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EL PASEANTE

La plaza de España en Cádiz: una inversión millonaria que acaba (casi) en desastre

El recinto abierto para eventos en la remozada plaza de España.

El recinto abierto para eventos en la remozada plaza de España. / Julio González

La reforma de la plaza de España en Cádiz se convirtió en la principal obra ejecutada por el Ayuntamiento presidido por José María González. Los trabajos, cofinanciados con la Junta de Andalucía a través de fondos europeos, terminaron casi sonando la campana del mandato municipal, con unas elecciones locales a la vuelta de la esquina.

La falta de inversiones en estos ocho años de mandato de la coalición de izquierda (lo que dejó en la hucha varios millones de euros sin gastar), convirtió el proyecto de la plaza de España en el referente en esta etapa, a pesar de no ser vista con buenos ojos por una parte del gobierno, que la ignoró durante su desarrollo.

Los trabajos de reforma concluyeron a mediados de diciembre de 2022, pendientes de la recepción de las obras. La falta de albero, la presencia de farolas sin pintar o con la tulipas rotas, las pintadas en las papeleras o en algunos bancos y, sobre todo, el mal estado del césped (aquel que se podía pisar para el uso de la ciudadanía, a modo de descanso o de lugar para un picnic, como si estuviéramos en Hyde Park), deslucía una obra de referencia.

Lo cierto es que la plaza de España necesitaba un cambio radical. A pesar de contar con el monumento más relevante de la ciudad, el dedicado a la Constitución de 1812, y ser el recinto abierto de mayor superficie de Cádiz, la plaza jugaba un papel secundario en el día a día de la ciudad.

Situada en una punta del casco antiguo, con todo lo que supone en una ciudad donde los metros son más largos que en otras urbes, en una zona sin comercios y, sobre todo, rodeada por un tráfico constante y decenas de estacionamientos que dificultaban el acceso al recinto central, desanimaba a un uso más intenso por parte de la ciudadanía.

Eliminar estos problemas y crear un gran espacio urbano era la apuesta planteada por el equipo de Martín Vila al frente del área de Urbanismo. El proyecto quedó en los puestos de cabeza de una convocatoria de la Junta para el reparto de fondos europeos en actuaciones relacionadas con la movilidad urbana. Buena parte del millón largo que costó la obra se financió con este dinero, el resto lo puso en Ayuntamiento.

Hasta ahora, todo bien. La obra se ejecutó con el tradicional retraso de la ciudad (aquí todo se ha ido de tiempo menos la ejecución del soterramiento de la vía del tren), y a mediados de diciembre de 2022 se retiraron las vallas, para el disfrute público aunque pendiente de los retoques antes mencionados.

La eliminación de los aparcamientos y del tráfico rodado (aunque se siguen colando demasiados coches cada jornada), creó amplias zonas peatonales, algunas con nuevo arbolado y otras con espacio abierto en los frentes del Palacio de la Diputación y de la Casa de las Cinco Torres.

El planeamiento del proyecto era recuperar la plaza para el paseo público, el uso de los jardines por la ciudadanía (para lo que hubiera sido necesario sembrar un nuevo césped y eliminar los bordillos que dificultan el acceso a la zona verde) y la organización de eventos aprovechando los espacios libres. Todo con el objetivo de dar vida a la plaza.

A punto de cumplir los doce primeros meses desde el final de los trabajos, el resultado no puede ser más desolador, lo que lleva a pensar en si antes de invertir más de un millón de euros en el arreglo de una plaza hay que planificar sus usos posteriores.

En su momentos, desde Urbanismo se animó a la concejalía correspondiente a apostar por la plaza de España como recinto donde celebrar las fiestas de Navidad, propuesta que cayó en saco roto antes del cambio de gobierno.

Desde entonces la ciudad ha celebrado eventos de calado como la Gran Regata, el festival internacional de series y la SailGP, además de haber pasado por delante de todos el verano. Eventos que han contado con numerosos actos callejeros. Sin embargo, ninguno de ellos ha tenido lugar en la remozada y coqueta plaza de España.

Ha pasado el tiempo, han pasado las oportunidades y la ciudad (y en especial, su Ayuntamiento) no han sabido-querido-podido aprovechar el potencial de este recinto.

Los miles de visitantes de estos últimos meses han podido pasear, sí, por la remozada plaza. No han podido sentarse a leer, descansar o comer en un césped inexistente en buena parte de los jardines. Y han pasado calor al cruzar el amplio espacio peatonal que, se suponía, iba destinado a la ubicación de elementos dinamizadores de la vida de la ciudad.

Por si fuera poco, más de uno de estos visitantes habrá constatado la necesidad de la restauración del monumento dedicado a las Cortes del Doce.

No estamos sobrados de espacios urbanos acondicionados para celebrar eventos, y con ello conectarlos a la ciudad. Catedral y San Antonio son los lugares habituales que necesitan un recambio. Esa era una de las misiones de la nueva plaza de España, pero todo va camino de una apuesta lamentablemente fallida. Ya puestos, si es así, más vale no haber destinado tanto dinero a la obra.

Queda también pendiente la instalación de la ‘fuente seca’, prevista en una de las esquinas de la Diputación. Urbanismo tiene el proyecto elaborado por Aguas de Cádiz desde hace cerca de un año. Pendientes estamos de ver qué pasa.

Y si al final, esto tampoco sale adelante, que se invierta algo es reparar las farolas, arreglar los adoquines ya levantados por las raíces de los árboles, y cambiar los bancos que se instalaron hace un año por otros con un diseño más de acorde con la plaza.

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