Enfoque de domingo | Cádiz

Martín Vila, el concejal de la polémica

  • El teniente de alcalde nse ha convertido en el edil que más críticas ha recibido por muchos colectivos de la ciudad

  • Su ideario se basa en ser fiel a sus ideas y a su programa electoral

Martín Vila, teniente de alcalde Urbanismo, Movilidad y Memoria Democrática.

Martín Vila, teniente de alcalde Urbanismo, Movilidad y Memoria Democrática. / Julio González

“En política no se puede a la vez sorber y soplar”. Esta frase define muy bien a Martín Vila, el concejal de Urbanismo, Movilidad, Memoria Democrática y, sobre todo, el hombre que no deja indiferente a nadie, que está en el ojo del huracán y que ha puesto de acuerdo a muchos colectivos de la ciudad para criticar su gestión.

Los aparcamientos regulados en una zona de la ciudad, los comerciantes por unos bancos en la plaza de san Francisco, los hosteleros por las terrazas de los bares, los inversores por los proyectos turísticos, parte de la afición del Cádiz por el cambio de nombre del Estadio.... Hace un tiempo en una crónica de este periódico se le definió como el concejal de los charcos, porque casi todas las gestiones que hace genera un gran debate. Si tiramos de símiles futbolísticos, el que falla o mete el penalti es el que lo tira, y dentro del equipo de Gobierno de José María González ‘Kichi’ , el concejal que procede de Ganar Cádiz es el que más tira a puerta y, además, tiene que abordar unas materias que “afectan al modelo de ciudad, a la manera del tránsito de las personas por ella, a las costumbres y los hábitos cotidianos y por eso generan todo tipo de incertidumbres y dudas”.

Martín Vila (Cádiz, 36 años) se crió políticamente en Izquierda Unida donde llegó a ser concejal de esta formación a mitad del último mandato de Teófila Martínez y con Sebastián Terrada como concejal de su grupo. Siendo aún un veinteañero y cuando quedaban pocos meses para las elecciones de 2015 que dieron el vuelco en el Ayuntamiento, se presentó a las primarias de su partido para coordinador local, donde se enfrentó curiosamente al que después se iba a convertir en su compañero de equipo de Gobierno, David Navarro. Salió vencedor pero de ahí surgió una rivalidad con este último que después volvió a salir a la luz cuando se conformaron las listas municipales de 2019. De nuevo Vila salió ganador y su entonces compañero de partido salió ya muy tocado y poco después dimitió.

Para las elecciones municipales de 2015 Izquierda Unida se integró en Ganar Cádiz, un conglomerado de colectivos y ciudadanos con un perfil asambleario que explica en parte mucho de lo que ha sido su gestión posterior.

Esta formación, que después concurrió en las elecciones de 2019 de manera conjunta con Adelante Cádiz, estableció un programa con el que los concejales posteriormente tenían que rendir cuentas ante el colectivo. Y hay dos cosas que en ese plan de acción por escrito “para mejorar la ciudad” son innegociables: la accesibilidad universal y la sostenibilidad. En una conversación con este periódico este viernes, Martín Vila decía que “estamos aquí para demostrar que hay otra forma de hacer política en cuanto al cumplimiento del programa, de las ideas y de ese contrato social que es el que se da en las elecciones con los votantes”.

Programa, programa y programa, como proclamara hace muchos años el que fuera líder de Izquierda Unida, Julio Anguita. Al contrario de lo que ocurrió en el primer mandato de Kichi, donde conformaron un gobierno de coalición con Por Cádiz sí se Puede y donde ellos aportaron dos ediles y el grupo de Kichi otros ocho, ahora sí que forman parte de un solo partido que es Adelante Cádiz. Sin embargo, sí se aprecia una cierta distinción entre los ediles que pertenecen a una parte y los de la otra. En el caso de los de Martín Vila son mucho más dogmáticos y se ciñen más a lo que pregonan: “No nos tiembla el pulso ni nos asustamos por tomar decisiones que pueden generar este tipo de debates”.

Una de las marcas de la casa es la de hacer procesos participativos a la hora de poner en marcha cualquier proyecto. Así ocurrió con la ordenanza de las terrazas o con el tema de la turistificación, por poner dos ejemplos. A pesar de ello, muchas de estas iniciativas después han sido muy contestadas cuando ya han entrado en vigor.

El método que aplica suele repetirse. Anuncia que va a desarrollar algo de lo que viene en su programa electoral o un proyecto que puede ser bueno para la ciudad y abre ese proceso participativo en el que asegura que se da voz a todas las partes. Sin embargo, la participación no quiere decir que todos los que vayan a estar en el mismo salgan contentos. Vila explica que “nosotros abrimos y cerramos los procesos participativos. Mantener la participación ad eternum, sine die, esperando el consenso sería quedarte en el bloqueo y no avanzar”.

El carril bici, la turistificación, las terrazas y la memoria histórica están en su lista de temas que han levantado polvareda

Y pone un ejemplo con el tema de las terrazas de hostelería: “Cuando decidimos llevar a cabo una ordenación de los espacios públicos escuchamos a todas las partes, es decir, a la hostelería, comerciantes, asociaciones de vecinos, colectivos de personas con movilidad reducida y buscamos un punto en común y, partir de ahí, implantamos el modelo. Si nos dedicáramos únicamente a escuchar a todas las partes y decirles que sí a todos, nada saldría en esta ciudad”.

