La ciudad en color
  • La capital en ‘blanco y negro’ dejó de existir con el trabajo de todos los ayuntamientos democráticos desde 1979 

  • Desde entonces, cada gobierno se ha beneficiado de los avances conseguidos por su predecesores

Cuatro Cádiz y una ciudad: lo que hemos cambiado en 40 años

Teófila Martínez, Carlos Díaz y José María González en una reunión celebrada en 2019. Teófila Martínez, Carlos Díaz y José María González en una reunión celebrada en 2019.

Teófila Martínez, Carlos Díaz y José María González en una reunión celebrada en 2019. / Julio González

Conviene no olvidarlo. Cuando Carlos Díaz llegó a la Alcaldía en 1979, con el retorno de la democracia a los ayuntamientos, se encontró con una ciudad literalmente desecha. Casas insanas que llenaban intramuros y parte de Puerta Tierras, barrios de aquí y allá sin calles asfaltadas, sin los más elementales servicios públicos. Una ciudad con su teatro al borde de la ruina, con las playas con servicios anticuados, con plazas abandonas. Casi sin policía ni bomberos. Ni equipamientos culturales y colegios públicos maltratados. Y todo eso con un Ayuntamiento al borde de la ruina económica que tuvo que vender años antes el puente Carranza, pagado por los gaditanos, para evitar la quiebra.

Esa ciudad que Carlos Díaz y su equipo se encontró en 1979 sí era una ciudad en blanco y negro. Ya no lo era cuando llegó a San Juan de Dios Teófila Martínez en 1995 y cuando, en 2015, accedió a la Alcaldía José María González. Ni lo será cuando éste dé paso a su sustituto o sustituta cuando llegue su momento.

Los tres alcaldes que ha tenido Cádiz desde el retorno de la democracia municipal han dejado su propio legado en el diseño, en el funcionamiento y en el modelo de ciudad. Para bien o para mal, según la reflexión que sobre este periodo de tiempo haga cada ciudadano.

La construcción del nuevo Paseo Marítimo. La construcción del nuevo Paseo Marítimo.

La construcción del nuevo Paseo Marítimo. / Kiki

Curiosamente de los tres, el único que nunca dijo aquello de una herencia de una ciudad “en blanco y negro” fue el que más razón hubiera tenido para decirlo, Carlos Díaz. Teófila Martínez y, ahora, José María González, han utilizado este símil para defender su trabajo en pro del desarrollo de la ciudad en sus tiempos de gobierno y como forma de trasladar un mensaje negativo de los que habían recibido como herencia.

La memoria es débil, sobre todo si se es incapaz de hacer una reflexión objetiva del tiempo pasado. Y eso que en todos los casos quien gobierna acaba experimentando una evolución, al descubrir que desde un despacho no se logra todo lo que se reclama cuando se estaba en la oposición, o en la calle manifestándose.

Desde 1979 esta ciudad ha dado un cambio espectacular. Este Cádiz de 2021, creado a través del trabajo de cuatro décadas, sólo puede envidiar una cosa al Cádiz de 1979: la presencia de un sector industrial, en su mayor parte sustentado por el Estado, que se ha perdido con todo lo que ha supuesto para nuestras vidas. Pero más allá de esta decadencia en un sector clásico, la transformación ha sido profunda y positiva.

La misma evolución urbana en estas cuatro décadas ha puesto sobre la mesa proyectos que se han ido heredando de un ayuntamiento a otro, por lo que todos ellos son protagonistas de los mismos, siempre en color.

La rehabilitación y construcción de viviendas públicas. La rehabilitación y construcción de viviendas públicas.

La rehabilitación y construcción de viviendas públicas. / Julio González

El ejemplo más evidente es la operación de la Plaza de Sevilla.

La reordenación del inmenso espacio ferroviario ya se incluyó por primera vez en el PGOU de 1984, en la etapa socialista. Menos ambicioso que la realidad actual, recuperaba la vieja terminal como estación central, se creaban espacios de ocio, equipamientos deportivos y estacionamientos.

