Pablo Juliá: “La Academia de Bellas Artes es un patrimonio de Cádiz que tiene que hacerse ver”
Pablo Juliá | Presidente de la Real Academia Provincial de Bellas Artes de Cádiz
Un año después de alcanzar la presidencia, el fotógrafo gaditano analiza la actualidad de la entidad, su traslado provisional, su histórica sede y el iniciado nuevo rumbo
Los últimos nuevos académicos
La Academia de Bellas Artes se traslada provisionalmente al antiguo Rectorado
La Real Academia Provincial de Bellas Artes de Cádiz tiene 236 años de historia. Nacida como Escuela de Nobles Artes y germen de posterior del actual Museo Provincial de Cádiz, se trata de una institución de altísimo valor cultural y patrimonial. Surgida en aquel Cádiz de esplendor, el del siglo XVIII, la Academia busca ahora adaptarse a los nuevos tiempos, modernizarse de la mano de su presidente, el fotógrafo gaditano Pablo Juliá , que anda tan entusiasmado con la sede provisional cedida por el Ayuntamiento en Ancha, 16 (antiguo Rectorado) como preocupado por el futuro de sus sede matriz, anexa al Museo y abandonada a su suerte en el Callejón del Tinte. Y, al tiempo, convencido de que la institución ha emprendido un nuevo rumbo visible ya en la elección de los últimos académicos.
–Hace dos años, en febrero de 2022, ingresó en Bellas Artes y hace un año fue elegido presidente de la Academia. De cualquier joven se diría que ha sido una carrera meteórica.
–(Ríe). A mí me ha sorprendido todo. Me hizo mucha ilusión que me hicieran académico, porque cualquier gaditano se siente orgulloso de una elección como esta. Lo que ya me sorprendió del todo fue que de pronto quisieran que fuera presidente. Creo que querían dar una imagen distinta, una imagen nueva. La verdad es que me sorprendió, no me lo esperaba, ni he hecho nada por ser el presidente de la Academia. Pero una vez que te eligen, pues encantado porque hay muchas cosas que hacer.
La verdad es que a esto de las academias hay que darle un giro porque todas tienen un cierto olor a naftalina, y eso hay que cambiarlo. ¿Cómo? Pues simplemente dándoles el mismo papel que tienen pero haciéndolo activo. tenemos gente muy buena, académicos buenísimos. Y hay que hacer cosas nuevas, por eso lo de meter a Ruibal, a Ángeles Reiné...
–Son nuevas artes o nuevos enfoques de las artes de siempre.
–Exacto, eso es lo que yo creo que hay que cuidar. Que la fotografía tuviera un papel ya era significativo. El primer fotógrafo en entrar fue Kiki. Que los fotógrafos estén en las academias es importante, pero que ahora pueda estar un Ruibal, con su música, o una Reiné, que hace cine... A mí me parece que es signo de los nuevos tiempos. Y además conjugado perfectamente con, por ejemplo, Ramón Corzo que es un experto fantástico en arqueología, con arquitectos muy buenos también...
–Al final, la institución hunde sus raíces en el siglo XVIII y eso no se puede borrar.
–Claro, pero en esa época por ejemplo no había fotógrafos. En aquellos tiempos hablar de bellas artes era hablar sobre todo de pintura y escultura.
–De hecho fue el germen de la Escuela de Artes.
–Sí, pero también del Museo, que se hace en función de la Academia. Muchas obras que están en el Museo son académicas.
–¿Esa bicentenaria historia de la Academia no podría formar parte de ese proceso de modernización, no se podría divulgar mejor para que se conozcan sus destacadas raíces?
–Queremos hacer, precisamente, talleres en ese sentido. Lorenzo y Juan Alonso de la Sierra, por ejemplo, van a dar conferencias explicando el patrimonio que tenemos, lo significativo que puede ser y cómo se puede actualizar esto. Cuando he visto los libros de la Academia, esos libros grandes con pinturas, piensas que esto lo tiene que conocer la gente, es que es nuestra labor enseñarlo. Pero esto completado con otras cosas, como por ejemplo talleres de fotografía, de pintura, de escritura, de música, que la música es muy significativa. Y unirnos a reivindicar a los grandes personajes de la música como puede ser Falla, que para eso va a ser académica la pianista japonesa Azumi Nishizawa, especialista en la obra de Falla.
–Llama también la atención, como ya ha dicho, la entrada del cine en la Academia.
