifrado en la espalda sobre la cuna de la libertad y otro salto en busca de más enigmas.
Un masón en San Agustín buscaba adeptos para su logia secreta, en una época en el que la masonería estaba mal vista al venir desde Francia. Mientras, el Santo Oficio de la Inquisición realizaba torturas a base de cosquillas en Santa Cruz o el Carnaval se celebraba en el Callejón del Duende.
Pequeñas lecciones de historia repartidas por toda una ciudad que busca ya el camino del Doce. Vencedores y vencidos se reagrupaban a las dos de la tarde de vuelta en San Juan de Dios. Cansados de tanto correr, pero con la satisfacción de haber aprendido entre tanto juego.
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