El rescate del Molino de Mareas del Río Arillo, un conjunto del siglo XVIII que sufre unos niveles de abandono que pone en riesgo la conservación de uno de los últimos vestigios de la pujante industria salinera de la Bahía de Cádiz, no es por ahora prioridad máxima del Ayuntamiento de Cádiz. Así, el alcalde de la ciudad, Bruno García, opina que la labor municipal es la de "cuidarlo" pero también "pedir a quien tenga que cuidarlo, que lo cuide al máximo".

De esta forma, el primer edil no cree, al menos a corto plazo, repetir la actuación de emergencia que Teófila Martínez asumió, con un coste de 900.000 euros para el Consistorio, con la que reforzó parte de la estructura de la construcción. De hecho, entonces el gobierno local intentó la expropiación del complejo, chocando con numerosos problemas administrativos y sobre todo, con el enfrentamiento entre Junta y Costas que, de nuevo, se pasan la patata caliente de la remodelación de este enclave dejado a la deriva por parte de su antigua propietaria, Unión Salinera.

"El parque natural es muy importante para la ciudad, quizás no le estamos dando la importancia que tiene y, como dije en campaña, todas las instituciones tienen que aportar porque hay mucho por hacer. Nosotros, desde el Ayuntamiento vamos a pedirle a las instituciones que lo hagan pero vamos a abordarlo a nuestro estilo, desde el diálogo. Voy a sentarme con las instituciones y pedirles que cumplan con el Molino de Mareas", ha declarado el alcalde de Cádiz que asegura que no tiene "el detalle exacto" de la situación entre las responsabilidades de Junta y Costa aunque entiende que todas las instituciones, incluida el Ayuntamiento, "tienen muchas cosas por hacer".