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Educación

Cádiz, para aprender español

  • El turismo idiomático se queda en dique seco por culpa de la pandemia

  • Cada estudiante llegado del extranjero se deja aquí unos 40 euros diarios

Imagen cedida por Cristina Sainz de antes de que el Covid le echara abajo su proyecto.

Imagen cedida por Cristina Sainz de antes de que el Covid le echara abajo su proyecto. / D.C.

Hay mañanas que en Bahía Blanca se habla más el inglés que el español. Pandillas de jóvenes entran en el Carrefour Express de la esquina con Acacias, o, ahora, en el Aldi para comprarse sus desayunos. Demuestran que vienen a Cádiz no precisamente a adelgazar a la vista de sus tentempiés de mediodía.

Pero sobre el papel sí vienen a aprender el español. Muchos terminan yéndose entremezclando a la perfección la palabra “pisha”, “quillo” o “cohones”, pero eso lo aprenden de academia para fuera. Aquí en Cádiz llegan y se ubican bajo la tutela de las academias en las que tienen y quieren aprender la lengua de Cervantes.

El Covid hace ahora imposible que los jóvenes extranjeros puedan venir a Cádiz a aprender español El Covid hace ahora imposible que los jóvenes extranjeros puedan venir a Cádiz a aprender español

El Covid hace ahora imposible que los jóvenes extranjeros puedan venir a Cádiz a aprender español / D.C.

Cristina Sainz es copropietaria de uno de estos centros en los que cualquier extranjero puede aprender a manejarse con el español en pocas semanas.

Su escuela se llama Gadir Escuela Internacional de Español, ubicada en el número 5 de la calle Pérgolas, en plena Bahía Blanca.

“Cádiz ha llegado a estar en este sector del turismo idiomático en la cresta de la ola”, comenta Cristina Sainz. Pero ahora son otros tiempos. El Covid, da igual en español o en inglés, se ha cargado este sector “y la cosa va a peor”. “Nuestro sector es posiblemente uno de los más perjudicados por la pandemia. Nosotros sólo vivimos de los estudiantes extranjeros. El sector está hundido y a pique de desaparecer”, se lamenta Sainz.

El decreto del estado de alarma dejó su negocio en el dique seco. Entre marzo y julio no tuvo ni un cliente. En julio tuvo el 5% de lo que suele tener cualquier julio de cualquier año. En agosto les entró algún chaval, pero en cuanto se retomaron las restricciones y el cierre de fronteras, “se acabó...”.

Sólo vivimos de los estudiantes extranjeros. El sector está hundido y a pique de desaparecer”

Cristina Sainz es ejemplar y prefiere no hablar sólo de su libro como Paco Umbral. Ella no quiere dejar escapar a este periodista sin que tome nota del nombre de las otra cuatro academias de español existentes en la capital. “Pero son su competencia, ¿no?”. “Sí, lo son pero todos nos llevamos muy bien porque sabemos que de ésta o salimos todos juntos o no sale nadie”. Así de apocalíptica se mostraba Cristina. Los otros tres centros son: Click International House, SIC (Spanish in Cadiz) y K2 Internacional.

El perfil de su clientela es amplio, según ella. No sólo son estudiantes sino que son muchos los profesionales que, por motivos laborales, se han visto obligados a aprender en poco tiempo a manejarse con el español. En cuanto al perfil económico, sí suele ser gente con un poder adquisitivo medio alto, y los países de origen principales suelen ser Alemania, Italia, Reino Unido, países nórdicos y muchos japoneses y estadounidenses.

Un grupo de alumnos de antes del Covid, a las puertas del chalet de la calle Pérgolas de Cádiz Un grupo de alumnos de antes del Covid, a las puertas del chalet de la calle Pérgolas de Cádiz

Un grupo de alumnos de antes del Covid, a las puertas del chalet de la calle Pérgolas de Cádiz / D.C.

“Son personas que vienen exclusivamente a hacer una estancia lingüística”. Una vez que llegan aquí, caen en las redes de Cristina Sainz y ella se encarga no sólo de enseñarles, juntos a sus profesores de alto nivel, sino que a su alrededor comen otras muchas empresas y personas.

Ella se ocupa de buscarles alojamiento. De hecho, las cuatro escuelas de español cuentan con una base de datos de familias que acogen en sus hogares a sus alumnos y así llevan años haciéndolo. “Ellos serían también víctimas de esta situación, ya que cobraban, como no podía ser de otra manera, por poner sus casas y para muchos de ellos era un ingreso que les ayudaba a llevar el mes para delante”. Suelen ser estancias de dos y tres semanas, según recuerda Cristina Sainz.

En cuanto a las edades que se prestan a este tipo de turismo idiomático tiene a chavales a partir de los 16 años, “y de ahí hasta los 90 años. Para aprender nunca hay edad, siempre está uno a tiempo”.

Otros centros para aprender español en Cádiz

Y en la conversación que mantuvo este Diario con Cristina no podía faltar la temida palabra: “reinventarse”. Ahora trabajan online. “pero para nosotros es muy difícil reinventarnos. Llevamos ya metidos en esto 30 años. Con una manera muy concreta de trabajar y de vender nuestra ciudad, la ciudad que yo quiero y a la que hemos logrado atraer a miles y miles de persona”.

Ahora el chalet de la calle Pérgolas, donde daban las clases y mantenían sus oficinas, está triste y descuidado. Le faltan esos extranjeros que llegan chapurreando el español y que salen de allí al poco tiempo con formación suficiente para, al menos, defenderse e incluso algo más.

Cristina Sainz se quiere despedirse ya de 2020, pero tampoco alberga demasiadas esperanzas para el 2021. Ella piensa que la recuperación del sector del turismo idiomático podría llegar allá por 2022. Mientras tanto, incluso vaticina que el año que entra de aquí a unos días será incluso peor que el que ahora dejamos atrás y que el período post vacuna se prolongará dos añitos. Ni siquiera podrían sobrevivir con un 30% del aforo. “No sé si algún día llegaremos a recuperar la normalidad”, sentencia Cristina.

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