Iglesia

Larga vida a la Castrense de Cádiz

Imagen de la Castrense rehabilitada.

Imagen de la Castrense rehabilitada. / Julio González

El edificio vio peligrar su continuidad, fruto de una imparable degradación que ya no podían frenar los puntales y los espacios cerrados y acotados; pero casi al límite de sus posibilidades estructurales, la Castrense se ha rearmado para mostrarse firmemente enclavada en la Plaza del Falla y mirar a un futuro con un muy lejano horizonte. Con numerosos signos visibles de esa antigua capilla levantada en el siglo XVII, la iglesia del Santo Ángel Custodio ha sido íntegramente rehabilitada para adaptarse a los nuevos tiempos y retomar este verano el culto y la atención religiosa al barrio de El Balón.

En plena organización parroquial para abandonar Santa Catalina y regresar al Falla, la iglesia y las rehabilitadas y nuevas dependencias lucen de manera majestuosa, a la espera del mobiliario, imágenes y enseres propios del culto y actividad diarios.

El interior de la iglesia presenta un aspecto notablemente distinto al que tenía cuando cerró sus puertas en el año 2016. Del tono salmón que tenían las paredes y columnas se ha pasado a un blanco mezclado con dos tonos de grises, que no está pintado sino estucado y que se interrumpe además por una estética piedra ostionera que se ha dejado a la vista en buena parte de los zócalos y en varios de los arcos. “Se podría haber sacado la piedra en todos los arcos, pero encarecía bastante el proyecto”, explica el párroco, César Sarmiento, que abre las puertas del templo a Diario de Cádiz.

También llama la atención en el interior de la Castrense las nuevas vidrieras que regalan una luz natural que antes no existía. Dos grandes ventanales, exornados con los escudos de la parroquia y del Arzobispado Castrense, se han abierto en la fachada principal, al final de cada nave lateral, recuperando de este modo el aspecto que se atestigua tenía el templo a principios del siglo XX; y vidrieras con escudos de armas se han habilitado también en la zona superior, aumentando esa luminosidad de un templo que pecaba de excesiva oscuridad.

El suelo también ha sido sustituido por completo por uno nuevo que mezcla losas blancas y negras, bajo el que se ha instalado un sistema de calefacción y aire acondicionado radiante, en lo que supone una de las grandes intervenciones de esta obra para situar al templo del Santo Ángel a la vanguardia de este tipo de edificaciones religiosas. Como ocurre con la iluminación, creada a medida para la iglesia a base de bombillas led de bajo consumo. Y todo ello con placas solares instaladas en la cubierta y aprovechadas con un sistema informatizado de aprovechamiento energético que permitirá que el templo sea autosuficiente energéticamente en buena medida.

En la configuración de la iglesia también se aprecian notables cambios. Así, del extremo de la nave epistolar ha desaparecido el retablo de Santa Bárbara, rescatando de la pared cegada una puerta que dará acceso a la nueva sacristía construida en un edificio anexo. Los titulares de Expiración también cambiarán de emplazamiento, pasando a la última capilla de la nave del evangelio.

Intacta permanece, por contra, la capilla de Desamparados, a la izquierda del altar mayor, que se ha visto además enriquecida con una pintura que adornaba el arco de acceso y que ha podido rescatarse en parte, pendiente de una futura intervención que pueda culminar esa artística decoración, y con sendos pequeños arcos de piedra que se han dejado a la vista en esa pared para atestiguar los accesos a la sacristía y al campanario de esa primitiva capilla orientada hacia la calle Benito Pérez Galdós, antes de que el templo se ampliara con su actual configuración en el siglo XIX.

De esa capilla primitiva se puede contemplar también uno de los elementos más singulares y espectaculares, en el plano artístico e histórico, de esta intervención: la escalera de acceso al púlpito que fue construida en el interior de uno de los pilares de la iglesia y que ha sido localizada durante las obras. “Se ha picado toda la iglesia para resanar la totalidad de paredes, pilastras y columnas, y fue entonces cuando se descubrió esta escalera realizada dentro del propio pilar”, explica César Sarmiento señalando ese más que curioso vestigio protegido con cristales junto al altar mayor.

Ese contraste entre lo moderno y lo antiguo, entre la Castrense que mira al futuro y su pasado que se remonta al siglo XVII se hace también patente en el acceso al templo, donde se han habilitado dos rampas que permitirán salvar los antiguos escalones a aquellas personas con movilidad reducida que quieran acercarse al ‘nuevo’ templo. Allí, en el exterior, será colocada en los próximos días la histórica imagen del Nazareno de piedra que recaló en la Castrense tras el derribo del polvorín del Parque Genovés en 1888 y que, por tanto, podrá ser contemplada por cualquiera que pasee por la plaza del Falla, donde emerge robusto y con larga vida por delante, tras su rehabilitación integral, la iglesia del Santo Ángel Custodio.

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