–Sí, y también estamos haciendo algunos acuerdos con la Escuela de Cine de la Universidad de Cádiz, con Bruto Pomeroy. Yo soy un apasionado del cine. Cuando vi ‘Blow Up’, la película de Antonioni basada en el cuento de Cortázar ‘Las babas del diablo’, pensé que eso era una especie de obra global, impresionante, donde estaba metido literatura, pintura, fotografía, cine... Eso es lo que hay que buscar. ¡Cómo no va a estar el cine en la Academia! Y tenemos que intentar también hacer talleres sobre cine.
–También entran las nuevas músicas con Ruibal.
–Claro, y podemos hacer un juego con músicas distintas que proponen otros miembros de la Academia, y si viene Azumi estamos dando otra impresión, estamos dando un juego más grande al tema, estamos visualizando algo distinto.
–Es cierto que en este primer año de presidencia, los primeros nombramientos han sido muy significativos. No sé si estas elecciones marcan el nuevo estilo, el nuevo rumbo.
–Sí, yo quisiera creer que eso es así. Pero yo soy muy nuevo, aunque sea presidente soy muy nuevo (ríe). Y tampoco soy de las personas que se lo atribuyan a sí mismo; he tenido muchísima suerte en que cuando me nombran presidente, al poco tiempo después, nos den la sede provisional de la calle Ancha.
–¿No ha sido un logro suyo?
–No es logro mío, sinceramente. Ahí tenemos la suerte de que en el nuevo Ayuntamiento la concejala de Cultura, Maite González, es hija de un académico que se recorría cuando niña, de la mano de su padre, los pasillos de la Academia. Tener la suerte de que, poco después de que a ti te nombran, Maite se hace cargo de Cultura..., no puedo decir que esto sea mío; no lo es.
–Ha habido más receptividad.
–Lo que sí ha habido es una buena comunicación desde el principio. Independientemente de dónde sea cada cual, lo importante es dejar la connotación política y valorar que tenemos un hecho cultural importante que poner sobre la mesa. Creo que la ciudad de Cádiz se lo merece, pero también la Academia merece ser conocida por todos. Es un patrimonio de Cádiz que tiene que hacerse ver, y es lo que estoy haciendo con la institución. No venimos a pedir nada, sino a decir que estamos aquí y que esto es importante. Y si encuentras una persona como Maite, pues miel sobre hojuelas; esa es mi suerte.
–¿Cuáles son los planes para esta sede que es provisional, aunque la provisionalidad puede durar años?
–Pues talleres, actividades, conferencias, pequeños conciertos porque económicamente estamos pegados, recurriendo a los apoyos que nos puedan ir dando. Tenemos pensado hacer muchas actividades. De hecho, vamos a hacer una gran exposición de Luis Gonzalo. ¿Por qué? Puede ser nepotismo: no, no; es que es obligado, es que murió hace poco y tenemos una obra ahí que donó, como persona muy generosa que era, y hay que darla a conocer. Habrá talleres de Antonio Agudo de pintura, talleres de fotografías con móviles, traer a gente como Mellado o Morenatti. Mezclar cosas nuevas con el patrimonio tan bueno que tenemos.
–¿Y la biblioteca?
–Queremos trasladar fundamentalmente, en un principio, la obra más significativa para que la gente pueda ver lo que hay ahí, consultarla igual que los archivos. Todo está catalogado por Rosario Martínez, que lo hizo muy bien. Y queremos abrir eso a los ciudadanos. También hay entidades que nos piden ayuda para valorar algún concurso; bueno, pues ahí estamos nosotros que tenemos un plantel de buenos profesionales.
–¿Las obras de arte se quedarán en la sede del Tinte?
–Bueno, trataremos de trasladar algunas. Las que son claramente nuestras, muchas de ellas pueden venir. Podríamos poner unas cuantas obras, no el volumen entero.
–El mal estado de la sede, junto al Museo y con entrada por el Callejón del Tinte, puede afectar a aquellas obras de arte?
–Sí. Nosotros vamos a mandar una nota al delegado, a la delegada, a las autoridades autonómicas, para que sean conscientes de que hasta qué punto eso que está allí es un material de un valor incalculable. Algo hay que hacer porque aquello está en condiciones peligrosas, y eso se nos puede ir. Hay obras del Museo y obras de la Academia que están en una zona de peligro, de goteras y demás. Tenemos que advertir de ello, hay que ser crítico con las situaciones. Está claro que hay que hacer algo ahí, eso no se puede quedar en la situación de peligro que está. Queremos que se preserve ese patrimonio que es de Cádiz.
