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Coronavirus en Cádiz: Las peluquerías cerradas... ¡y yo con estos pelos!

  • En teoría, estos establecimientos se llenarán cuando acabe todo, pero sus propietarios estiman que la normalidad no podrá volver de golpe

Una peluquería cerrada en la capital gaditana.

Una peluquería cerrada en la capital gaditana. / Julio González

No venden artículos de primera necesidad, pero muchas personas esperan con ansia que pase este confinamiento causado por el coronavirus para que abran las peluquerías y así cortarse o arreglarse el pelo. Los hombres, sobre todo, están aprovechando para raparse. Para eso no les hace falta un profesional de la peluquería. Pero en el caso de las mujeres, o de la mayoría, no es lo mismo. El encierro no les permite mantener un cuidado periódico del cabello como les gustaría. Mientras, propietarias y propietarios de peluquerías, en su mayoría autónomos, se han llevado un gran palo con esta crisis del coronavirus. No pueden trabajar, pero deben seguir pagando recibos. Esperan recuperarse cuando acabe el estado de alarma, pero no las tienen todas consigo. Están seguros de que la vuelta a la normalidad se hará con restricciones y de manera paulatina. Esto es, las peluquerías no abrirán a plenitud con varias personas esperando turno en un local pequeño, con el consiguiente riesgo de contagio. El sector, como muchos otros, está sufriendo las consecuencias de la pandemia.

 “Me llaman las clientas para coger citas y preguntarme por tintes para hacérselos en casa. He cancelado varias citas para bodas de abril y mayo. Siete en total y dos comuniones”, cuenta Desi Orihuela, de la peluquería La Bien Peiná, en Callejones de Cardoso, 42, que echó la baraja el 14 de marzo. Dice, como es lógico, que “a corto plazo” no puede dar citas. Quién sabe cuánto durará el confinamiento.  

¿Habrá gran demanda en las peluquerías cuando acabe esta pesadilla? “No es primera necesidad, pero a la gente le gusta verse bien, sin canas y con el pelo arreglado aunque sea confinada”, apunta.  “Intuyo que nos recuperaremos porque la gente necesita tener bien el pelo aunque no sea primera necesidad. Ahora bien, ¿cómo será la vuelta? ¿Cómo estarán los bolsillos de los clientes? Me temo que todos tendremos que amarrarnos el cinturón en cuanto a precios y demanda del público”, explica. Apostilla Desi Orihuela que “personas que tenían su dinero ya guardado para abril o mayo para una boda o una comunión lo mismo ya en septiembre u octubre, meses en los que parece que se va a celebrar todo, no tienen ese presupuesto”. No quiere “ni pensar en el dinero que he perdido”, aunque tiene “pedidos hechos a proveedores para cuando podamos abrir”. De todas formas Desi lleva “siete años sin coger vacaciones, así me lo tomo para que la cabeza no se me resienta”.

Después de que el Gobierno rectificase y limitase el trabajo de este gremio a domicilio para personas incapacitadas, la mayoría de peluqueras y peluqueros se negaron a trabajar de esa manera. “Trabajar a domicilio era un riesgo. El contacto con el cliente es casi cuerpo a cuerpo y para trabajar tendríamos que ir protegidas como en los hospitales. Es inviable”, destaca.

Dice Begoña Camacho, del Salón Begoña, en el número 21 de la plaza de El Mentidero, que “las clientas están esperando la apertura, pero yo, como muchos compañeros y muchas compañeras tenemos mucha incertidumbre. ¿Desde cuándo podremos abrir?”. Y añade que “no creo que estemos totalmente seguros en cuanto a posibles contagios cuando den la orden de salir a la calle. Locales pequeños, gente esperando, nosotras a escasos centímetros de los clientes en plena faena, sin protección… Al principio habrá restricciones. No podremos abrir las puertas de par en par desde el primer día, eso lo tengo claro”.

“Ojalá que haya mucho trabajo, porque ahora estamos pagando sin trabajar. No entendemos porqué tenemos que pagar agua, luz, autónomo. Aunque se aplace el pago de la cuota, habrá que pagar estando cerrado. Nos calificaron al principio de la pandemia como primera necesidad, pero pagando 21 por ciento de IVA”, lamenta Begoña. A su juicio “hay muchos vacíos legales” en esta crisis del coronavirus para un sector  “que vive al día y es muy delicado”.

Abrió su establecimiento el pasado diciembre y ha podido saborearlo apenas tres meses. José Helmo, de la Barberluquería, en el número 28 de la calle San Rafael, señala que “esto es una faena de las gordas. Estoy esperando a ver qué tipo de ayuda me dan como autónomo. Si esto va para largo, no sé qué voy a hacer”. “Los clientes me preguntan cuándo abro y quieren que les apunte ya, pero no se sabe la fecha de reapertura. Supongo que me recuperaré cuando todo esto acabe, pero no soy una empresa con fondos, con ahorros. ¡Si abrí en diciembre!”, apostilla. Helmo dice por último que cuando acabe la alerta sanitaria “habrá que seguir un proceso de adaptación para seguir previniendo”.

Cabellos largos y canas tendrán que esperar un tiempo. El paulatino regreso a la normalidad será también estético.

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