El futuro de los chalés en Cádiz

Buena parte de los chalés están cerrados o funcionan como comercios

  • La Laguna es la zona donde se han derribado más unifamiliares en los últimos años

Los dos últimos chalés que queda en el Paseo Marítimo

Los dos últimos chalés que queda en el Paseo Marítimo / Jesús Marín

Hace un siglo los gaditanos más pudientes tenían sus chalés y villas de recreo en extramuros, donde también se levantaban casas de campo... porque en aquel entonces en Cádiz también había campo. La Laguna era el lugar predilecto para estas construcciones, mientras que en Adriano (la actual avenida de Portugal) abundaban construcciones del siglo XIX. La Avenida y Bahía Blanca se convertirán en los lugares preferidos para los grandes chalés, aunque estos llegaron cuando ya pasaban varias décadas del siglo.Hoy casi nada queda vestigio de la vieja trama urbana de extramuros. Convertida en Puerta Tierra, en la zona de expansión de la ciudad apenas quedan chalés y villas, tras el empuje de las grandes edificaciones.Más allá de los dos chalés protegidos por el PGOU, el documento urbanístico limita a La Laguna y Bahía Blanca los únicos barrios donde pueden mantenerse estas construcciones. El resto, ubicados en otras zonas, irán desapareciendo con el tiempo, si sus propietarios así lo quieren y hay promotores dispuestos a construir sobre ellos edificios de viviendas.

Un censo matemáticamente no exacto sitúa en la ciudad a poco más de medio centenar de chalés aún en pie. Los últimos cinco años han caído muchos por la piqueta, tras la recuperación del sector inmobiliario. Pero de los que aguantan no todos están habitados. La cifra de los que tienen residentes habituales puede que apenas pase de la treintena. Otros están cerrados o se han transformado en oficinas y tiendas e incluso, especialmente en Bahía Blanca, se han adaptado para usos educativos.

La Laguna es el barrio que ha sufrido una mayor pérdida de chalés en el último quinquenio. Ahora pueden estar habitados apenas una decena en un espacio comprendido entre Santo Tomás y Alonso Cano. Algunos históricos ya se han derribo y sobre su suelo se está levantando un bloque para 20 viviendas y locales comerciales; otros, esperan el inicio de las obras.

En todo caso está claro que, urbanísticamente hablando, La Laguna ha pasado página.

En la avenida de Portugal abundan las antiguas casa de campo cerradas, muchas reconvertidas en comercios. Edificaciones de una planta, la mayoría con un gran patio interior que conformaron el mayor barrio de extramuros en los primeros años del siglo XIX, conectado con la iglesia de San José y el vecino cementerio.

Allí pasa igual que con el polígono de San Juan Bautista, conocido como Los Chinchorros, donde aguanta toda una manzana con este tipo de edificaciones, aunque no llega ni a media docena las que están habitadas. El resto: o abandonadas o con okupas.

La piqueta se ha llevado también por delante a los pocos chalés que quedaban entre las calles Parlamento y Huerta de Obispo. En la primera sólo queda un unifamiliar que tiene como vecino a un edificio en construcción producto de un chalé derruido. La segunda mantuvo hasta no hace mucho un elevado número de chalés. Además de villa Mercedes, sólo quedan en pie dos que no solo no tienen la protección del PGOU sino que en parte desaparecerán según el planeamiento urbano para convertirse, en una fecha indeterminada, en una nueva vía pública.

Bahía Blanca, en su día el auténtico barrio residencial de la ciudad, mantiene en pie algunos de los chalés más grandes de Cádiz, como el que preside uno de los laterales de la plaza de San Severiano. En la avenida de Bahía Blanca está a la venta una finca que ocupa 750 metros cuadrados de suelo (con 500 metros cuadrados construidos) con un coste de 1.150.000 euros. La villa tiene ascensor, diez habitaciones, cinco aseos y un garaje. En todo caso, en este barrio algunos chalés están hoy ocupados por guarderías, residencia para erasmus e incluso con uso de apartamento turístico.

La Avenida, que en la década de los cuarenta vio como se levantaban en su primer tramo, entre el frente de la muralla y la plaza de toros, numerosos chalés, muchos de ellos especialmente coquetos, fue la primera zona que sufrió el azote inmobiliario. Hoy quedan en pie seis. Dejando a un lado a villa Mercedes y al chalé de Varela, sólo perviven cuatro pequeñas construcciones adosadas (o grandes, para los que tienen que vivir en un piso) frente a la antigua residencia del militar.

No parece que estas casas vayan a peligrar, como tampoco pasa con los dos últimos chalés del Paseo Marítimo, a pesar de ser un caramelo para los inversores .

El lujo de vivir en una unifamiliar, incluyendo su jardín más o menos pequeño según el tamaño de la parcela, lo es más en una ciudad como Cádiz sin suelo apenas donde construir, un lujo evidente que tiene también sus inconvenientes, como el coste que supone el mantenimiento de estas fincas, la obligada seguridad de las mismas y el abono del impuesto sobre bienes inmuebles que cada año supone, para la más pequeña de todos, varios miles de euros. Aunque, si se puede, vale la pena.

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