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Real Academia de Medicina y Cirugía

El doctor Cristóbal Pera y su auxilio durante la Explosión de Cádiz

José Antonio Girón impone la medalla de académico correspondiente de mérito al doctor Carlos Pera Madrazo.

José Antonio Girón impone la medalla de académico correspondiente de mérito al doctor Carlos Pera Madrazo. / Jesús Marín

El doctor Carlos Pera Madrazo es desde anoche académico correspondiente de mérito de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Cádiz. El eminente cirujano, uno de los pioneros en el campo de los trasplantes en Andalucía y también en España, ingresó en la institución gaditana con un discurso dedicado a su propio padre, Cristóbal Pera Jiménez, otro relevante médico nacido en 1897 en Olvera, alumno de la Facultad de Medicina de Cádiz y que ya trabajando en Sevilla en la Beneficencia municipal formó parte como cirujano jefe del equipo médico que se desplazó hasta Cádiz en 1947 para ayudar en la atención de los heridos en la trágica explosión del 18 de agosto. ‘Cristóbal Pera Jiménez (1897-1980). Un cirujano gaditano ilustre, en el recuerdo’ fue el título de un discurso en el que glosó los innumerables méritos profesionales de su padre, sus logros como cirujano y también, en la parte más emotiva, su labor en auxilio de las víctimas de la Explosión de Cádiz de 1947.

El académico Francisco Mateo Vallejo fue el encargado de presentar a Carlos Pera, en un acto clausurado por el presidente de la academia gaditana, José Antonio Girón González, y celebrado en el salón de grados de la Facultad de Medicina.

Cristóbal Pera, que como recordó su hijo, vivió en Cádiz capital su infancia y su juventud hasta licenciarse en Medina y trasladarse con su familia a Sevilla después de que su padre, comercial de la Casa Singer, fuera destinado a la capital hispalense. Allí aprobó las oposiciones tomó posesión de su plaza de médico de la Beneficencia Municipal de Sevilla el 1 de diciembre de 1921. Cinco años más tarde logró crear el equipo quirúrgico municipal del que fue director y con el que, dos décadas después, regresó momentáneamente a Cádiz en unas circunstancias más que difíciles: “De su época de director del equipo quirúrgico –explicó su hijo en su discurso– recuerdo haberle oído contar que uno de los sucesos más importantes de su vida fue la odisea de la Explosión de Cádiz, la ciudad que le vio crecer, aquel lunes 18 de agosto de 1947.

"Una formidable explosión hizo estallar las bombas, entre minas, cargas de profundidad y torpedos, que se hallaban almacenadas en unos polvorines de la Armada. La terrible deflagración se vio y oyó hasta en Ceuta. En aquella época yo tenía 12 años y veraneaba con mi madre y mis hermanos en el Hotel Reina Cristina de Algeciras, y recuerdo haber visto cómo el cielo se iluminaba extrañamente de un color rojizo, y, a continuación, se oyó un ‘boom’ sordo y profundo", dijo Pera.

Fue poco después cuando su padre, que se encontraba en Sevilla, salió para Cádiz, aquella misma noche, al frente de las ambulancias repletas de material sanitario que enviaba el equipo quirúrgico de Sevilla. Con la aquella expedición se desplazó el alcalde accidental de Sevilla, Antonio Filpo, que había ordenado el traslado a Cádiz no solo del material sanitario, sino también del Servicio de Bomberos.

El propio Cristóbal Pera, en su obra ‘Vida y obra de don Antonio Cortés, relata en primera persona una operación que Carlos Pera detalló en su discurso: “Llegaron de madrugada. La población había quedado sin luz y sin agua. Llegaron a las puertas del Hospital de Mora con las primeras luces del día, y allí les esperaba el profesor Díaz Rubio y otros compañeros. Los cirujanos del hospital estaban agotados. Ellos los reemplazaron, sin descanso ni tregua; suministrando, además, material sanitario estéril. Se habilitaron cuartos auxiliares como quirófanos; y mientras el doctor Díaz Iraola, que venía con ellos en la expedición, ayudado por el profesor Díaz Rubio y otros médicos, no solo del hospital sino también de Cádiz, procedían a las pruebas sanguíneas de los numerosos donantes voluntarios, que en apretadas filas llegaban, ante la demanda constante por radio, para auxiliar a los centenares de heridos al practicarse los primeros desescombros”.

