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Retrato de otra época

Camisería Solves, un negocio especial con cierta distinción

  • En 1924 abrió sus puertas en la calle Eduardo Dato y en 1939, en el Palillero

  • Andrés Solves abrió la tienda y Salvador Alcaraz, aprendiz desde los 14 años, la compró en 1960

  • Retrato de María de Sobrino

Una imagen habitual de la camisería y sastrería de Solves en el siglo pasado, con Salvador Alcaraz Parrado.

Una imagen habitual de la camisería y sastrería de Solves en el siglo pasado, con Salvador Alcaraz Parrado.

La historia que hoy recorremos pertenece a unos de los comercios más emblemáticos de Cádiz durante gran parte del siglo XX y primeros años del siglo XXI, los almacenes Solves.

El negocio comienza en la calle Eduardo Dato (hoy Novena) en 1924. Su propietario, Andrés Solves, abriría una tienda de camisas y complementos de caballeros, conocida como Camisería Solves, que pronto se haría un hueco en la ciudad. En el local se realizaban todos los trabajos, desde tomar medidas hasta su confección.

Con 14 años, en 1925, se incorpora como aprendiz Salvador Alcaraz Parrado, quien fue formado por el dueño del negocio, Andrés Solves, que no tenía hijos y con el que llegaron a tener muy buena relación.

Ya con los años, Salvador fue adquiriendo responsabilidades en el negocio. En uno de sus viajes a Barcelona, en 1936 para comprar mercadería para el negocio, estalla la guerra. No volvió a Cádiz hasta finalizar la guerra, por lo que en esa etapa es cobijado por los fabricantes y conocidos del negocio y es movilizado.

En esa época, la casa de la familia Blázquez de la calle Eduardo Dato fue incendiada y alcanzó a la tienda de Solves, las cual tenía unas columnas de mármol que fueron calcinadas, extendiéndose el incendio al interior de la tienda.

En 1939. al finalizar la guerra Andrés Solves abriría la nueva tienda Solves en la plaza del Palillero, esquina Columela.

Allí monta la camisería e incorpora la sastrería. Los familiares todavía recuerdan nombres de empleados de esa época, como el sastre José Barreiro y el camisero Muñoz. Con el paso del tiempo, con la jubilación del sastre Barreiro y del camisero Muñoz y porque la clientela cambia el concepto y se dejan de hacer trajes a medidas y se compran confeccionados, la tienda comienza a especializarse en artículos diversos como regalos y marroquinería, llegando a ser una de las tiendas más concurrida de la capital gaditana. En 1960 fallece Andrés Solves, y su viuda Emilia Belizón, al no tener hijos y por expreso deseo de su marido, le vende el negocio a su encargado de toda la vida, Salvador Alcaraz Parrado.

En esa época se incorpora en el negoció su hijo Carlos Alcaraz Miranda y, posteriormente, su hijo Emilio, que desde pequeños estaban familiarizados con la tienda. Con el tiempo Emilio Alcaraz Miranda, al fallecimiento de su padre, le sucedería en el negocio y adquiriría la propiedad.

José Mariño, Salvador Alcaraz, su hijo Carlos Alcaraz, el sastre José Barreiro, Manuel Conde y Juan Fernández. José Mariño, Salvador Alcaraz, su hijo Carlos Alcaraz, el sastre José Barreiro, Manuel Conde y Juan Fernández.

José Mariño, Salvador Alcaraz, su hijo Carlos Alcaraz, el sastre José Barreiro, Manuel Conde y Juan Fernández.

En 1982, se incorpora Purificación López Alcázar, casada con Emilio Alcaraz, una vez que sus obligaciones domésticas se lo permite. Purificación desde su incorporación en el negocio se mete de lleno realizando diferentes tareas y se dedica, entre otras cosas, a la decoración de los famosos escaparates de la tienda, con lo cual disfrutaba y era su pasión. Sus descendientes recuerdan la fechas navideñas, cuando se realizaban mas ventas en el año. Ese momento unía a toda la familia participando y colaborando en la venta de los diversos artículos del negocio. La tienda, en su última época, sobrevivió por el cariño y la ilusión de sus propietarios. Permaneció abierta al público hasta que Emilio Alcaraz cumplió 65 años en 2011. En ese año cerró las puertas del histórico local porque la situación económica no era viable.

Agradecimiento a Carlos Alcaraz Miranda y Emilio Alcaraz López por su colaboración y fotos en el artículo.

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