No es sólo Parkinson. Es, para colmo, una tipo raro de esta enfermedad que riza el rizo del problema que viven a día de hoy Marita y su marido Carlos.

Viven en la calle Guadix, a muy pocos metros de la playa, pero desde que a él le diagnosticaron una variante rara de Parkinson que le está provocando que la musculatura se le vaya atrofiando de manera progresiva no ha podido volver a tocar la arena de la playa de Santa María del Mar, "su playa de toda la vida", y mucho menos bañarse.

Saben que la enfermedad ha cambiado sus vidas. La de Carlos por padecer la enfermedad en primera persona y la suya, la de Marita porque, recién jubilada, se ha visto forzada a volcar su vida en el cuidado de su marido, con el que guarda desde hace años una bonita relación.

La pareja tiene hijos pero ya están todos emancipados y, en la actualidad, Marita y Carlos viven juntos, con la ayuda de una chica que les echa el cable en las labores diarias de la casa, y se han encontrado, de pronto, con que la vida les ha dado un cambio radical.

Por culpa de esta enfermedad que mantiene a su marido cada vez más impedido físicamente a pesar de que mentalmente se encuentra a la perfección se han encontrado que no pueden acceder a Santa María, su playa de toda la vida, porque es más que evidente que su visita a la misma termina donde acaban las pailas de madera.

"A él siempre le ha encantado la playa y, de hecho, los médicos le han recomendado bajar a la playa todo lo que pueda, no sólo por el beneficio físico que esto le supone sino también por su salud mental porque es algo que siempre le ha gustado mucho", según comenta Marita. Pero Santa María ha quedado descartada y la playa más cercana que sí cuenta con este tipo de adaptaciones y con un servicio de ayuda para personas con movilidad reducida es la de la Victoria. 

Imagen de archivo de los servicios para discapacitados existentes en la playa Victoria

Pero a ellos les queda demasiado lejos porque, de hecho, él tampoco puede llevarse mucho tiempo montado en su silla de ruedas porque su enfermedad así se lo impide. Tanto es así que han llegado a pensar en vender hasta la casa. "Siempre  hemos podido alardear de vivir a dos metros de la playa pero ahora, con el problema que se nos ha venido encima, nuestra casa ha dejado de tener ese encanto para nosotros porque la playa más cercana se nos ha convertido en inaccesible".

Según cuenta Marita, la Victoria cuenta con una prolongación de las pailas de madera hasta la zona adaptada para los discapacitados y allí cuentan con unos chavales y con unos carros adaptados que pueden hacer que, personas como Carlos, no tengan por qué renunciar a la playa a pesar de la mala racha de salud que ahora pasan.

Eso es lo que piden y será lo que pedirán en los próximos días al Ayuntamiento. Ella misma, Marita (María del Carmen Naranjo) pregunta a este periódico a ver cómo pueden acceder al concejal de Playas para contarle su problema a ver si, desde San Juan de Dios, se puede encontrar algún tipo de solución a este problema. 

Marita confía, que algo se podrá hacer y que algo se hará para conseguir que, de nuevo, pueda volver a tocar la arena y darse esos "bañitos que siempre le han dado la vida".