Historia de la Fotografía

José Ortiz Echagüe, fotógrafo en Cádiz

  • Ingeniero, militar y piloto, fundó en 1923 Construcciones Aeronáuticas S. A., que comenzó fabricando hidroaviones en la ciudad gracias a la mediación de Ramón de Carranza

  • Retrató y documentó pueblos, tradiciones y paisajes de la provincia en sus colecciones y libros y llegó a exponer en el Metropolitan de Nueva York

El hidroavión ‘Numancia’ sobre Cádiz. Foto anónima, 1928. El hidroavión ‘Numancia’ sobre Cádiz. Foto anónima, 1928.

El hidroavión ‘Numancia’ sobre Cádiz. Foto anónima, 1928. / D. C.

Nacido en Guadalajara en 1886, José Ortiz Echagüe, ingeniero militar y piloto de aeronaves, pasado a vida civil y al emprendimiento, en 1923 fundó la empresa Construcciones Aeronáuticas S.A. (C.A.S.A.), que en mayo de 1924 inauguró en Getafe (Madrid) la primera factoría española para construir aviones. Pero en 1926, viéndose que dicha producción tenía que complementarse con la construcción de hidroaviones (en un mundo casi sin aeropuertos ni pistas), Ortiz Echagüe propuso y consiguió que se montase en Cádiz una factoría con dicha finalidad. Siendo determinante para dicha localización (a la que aspiraban otras ciudades del litoral español) que su amigo el contralmirante Ramón de Carranza, entonces alcalde de Cádiz, aportara terrenos a precio de coste a los adquiridos por la empresa en la zona de Puntales, y que la Constructora Naval de Matagorda se incorporase a C.A.S.A., con capital y consejeros, buscando intercambios de producción y sinergias empresariales.

La primera aeronave construida en Cádiz fue el hidroavión Numancia, cuya botadura en aguas de la Bahía y primeros vuelos sobre la ciudad, el 2 de julio de 1928, fueron contemplados con júbilo por miles de gaditanos.

Desde entonces, la construcción de aviones en la factoría de C.A.S.A. fue, junto a la construcción de grandes barcos en los astilleros, la gran producción industrial de la Bahía de Cádiz. Con todo lo que ello ha representado históricamente para el mundo laboral y económico de la zona, y sigue representando tras los posteriores traslados de la factoría de Cádiz a terrenos de Puerto Real y El Puerto de Santa María.

Pero aquel importante ingeniero militar, emprendedor y empresario, al que históricamente tanto le deben las poblaciones gaditanas, también desarrolló otra faceta de su personalidad con la dedicación amateur a la fotografía, con cuya producción alcanzó el grado artístico de la excelencia y el reconocimiento internacional, culminado con la exposición de 1960 en el Metropolitan de Nueva York, Spectacular Spain, en la que sus fotografías se colgaron junto a los grabados de Goya. No obstante, en España, durante los primeros años de la democracia, la valoración de la obra fotográfica de Ortiz Echagüe estuvo mediatizada por el papel jugado por el autor y su empresa durante la guerra civil y el franquismo.

Una Kodak a los 12 años

Los inicios de Ortiz Echagüe en la fotografía, tras recibir de sus padres el regalo de una cámara Kodak a los 12 años, fueron de constante mejora tanto en las tomas como en las labores de revelado. Afición que debió quedar relegada cuando, con 17 años, aprobó el ingreso en la Academia de Ingenieros Militares de su ciudad natal y durante los años, entre 1903 y 1909, que permaneció formándose en la Academia. Aunque dicha relegación de la actividad fotográfica fue relativa, como lo prueba el hecho de que a partir de 1906 sus artículos y fotografías empezaran a aparecer en la revista de fotografía Graphos Ilustrado, figurando además el nombre de Ortiz Echagüe, a partir de octubre de aquel año, entre los del comité de redacción de la propia revista. Precisamente en el número de abril se publicó su luego famosa fotografía ‘Sermón en la aldea’ (“primer trabajo que conocemos de este genial artista”) y en el número de octubre de aquel mismo año, en un artículo ya dedicado al fotógrafo, se decía que, a pesar de las limitaciones de tiempo que aquel joven militar tenía, ya había obtenido notables reconocimientos a sus fotografías en exposiciones y concursos: Mención honorífica en Vitoria, medallas de bronce en Bilbao y Valencia, de plata en Granada y, en junio de 1907, cuarto premio en el prestigioso Salón de la Real Sociedad Fotográfica, de Madrid. Otras noticias también nos informan de la amplitud del mundo fotográfico al que Ortiz Echagüe atendía, como refleja el hecho de que, partir de 1907, sus artículos y fotografías fueran apareciendo en la revista norteamericana Photograms of the year.

En el Protectorado de Marruecos

Tras salir de la Academia, con 23 años, uno de los primeros destinos militares fue la guerra en el protectorado de Marruecos y como allí ya se realizaban fotografías aéreas (primero desde globos y después desde aeroplanos), Ortiz Echagüe, con el bagaje técnico acumulado por su afición, fue destinado a estas misiones. Aunque, de nuevo, encontrando tiempo para dedicarlo a la práctica personal y artística de la fotografía, de lo que es muestra el premio obtenido con ‘Moro al viento’ en el concurso que en 1915 celebró el madrileño Círculo de Bellas Artes. Una fotografía y un año especialmente significativos en la vida del autor, porque en esa imagen ya podemos percibir, en gran medida, los criterios estéticos y culturales que sustentarían la enorme producción fotográfica que desarrolló durante décadas, siendo además ese año el de su regreso a España.

