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Enfoque

Cádiz, buscando su hueco entre el turismo

  • En 1910 nació la Sociedad de Turismo, que pretendía meter de lleno a la ciudad en este nuevo sector de desarrollo económico 

  • La playa tardó en popularizarse más allá de Cortadura

El histórico Balneario de la Victoria.

El histórico Balneario de la Victoria. / D.C.

En 1910 se puso en marcha la Sociedad de Turismo. Integrada por varios de los más prestigiosos apellidos de la ciudad, y durante un tiempo presidida por Pelayo Quintero, pretendía crear una línea de desarrollo económico de la ciudad hasta entonces ignorada: el turismo.

Hasta ese momento Cádiz adolecía de grandes hoteles y de playas equipadas para dar buen servicio a los bañistas, que encima estaban alejadas del centro urbano.

El inicio del derribo de las murallas en 1906 y la puesta en funcionamiento ese mismo año del tranvía, abrieron la ciudad hacia su propio litoral, hasta ese momento limitado a La Caleta y a los baños del Carmen. Un derribo parcial de las fortificaciones que curiosamente fue denunciado por quienes defendían su permanencia y su reutilización como atracción turística y cultural.

La necesidad de un gran hotel, completando la oferta de los ya existentes (Loreto, Francia, Cadix o el primitivo Balneario de la Victoria, entre otros) llevó al Ayuntamiento a plantear al Ramo de la Guerra la conversión en un equipamiento hotelero del Castillo de San Sebastián, o en un defecto el de Santa Catalina, el baluarte de la Candelaria, Torregorda o Cortadura, propuestas todas desechadas por los militares.

Ante ello, la Sociedad promoverá la construcción de Hotel Atlántico, levantado en apenas unos meses e inaugurado en 1929 en terrenos del parque Genovés y que no tardará en ser el referente hotelero de la ciudad, y más tras su inclusión en la recién nacida red de Paradores del Estado.

Caseta de promoción turística junto al muelle en 1918. Caseta de promoción turística junto al muelle en 1918.

Caseta de promoción turística junto al muelle en 1918. / D.C.

Por estas fechas, y durante el gobierno local de Ramón de Carranza, se buscó convertir la Glorieta de la Cierva en un centro turístico que atrajese al bañista a la playa del Sur. Con el referente del Hotel Atlántico, en manos municipales hasta la década de los cincuenta del pasado siglo, se proyectó un casino al estilo del existente en San Sebastián y una piscina descubierta en el otro extremo, junto a atracciones de feria como una gran noria.

A la vez, los técnicos municipales diseñaron una especie de hipódromo en la playa de la Cortadura, con casetas y graderíos, lo que nunca se ejecutó.

Ya en los cincuenta comenzó la urbanización del Paseo Marítimo, con las primeras casetas de mampostería y de madera, que perdurarán hasta la democracia. Era, entonces, una playa muy de ciudad, muy de los gaditanos, con escasos usuarios procedentes de otras provincias e incluso de otras localidades cercanas.Veranos que se anunciaban con espectaculares carteles publicitarios la mayoría obra de Bernardino de Hoyos. El mensaje era claro: la mejor playa del sur, que se completaban con “grandes fiestas”. Por esta época también salía cada verano la revista Cádiz estación veraniega, que vendía las virtudes de la ciudad y que llegó a tener una versión invernal para vender también el benigno tiempo de la ciudad más allá del verano.

Hasta el reciente boom turístico, el turismo en Cádiz ha estado protagonizado sobre todo por un visitante fiel e intenso. Madrileños, vascos y algunos extremeños, casi todos con su propio apartamento en la ciudad. Hasta que han llegado, por tierra, mar y aire los nuevos turistas.

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