Mascarillas transparentes para taparle la boca a los sordos
consecuencias de la pandemia de Covid en Cádiz
La asociación de personas con discapacidad auditiva Albor defiende que el Gobierno no puede quedarse tan tranquilo con la aprobación de su fabricación: "El problema sigue ahí"
Están acostumbrados al silencio. La falta de audición les hace no echar de menos el bullicio de las ciudades ni el ruido de los coches. El confinamiento que llegó de la mano del Covid trajo consigo mucho silencio. El emocionante aplauso de las 8 o la fugaz actuación musical en el balcón del vecino del 1º D rompían ese silencio.
Pero ellos, los sordos, llevaban esa ventaja ya que el silencio les lleva acompañando, a muchos de ellos, desde que nacieron. Otros fueron perdiendo audición a medida que cumplían años hasta convertirse en personas sordas o personas con discapacidad auditiva.
Alejandro Sánchez es el joven presidente del Centro Integral de Personas Sordas de Cádiz Albor. Con sólo 30 años y con una pérdida de audición del 95% en ambos oídos lleva ya un largo recorrido en representación de este grupo de personas sordas de la ciudad de Cádiz.
Para la entrevista online con este Diario necesita la presencia también telemática de María del Mar, una intérprete a la que acuden cada vez que necesitan su mediación. Si no es así, o aprenden la lengua de signos o intentan conectar con el mundo leyendo los labios.
El coronavirus les ha quitado este hilo de conexión con la realidad, ya que de casa para fuera todo el mundo lleva o debe llevar mascarilla y, además, una mascarilla homologada que cumpla con los requisitos impuestos por sanidad.
Esa mascarilla se ha convertido en su salvación porque, al igual que el resto de mortales, les puede evitar el contagio del coronavirus. Pero, a la vez, les hace imposible ver los labios del hablante, algo que se ha convertido en un gran problema para este colectivo, ya, de por sí, cargado de barreras que, a veces, son más muros que barreras.
Si en marzo de 2020 se decretó el estado de alarma, hasta febrero de este 2021, el Gobierno central no ha autorizado y regulado la fabricación y distribución de mascarillas higiénicas transparentes. Gracias a esta aportación, los labios del hablante quedan a la vista, facilitando su lectura a las personas sordas.
Aun así, ha pasado ya más de un mes y no han salido al mercado, según denuncia Alejandro Sánchez, de la asociación Albor. El presidente de este colectivo de gaditanos sordos afirma de manera rotunda que “el Gobierno ha autorizado la fabricación de mascarillas transparentes para callarnos la boca”.
No son un colectivo demasiado ruidoso en cuanto a sus protestas. Pueden pasar más bien como conformistas, pero esta situación que ha traído consigo el coronavirus les ha supuesto una pequeña gota que ha colmado un vaso repleto de piedras en el camino.
Alejandro Sánchez, presidente de Albor
"Nos facilita mucho las cosas pero no como para romper las barreras de comunicación”
En el BOE del 12 de febrero aparecían los requisitos que tienen que cumplir estas mascarillas. Según recuerda Alejandro Sánchez, el primer requisito es que tengan un espacio transparente que coincida con los labios de la persona que lleva la mascarilla. El segundo requisito es que la mascarilla sea tan nítida como un cristal. Y, en tercer lugar, que filtre bien para evitar contagios.
El Gobierno ha dado un mes para su fabricación y distribución, pero parece que siguen siendo un objeto de culto que brilla por su ausencia.
Eso sí, nada más llegar el estado de alarma, internet y los bazares se llenaron de mascarillas transparentes pero que no cumplían con los requisitos mínimos, sobre todo, los concernientes a la protección contra el virus tanto de la persona portadora de la mascarilla como de la persona que tenga a su lado.
De ahí a que pronto surgieron movimientos a nivel internacional que exigían una regulación al respecto que hiciera posible una comercialización que aún se hace esperar.
En cuanto al coste, Alejandro Sánchez augura que serán caras y que serán difíciles de encontrar, cuando debería ser un producto gratis o a muy bajo coste, no sólo para los sordos sino también para la población en general.
El Covid ha empeorado de manera notable el ritmo de vida de las personas con discapacidad auditiva.
Dice Alejandro que la idea de la mascarilla transparente “nos facilita mucho las cosas pero no lo suficiente como para romper las barreras de comunicación de las personas sordas”.
Reitera Sánchez que cada persona sorda tiene unas necesidades diferentes, dependiendo de la edad, del estatus social y de detalles tales como si vive sola o si viven en compañía de otras personas.
Sin ir más lejos, el coronavirus ha puesto fin a las citas médicas presenciales siendo éstas sustituidas por las consultas telefónicas.
Es obvio que para las personas sordas esta situación convierte en un problema. A través de la aplicación de Salud Responde suelen poner un aviso al SAS en el que advierten que son personas sordas, pero demasiado a menudo, un médico, que casi nunca suele ser el mismo les llama sin tener en cuente esta situación, creándose un problema que ya repercute de manera directa a la salud y seguridad de la persona.
“Nos piden que se ponga algún familiar pero hay muchas personas sordas que viven solas y que no cuentan con nadie cerca que les pueda sacar adelante en una situación como ésta”.
Intentan acudir con un o una intérprete de lengua de signos para que éste o ésta les sirva de intermediario con el sanitario, pero “llegamos al centro de salud y lo primero que nos dicen es que no puede entrar en la consulta más que una persona”.
Alejandro se considera bilingüe porque es capaz de interpretar la lengua de signos y de leer los labios. Esta segunda práctica se hace más cansina y menos llevadera cuando se trata de conversaciones muy largas o bien de charlas en las que intervengan varias personas.
Aparte, el presidente de Albor recuerda que hay también personas sordas que no tienen esa capacidad de leer los labios porque nunca se les ha exigido ni enseñado. “Por eso no queremos que el Gobierno piense que con las mascarillas transparentes se han solucionado los problemas. No es así”
Gracias a Onda Cádiz “podemos ver el Submarino Amarillo”
“Ahora parece que el Gobierno se ha enterado de que hay personas sordas en su país”. Así lo afirma Alejandro Sánchez, presidente del Centro Integral de Personas Sordas de Cádiz, Albor. Son un colectivo no demasiado quejica, según él mismo confiesa, pero son muchas las reivindicaciones que guardan porque muchas son sus necesidades y barreras que el Covid llegó para agravar. En el confinamiento se vieron forzados a encerrarse, como el resto de los españoles, entre las cuatro paredes de sus casas. “En casa leímos y vemos Netflix como cualquier persona”. “Pero yo soy una persona a la que le gusta mucho el contacto social con las personas y estoy pasándolo mal con esto de las distancias sociales”. Eso sí, un aplauso de parte de Alejandro Sánchez para Onda Cádiz. “Gracias a que ellos emiten con un intérprete en lengua de signos, podemos ver el Submarino Amarillo”.
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