Elvira Lindo pisó el escenario del Teatro Falla y se envolvió de palabras repletas de amor por Cádiz, su ciudad natal, desde donde la escritora participó de la inauguración del IX Congreso Internacional de la Lengua a cargo del Rey Felipe VI, en un canto a los viajes de ida y vuelta de sus orígenes, Cádiz, a los lugares de América Latina. 

La periodista, que es hija predilecta de la provincia, se trasladó al momento de su nacimiento y su "primerísima" infancia en esta ciudad, donde fue bautizada entre una de las grandes anécdotas familiares, "que me han contado tantas veces, que hasta puedo recordarlo". Y es que a su padre le tocó la lotería, con lo que "la niña no venía con un pan, sino con un coche y la entrada de un piso bajo el brazo", introdujo.

Cádiz es esa ciudad a la que vuelve de adulto, "en ese viaje de ida y vuelta que comenzó en 1962 y que lleva afianzando mi relación hasta hoy".

Una cuidad con la que siente el vínculo del "gracejo gaditano", y a la que regresa siempre que puede "para ser de aquí" y para dejarse impregnar de "ese lugar en el que estás"; impregnarse de una tierra que tantos barcos ha visto zarpar y volver no sólo con objetos preciosos, relató, sino con otros tesoros tan preciados como un "vocabulario que se amplía".  

Lindo habló con certeza de que "una se va de Cádiz sabiendo que va a regresar". Como en esta ocasión, que bien lo merece, "en una mañana de marzo en la que me subo al escenario del Teatro Falla, rompeolas del humor, el templo laico de la cultura popular, donde se ríen de los poderosos y donde la risa es un recurso revolucionario", enumeró.

Celebrar el Congreso de la Lengua en Cádiz "nos obliga al reconocimiento de la plasticidad de la lengua". Y no hay otro lugar más claro donde celebrarlo que Cádiz, que al igual que La Habana, "están ambas orgullosas de su espíritu híbrido para compartir una riqueza al alcance de cualquiera".

Tiene justicia poética que "Cádiz sea cuna del ingenio, la de una ciudad a la intemperie como ésta", dada la contemplación de una forma de vida que venera el trabajo, pero donde "el disfrute del placer barato y asequible es patrimonio de la humanidad". 

"El primer lenguaje que un niño escucha es el musical, la nana de la madre", y aunque sus padres acabaron perteneciendo a ninguna parte y matizando sus acentos con otras tierras, "me enseñaron a ser de la tierra donde estás, y hoy soy de aquí".

Elvira Lindo, que hoy es más de Cádiz que nunca, se traslada desde aquí al otro lado del Océano, "a la rumba, a la guajira, a la vida mestiza y experiencias populares", añadió, en referencia a los versos nacidos en la calle, la que se hizo eco de las mil lenguas que contiene el español en los cantes de ida y vuelta en los que se meció, desde Cádiz al otro lado del Atlántico.