Fue la época en que Ortiz Echagüe (compartiendo criterios culturales con el regeneracionismo) empezó a valorar la tradición de los trajes y las arquitecturas, los tipos populares, la vida rural, los usos y costumbres de los pueblos, y con ellos todo lo que el paso del tiempo y la irrupción de la modernidad se habían llevado por delante pasando a ser, sin constancia iconográfica, meros recuerdos.

Recrear, fijar y transmitir todo aquel mundo que el desarrollo tecnológico en gran medida ya había aniquilado, se convirtió en su ocupación fotográfica, después de Marruecos, por toda España. Todo ello captado con la especial (y contradictoria) perspectiva que le daba su propia actividad profesional: Primero, en Marruecos, como miembro de un ejército colonial, y después, en España, como fundador de industrias que aceleraban tanto el desarrollo social como sus consecuencias depredadoras sobre los tradicionales usos y costumbres (la empresa aeronáutica primero, y después, a partir de 1950, la empresa automovilística SEAT).

Pictorialismo internacional

Si estos eran los objetivos sociales del “programa” fotográfico, formalmente, Ortiz Echagüe optó por una técnica que lo situó dentro de la corriente internacional del pictorialismo (aunque tal adscripción fuese rechazada por el propio autor y podamos admitir su especial afán documental sobre el puramente estético). Una corriente surgida a mediados de los años 1880 que reivindicaba el carácter artístico de la fotografía frente a los artistas y las instituciones que consideraban que no podía hacerse arte con un “click” que captaba, de forma tan fiel como impersonal, la realidad que se presentaba ante el objetivo de la cámara. Razón por la que los fotógrafos pictorialistas, en los procesos posteriores a las tomas (de revelado y, sobre todo de positivado), empezaron a introducir modificaciones que, sacrificando la característica nitidez de aquellas imágenes, les dieran un carácter más matizado y subjetivo. Algo que Ortiz Echagüe practicó durante casi toda su carrera mediante el procedimiento del carbón directo sobre papel Fresson, que daba a cada copia fotográfica un aspecto singular y diferente, además de un general “aire pictórico” de aproximación a las obras de Zurbarán, Zuloaga o Sorolla. Todo lo cual también suponía, para los fotógrafos críticos con el pictorialismo, una desnaturalización aberrante del propio medio fotográfico y una equivocada defensa del mismo.

Tras el retorno a España que hemos comentado, en 1915, Ortiz Echagüe, con la dedicación que le permitían sus ocupaciones profesionales, pero de forma constante y sistemática, empezó a registrar la variedad de tipos, vestimentas y complementos tradicionales (aún existentes pero ya generalmente en desuso) de las distintas regiones y pueblos de España. Una colección fotográfica que en 1929 fue editada como libro en Alemania, después de haber sido expuesta y elogiada por la crítica. Circunstancia que decidió definitivamente el programa cultural del autor que fue publicando, en cuatro libros, las colecciones fotográficas que, en unidades temáticas, fue elaborando en décadas posteriores (siempre prologadas por prestigiosos intelectuales españoles, como Ortega y Gasset o Azorín). Libros que tuvieron enorme éxito editorial, dentro y fuera de España, y numerosísimas ediciones. En 2013, completando con fotografías de mediado de los años sesenta las ya realizadas por Ortiz Echagüe en Marruecos durante su primera estancia, la Universidad de Navarra (depositaria del legado fotográfico Ortiz Echagüe) publicó Norte de África.

Su trabajo en tierras gaditanas

Con relación a la provincia de Cádiz, en estas cuatro publicaciones se incluyen, en Tipos y trajes de España (1930) dos fotografías de las cobijadas de Vejer, en España Mística (1943) veinte de la Cartuja de Jerez y de escenas de la vida de los cartujos, más una fotografía de la iglesia de Arcos de la Frontera, y solo tres (de Olvera, Castellar y El Puerto de Santa María) en España, castillos y alcázares (1956). Es en España, pueblos y paisajes (1939) donde, además de tres fotografías de la capital y dos de las salinas de San Fernando (ni originales ni interesantes, quizá por la especial atención del autor a su profesión) se encuentran las más bellas e interesantes fotografías de pueblos de la Sierra y la Janda (1 de Zahara, 1 de la Sierra de Grazalema, 5 de Arcos de la Frontera, 3 de Olvera, 2 de Setenil, además de 4 de Alcalá de los Gazules y 4 de Vejer de la Frontera). Fotografías, con pequeños cambios en las numerosas ediciones de los libros, de variada e incierta cronología, ya que sus tomas deben relacionarse con las estancias profesionales de su autor en Cádiz, entre 1926 y 1950, entre las fotografías de las cobijadas de Vejer, ya presentes en la publicación alemana de 1929, y las fotografías de la ciudad de Cádiz realizadas hacia 1939.

Un pequeño misterio

Lo que nadie sabe en Cádiz es porqué la calle que con todo merecimiento se aprobó denominar Ortiz Echagüe en la Comisión Municipal de Gobierno del día 20 de febrero de 1970 (sin la menor duda refiriéndose a la persona del fundador de C.A.S.A., como prueba el hecho de que a otras calles de la barriada se las denominase Héroes de la Aviación Española, Virgen de Loreto o Hidroavión Numancia), terminó siendo Hermanos Ortiz Echagüe, sin que ninguno de los otros seis hermanos tuviese la más mínima relación con la ciudad.

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