Cádiz

La playa que quiso ser playa

  • Una constructora quiso privatizar la playa de Santa María del Mar

El balneario en su máximo esplendor, en los años cincuenta.

El balneario en su máximo esplendor, en los años cincuenta. / d.c.

Hay que reconocer que la vida de la playa de Santa María del Mar nunca ha sido fácil. Conocida popularmente como la playa de las mujeres, por aquello de que era utilizada de forma asidua por las vecinas del barrio de Santa María, su historia ha estado llena de dificultades en su intento por emular a sus otras hermanas gaditanas: Cortadura, La Caleta y, sobre todo, La Victoria.

Azotada por los temporales, llena de rocas y restos de las murallas de la ciudad (ahí está viendo pasar el tiempo la piedra barco, como emblema de épocas pasadas), durante buena parte del siglo XX los distintos ayuntamientos de la ciudad han intentado urbanizar este tramo del litoral, con resultados muy dispares.

La operación más peculiar se produjo tras la Guerra Civil. El Ayuntamiento de la época planteó la urbanización de los terrenos ocupados por los glacis, en fase ya de derribo. El proyecto lo dejó en manos de una empresa inmobiliaria privada. La intención era construir una gran zona residencial, donde hoy están Bahía Blanca y Santa María del Mar, llenas de chalés y pequeñas villas, con diversos servicios y convenientemente separada del resto de la ciudad.

La gran apuesta de la promotora era privatizar la playa de Santa María del Mar a fin de que fuese utilizada de forma exclusiva por los vecinos de estos nuevos barrios. La playa se cerraría al resto de la ciudadanía, de la que la constructora destacaba su escasa cultura y limpieza, muy lejos del nivel que se quería dar a la promoción. En la playa se proyectaba una gran balneario, por supuesto también privado, con todas las comodidades y con una inmensa terraza mirando al mar.

Los escasos recursos en la España de los años cuarenta y los efectos de la explosión de 1947 provocaron retrasos y cambios sustanciales en el desarrollo de esta idea.

Finalmente el balneario se construyó a pie de playa, salvando el talud mediante grandes escalinatas. No era, ni de lejos, lo que se había proyectado y, encima, estaba abierto al conjunto de la ciudadanía.

La calidad de los materiales, tras la Guerra Civil, era muy precaria, lo que unido a los daños continuos de los temporales comenzaron a hacer mella en el balneario, cuya vida efectiva apenas se alargó unos años en la década de los años cincuenta. Ya en los sesenta era una pura ruina antes de desaparecer.

La playa siguió abierta pero sin apenas servicios. Por si fuera poco las mareas llenaban sus aguas de los residuos urbanos que se vertían desde el Campo del Sur. La situación llegó a ser muy grave en determinadas épocas hasta el punto de provocar el cierre al baño en los años setenta.

Pero el suceso más luctuoso se produjo en 1990 cuando un tramo de la ladera, cubierta de rocas, se hundió matando a cuatro personas. Fue entonces cuando las administraciones emprendieron obras en profundidad en la playa, que se alargaron durante varios años, aunque proyectos que se plantearon para evitar la importante pérdida de arena que sufre cada invierno no se han ejecutado en su totalidad.

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