La actuación se modificó de forma radical con los populares. Estas trajeron a la ciudad el soterramiento de la vía férrea, y con ello la construcción de una nueva terminal para el tren. Por el camino se chocó con la Junta a la hora de levantar bloques de viviendas en los solares de la avenida de Astilleros y con la frustrada demolición de la Aduana Nueva.

Y ya en la etapa de la coalición de izquierdas, se ha reactivado lo que estaba parado por el desinterés de Adif, y los proyectos del Mercado Gastronómico, el hotel y la reurbanización de la Avenida de Astilleros.

Es decir, más de treinta años de obras y tres corporaciones ideológicamente diferente implicadas en la recuperación de un mismo espacio urbano.

La apuesta por la movilidad sostenible. La apuesta por la movilidad sostenible.

La apuesta por la movilidad sostenible. / Julio González

Lo mismo pasa con otra operación de relevancia para la ciudad: la peatonalización del casco antiguo.

Aquí el blanco y negro lo protagonizan los coches aparcados llenando las plazas de Catedral, San Juan de Dios, Mentidero, Falla...

Esta estampa hoy inimaginable, ni para los que reclaman más estacionamientos en intramuros, producto de los ayuntamientos franquistas cambió de forma radical con una clara apuesta por la peatonalización desde 1979. Aquí los tres alcaldes han actuado con resolución durante sus mandatos.

Unos y otros han peatonalizado plazas, han urbanizado calles y las han cerrado al tráfico rodado, han impulsado nuevos modos de movilidad como la bicicleta, han habilitado nuevo espacios públicos. Es cierto que cada uno ha tenido un papel diferente en esta historia. Carlos Díaz gobernó en tiempos en los que fue necesario arreglar un viario destrozado o inexistente; Teófila Martínez construyó un nuevo paseo marítimo (en Puntales), potenció la peatonalización de calles y plazas y puso en marcha el carril bici; y José María González reactivó el uso de la bicicleta por toda la ciudad y emprendió, su equipo, la que debe ser la peatonalización final del casco histórico.

En este proceso, tan vital para conseguir una ciudad sostenible y metida en el siglo XXI, los mejores ejemplos tienen nombres de plazas: Catedral, peatonalizada en la etapa de Carlos Díaz; San Juan de Dios, con Teófila Martínez; y la inminente actuación en la plaza de España, con José María González.

El Teatro Falla, que en 1979 estaba al borde de la ruina. El Teatro Falla, que en 1979 estaba al borde de la ruina.

El Teatro Falla, que en 1979 estaba al borde de la ruina. / Lourdes de Vicente

Hay un tercer aspecto en el que los tres alcaldes de ideologías tan diferentes también han coincido a la hora de gestionar la ciudad: el apoyo al Campus Universitario.Díaz se topó, en la línea en la que se encontraba el resto de la ciudad, con una Universidad en periodo de gestación con pocos equipamientos y necesitados de mejora. Fue el dinero de la ciudad el que comenzó a formar el Campus de Cádiz, cediendo los antiguos cuarteles que antes se habían comprado a Defensa junto al Parque Genovés; Martínez mantuvo esta misma conexión y la reforzó con la cesión del complejo del Hospital Militar y sus aledaños, mientras que ahora González ha cerrado un plan con nueva sede para el Rectorado y otros equipamientos en el propio Parque Genovés y en el Campo de las Balas.

Es decir, que hayan sido de derechas o de izquierdas todos los regidores y regidora de la etapa democrática han jugado un papel relevante en el afianzamiento de la ciudad, con tiempos complicados al sufrir crisis económicas, y con épocas de esplendor de las que se han beneficiado las generaciones políticas posteriores.

Por eso no hay un Cádiz en blanco y negro ni uno solo en color desde 1979. Hay 4 Cádiz en 1. Uno moldeado por la dictadura lleno de pobreza y necesidades y tres con el sello de cada gobernante democrático.

La apuesta por el Campus de Cádiz. La apuesta por el Campus de Cádiz.