Carlos Pera en un momento de su discurso en el salón de grados de la Facultad de Medicina. Carlos Pera en un momento de su discurso en el salón de grados de la Facultad de Medicina.

Carlos Pera en un momento de su discurso en el salón de grados de la Facultad de Medicina. / Jesús Marín

“A las 24 horas se normalizó –prosiguió el nuevo académico de mérito– el servicio ferroviario, la luz y el agua. Y Cristóbal Pera y el resto del equipo pudieron regresar. La prensa local encomió la labor de los sanitarios y de los servicios de incendios; y, sobre todo, la actitud heroica de un grupo de pirotécnicos de Sevilla, que, exponiéndose a un gran riesgo, consiguieron evitar que el fuego llegase a los depósitos de minas restantes”.

Antes de que Cristóbal Pera se jubilara voluntariamente en 1966, la Corporación municipal sevillana solicitó para él como “reconocimiento a su labor al frente de la institución” la Gran Cruz de la Orden Civil de Sanidad y la Medalla de Plata de la ciudad de Sevilla, que le fue otorgada el 2 de febrero de 1964.

Insignia de Oro del Ayuntamiento de Cádiz

Y algunos años más tarde, en 1971, recibió el reconocimiento de la ciudad de Cádiz en la que vivió su juventud y se empezó a formar como médico. Fue con motivo del segundo encuentro de la Sociedad Andaluza de Enfermedades del Aparato Digestivo, que él mismo había fundado, cuando el gobernador civil de la época, Luis Nozal López, en presencia del alcalde Jerónimo Almagro Montes de Oca, le impuso la Insignia de Oro del Ayuntamiento gaditano, que le concedió la Corporación Municipal, a propuesta del alcalde, en el día que se cumplían sus bodas de oro con la profesión médica.

Cristóbal Pera Jiménez fue elegido con 37 años, en 1934, académico de número de la Real Academia de Medicina de Sevilla, a la que también pertenece Carlos Pera el 23 febrero de 1934. Y en su condición de académico de la institución le tocó presentar un hecho histórico: “La presentación del académico de honor Alexander Fleming, que se hizo de forma excepcional fuera del recinto de la Academia por la gran expectación que produjo este acontecimiento en la ciudad de Sevilla. La recepción tuvo lugar en el Teatro Lope de Vega el 8 de junio de 1948. En ese tiempo, Cristóbal Pera era vicepresidente de la corporación. El discurso de Fleming se tituló ‘Cómo descubrí la penicilina’, y fue leído en su traducción al español por Cristóbal Pera”.

Carlos Pera apenas tenía 13 años en aquella época: “Recuerdo haber asistido a aquel acto: el teatro estaba lleno, y la recepción fue recogida por la prensa. El doctor Fleming fue agasajado por la sociedad sevillana, y, por ejemplo, fue recibido en el seno de círculos sociales como el Real Aeroclub de Sevilla; y todavía existe, en la biblioteca del recinto, una fotografía del ilustre Premio Nobel, acompañado por su mujer Sareen y varios socios y sus señoras, del día que estuvo las instalaciones del club”. Incluso Fleming regaló a Cristóbal Pera una fotografía suya dedicada.

Autor de más de un centenar de publicaciones médicas, todas escritas en primera persona, Cristóbal Pera Jiménez se involucró en las sociedades médicas de su época y estuvo siempre a la vanguardia de la cirugía. En su haber está, entre otros muchos méritos, haber sido el introductor en España de la técnica conocida como colangiografía intraoperatoria”.

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