–No será tan fácil.
–Quizás no... Por eso, que estemos aquí no significa que abandonemos la idea aquella; allí está el germen del Museo actual.
–¿Aquello es propiedad de la Academia?
–Eso de la propiedad es complicadísimo. Hay mucho galimatías. Por un lado, pertenece al Estado porque todos los museos pertenecen al Estado, pero la gestión es autonómica; y además llega el Ayuntamiento y dice que es suyo.
–Y cada administración puede decir una cosa u otra dependiendo de quien esté al frente...
–Claro, ese el problema: que hay muchas voces que disienten unas de otras. Ahora tienen un solo color político, con lo cual diríamos que sería más fácil, pero el Estado no... Yo lo que busco es la posibilidad de que se pongan de acuerdo, y eso es lo que estoy intentando con las administraciones. Esto debe ser un acuerdo político, o político-cultural, y se tienen que poner de acuerdo dos administraciones diferentes.
–Pero se trataría de un acuerdo para la ciudad.
–Pero eso cuesta hacerlo entender a las propias instituciones.
–¿Dónde se celebrarán los ingresos de nuevos académicos?
–Queremos hacerlos en el Salón de Plenos del Ayuntamiento. La apertura del curso académico se podría hacer en el salón de actos de esta sede provisional. El Ayuntamiento no tienen ningún problema. Porque quiere hacer visible su apoyo a la cultura.
–¿Y Diputación?
–Tenemos pendiente conversaciones con Diputación. Allí tomé yo posesión. No descartamos nada.
–La Academia tiene carácter provincial, y ya el anterior presidente tenía intención de hacer cosas de la Academia fuera de la capital. ¿Eso es más complejo?
–Bueno, pero tenemos muchas facilidades. Por ejemplo, Liliane Dahlman nos ha dicho más de una vez que hagamos alguna reunión en Sanlúcar, en el Palacio. Creo que sería muy bueno diversificar las reuniones de la junta de gobierno, hacerlas en diferentes sitios para que la gente se sienta cómplice de lo que estamos haciendo. Si no, parece que sólo es de Cádiz.
–¿Tienen mucha limitación económica?
–La cuestión económica está muy mal. La cultura, ya se sabe, siempre ha tenido en este país un déficit importante, siempre ha sido la última en todo. Tengo mucha experiencia en esto, y la verdad es que es terriblemente costoso.
–Suele ser de las últimas en los presupuestos y de las primeras cuando hay que recortar.
–Siempre. Y siempre se ha hecho mucha demagogia con eso, se ha dicho que se prefiere tener diez camas en un hospital a traer una exposición. Esto es un barbaridad. Nadie dice que se quiten las camas. Hay que tener un orden de prioridades y hacer valer eso. La cultura en este país, por desgracia, no tiene la misma prioridad que otras cosas. Pero en Francia, por ejemplo, tienen un nivel con la cultura que los presupuestos son impresionantes. La cultura da de comer a mucha gente, es una industria y esa industria hay que alimentarla.
–¿Cómo es la relación con las otras academias e instituciones?
–Tenemos una labor de cortesía, nos invitamos unos a otros a nuestros actos. Y estamos todos unidos por el instituto de las academias a nivel regional. Pero es verdad que todo tiene un proceso antiguo, no está bien articulado. Le veo demasiado protocolo, demasiada complicación de la fórmula, todo está demasiado tabulado.
–Digamos que es una foto demasiado fija.
–Sí, está bien dicho así. Como si estuviera anquilosada, pero muchas veces no por culpa de las academias, sino porque nunca se ha querido articular desde los gobiernos. Las academias se ajustan a lo que les han dicho, como si tuvieran un corsé. Recuerdo que en la última reunión que tuvimos del instituto de las academias, yo veía que estaban imposibilitados de hacer cosas. Digamos que hay una normativa antigua y que los gobiernos no tienen interés en renovar las cosas académicas. En Andalucía, las academias pertenecemos a Educación; y en el ministerio nacional, a Cultura. En Andalucía, por ejemplo, el presupuesto que tenemos es nimio, y se va todo con el puesto de trabajo de la secretaria. Con ese presupuesto poco se puede hacer.
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