La apuesta por el Campus de Cádiz. / Lourdes de Vicente

La ciudad desde cero

El equipo de Carlos Díaz se encontró con una ciudad en ruina, un Ayuntamiento sin estructura alguna y la caja de los dineros llena de telarañas y deudas por pagar. Eran tiempos en los que el Estado estaba en otras cosas y la administración regional estaba naciendo (aunque ni crecida ha tenido la buena costumbre de apostar por Cádiz). Así que buena parte de los esfuerzos se centraron en poner en marcha una ciudad casi desde cero.

Tras 16 años de gobierno, la ciudad en color que dejó Carlos Díaz ofrecía un Paseo Marítimo reluciente y moderno, tras el derribo de las viejas casetas de mampostería; un Campo del Sur urbanizado; los primeros aparcamientos subterráneos de titularidad pública; un Teatro Falla totalmente rehabilitado; la apertura de nuevos colegios públicos; la creación de centros culturales y de barrio y la apertura de un flamante complejo deportivo.

Y sobre todo, este primer gobierno democrático paró los destrozos que se estaban cometiendo en el casco antiguo de la ciudad, con el derribo de antiguas casas y la construcción de altos edificios de discutido diseño.

Dejó en herencia el recién aprobado Plan Urban y el Centro Náutico Elcano y el Palacio de Congresos.

El soterramiento, una de las grandes obras que hacen ciudad. El soterramiento, una de las grandes obras que hacen ciudad.

El soterramiento, una de las grandes obras que hacen ciudad. / Julio González

La gran expansión

Teófila Martínez se benefició del primero de estos proyectos, que le ayudó a iniciar la rehabilitación de Santa María y El Pópulo, mientras que en las otras dos obras, logró la financiación para su culminación.

Los 20 años de gestión de Martínez dieron para mucho. Y también dejaron una ciudad en colores a su sucesor.

Dejó obras emblemáticas de las que se ha beneficiado el gobierno actual y se benerficiará la ciudad durante décadas: el soterramiento de la vía férrea, una de las grandes operaciones urbanas en todo un siglo. Y la construcción del segundo puente, que ha abierto una puerta ágil para favorecer al comercio y al turismo, entre otras cuestiones.

El segundo puente. El segundo puente.

El segundo puente. / Lourdes de Vicente

Martínez logró que Cádiz tuviera una ayuda especial anual en las cuentas del Estado, y cerró para Cádiz la celebración de la Cumbre de Iberoamérica de 2012.

Se reforzaron las instalaciones deportivas, los equipamientos de barrios. Se construyó un nuevo Paseo Marítimo en Puntales y se edificaron cientos de viviendas públicas. Se impulsó un ambiciosa concejalía en favor de los derechos de la mujer y se recuperaron buena parte de las fortificaciones de la ciudad. Se abrieron nuevos museos y espacios culturales. Incluso la política “a la contra”, que llevó la Junta favoreció a la ciudad con el Plan de Rehabilitación del Casco Antiguo.

El valor del segundo mandato

José María González consumió buena parte de su primer mandato con un gobierno escasamente activo, tras haber desmantelado la estructura municipal puesta en marcha por su antecesores. Es en su segunda etapa, y más allá del esfuerzo realizado de apoyo a los colectivos más afectados por la pandemia, cuando ya está generando actuaciones relevante que dejarán, también, una ciudad en color a quien le sustituya.

La apuesta por la cultura en los espacios libres de la ciudad. La apuesta por la cultura en los espacios libres de la ciudad.

La apuesta por la cultura en los espacios libres de la ciudad. / Julio González

Su legado, en color, y pendiente de los que pase en las elecciones de 2023, será especialmente relevante en la apuesta por la ciudad sostenible para los peatones. A la vez, ha activado proyectos que estaban parados, como lo de Plaza de Sevilla y los Depósitos de Tabaco, y enfila la última fase del Museo del Carnaval, que deberá convertirse en un referente de la ciudad.

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