Martín Vila, en la conversación con este periódico, deja frases que deja entrever cuál es su papel como gestor: “La cuestión radica en que tomar decisiones en política tiene un coste y es no contenta a todo el mundo. Hay quienes se oponen por costumbre o también porque no quieren perder una serie de privilegios. Hay quienes históricamente en la ciudad ejercían de lobby de presión y conseguían lo que querían pero ahora cuando se les dice que no, saltan a la más mínima”.

Si en el Gobierno de Teófila Martínez, José Blas Fernández se quejaba amargamente que el ocuparse de las cuentas y los tributos le hacía ser el malo de la película, en esta ocasión ese papel le ha tocado jugarlo a Martín Vila. Sin embargo entre una y otra situación hay matices y el miembro del actual Gobierno sí puede dejar una huella que la gente puede palpar en la calle.

Vila no cree que sea el hombre malo del equipo de Gobierno pero sí encaja con naturalidad que a la hora de afrontar determinadas políticas va a chocar y generará polémicas: “Cuando uno toma decisiones que afectan al privilegio que pueden tener unos pocos o al interés que pueden tener otros, se genera esa imagen de ogro o de hombre malo”.

Con un alcalde que lleva unos meses en segundo plano, Martín Vila es la cara que asoma en el grupo de Adelante Cádiz. Ejerce en muchísimas ocasiones de portavoz en las ruedas de prensa de la Junta de Gobierno Local y tiene una presencia muy superior al del resto de concejales, unas veces por las polémicas que genera su gestión y también porque lo que toca afecta en muchos sentidos a la vida cotidiana de los gaditanos.

Niega que sea el alcalde en la sombra y afirma que los proyectos son colectivos

Hay un término que Vila utiliza en sus comparecencias públicas y que volvió a repetirla este viernes con Diario de Cádiz y es que “nos hemos ganado el derecho del beneficio de la duda”. Y pone ejemplos para ello. El primero es que cuando se abordó la peatonalización del último tramo del Paseo Marítimo “se nos dijo que había negocios que iban a tener que cerrar, que iba a haber clientes que no iban a poder llegar hasta la puerta de los bares. El tiempo no sólo ha echado por tierra eso sino que algunos locales que se encontraban cerrados desde hace años, ahora han abierto las puertas. Con los aparcamientos regulados ha pasado lo mismo. En Muñoz Arenillas hubo oposición vecinal al principio y ahora nos piden que se ponga para todo el año”.

Niega que sea el alcalde en la sombra, como muchos tratan de decir e intenta hacer ver que todas las decisiones que se toman son colectivas: “Estas son en base a un programa político del gobierno en su conjunto y a una estrategia, no son ni mías ni de Ganar Cádiz, sino de Adelante que es la formación política que da sustento a este gobierno. Para nada soy el alcalde en la sombra. A veces se utiliza eso como recurso para tratar de generar fricción entre nosotros”.

En este juego de poli bueno, poli malo, se hacía extender que el responsable de la decisión de que se cambiara el nombre del Estadio Carranza, también dentro de las competencias de Vila por la Concejalía de Memoria Democrática, era obra de este concejal porque el alcalde estaba en contra, pese a que Kichi en las declaraciones públicas expresara lo contrario. Desde el momento en el que un tema sale adelante, es una decisión colegiada y los debates internos que haya podido haber, si es que los ha habido, han quedado en lo interno. Pero esto no siempre ha sido así, y ha habido numerosas ocasiones en las que desde Ganar Cádiz se ha puesto en entredicho algunas de las decisiones que se han tomado desde sus socios de gobierno.

Precisamente el tema de la memoria democrática ha sido uno de los más delicados, sobre todo en lo que se refiere a dos temas. Uno ha sido la del cambio de nombre del Estadio, que ha encontrado la oposición por una parte de la oposición. Aquí se puede volver al método. Desde el principio se tenía claro que había que quitar la denominación de Estadio Ramón de Carranza que acompaña a este equipamiento público desde que se inauguró en 1955. Martín Vila, en base a unos informes, determinó que había que quitar el nombre de Ramón de Carranza porque incumplía la Ley de Memoria Histórica. Pese a que en otros temas directamente se había tomado la decisión en el equipo de Gobierno, aquí se decidió hacer un proceso participativo pero pilotado por una comisión que servía para filtrar las propuestas que llegaran desde la ciudadanía. Y claro, lo que se votó es que siguiera todo como estaba.

Las votaciones posteriores se cerraron sobre ocho nombres y tras una primera votación fallida ante las posibles irregularidades por vulnerar la Ley de Protección de Datos, se acudió a una segunda, de donde salió el Nuevo Mirandilla, aunque con un número de votos muy inferior a lo que esperaba el equipo de Gobierno.

En el tema de memoria democrática ha levantado una polvareda y más con la retirada de la placa de Pemán (el otro tema espinoso), por lo que ha recibido un tirón de orejas por parte de la Junta. Se le acusa de no preocuparse de las cosas importantes: “La paradoja de lo simbólico radica en que cuando empiezas un proceso como el del cambio de nombre del Estadio, hay quien te acusa de estar en lo simbólico y no en lo material, es decir, de estar en un cambio de nombre y no en cómo mejorar las condiciones materiales de la gente. Sin embargo, una vez que lo implantas, el que está enfrente acusándote ahora cambia de torna y se preocupa de devolverle el nombre y deja de lado lo que antes consideraban como más importante. Resulta inaudito que en materia de memoria histórica el PP viviendo esa catarsis”.

A Martín Vila dice que al principio le sorprendían algunas críticas pero hoy ya sabe cuál el es juego de la política.

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