Veranear en Cádiz según Alfonso Ussía en El Debate
Agotador
Y hay gente que se queja de no poder veranear
22 sep. 2025 - 01:30 Act. 22 sep. 2025 - 08:02
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En los lugares de veraneo tradicionales hay más clases sociales que en la India. Sotogrande es uno de ellos. Un flamenco holandés, Jan de Clerk, se enamoró de España y abandonó la próspera empresa de su padre. Le rogó que lo heredara en vida y eligió el último azul del Mediterráneo gaditano, que él denomina Cádiz Tres Mares, donde ha triunfado, desde la estricta caballerosidad, en el mundo de la hostelería. Sotogrande es Mediterráneo, Zahara es un contubernio del Estrecho que abarca Alborán, con nuestro Peñón vigilante. El Puerto de Santa María y Rota forman parte de la Otra Orilla de España, según figuración inabarcable de Agustín de Foxá.
San Sebastián se desmoronaba y un millonario compró una gran extensión para construir su sueño. La mejor urbanización de Europa. Me refería a las clases sociales que coinciden en gran medida con las devastadas de San Sebastián y las familias de Guecho. Es más difícil encontrar a un residente en Neguri o Las Arenas en agosto que a una monja en bikini. Las clases sociales, sin contar las subespecies, se respetan de esta manera, y Comillas, discretamente, se ha mantenido hasta que ha estallado el mogollón.
Barca
Fundadores y tradicionales.
Advenedizos.
Socios del club.
Organizadores de cenas de escasa concurrencia.
Compradores de chalés –admitidos–
y usuarios de chalés alquilados.
Perseguidos por la Justicia (sus fiestas son las mejores).
De todas maneras, con responsabilidad y saber guardar las distancias, en Comillas se descansa, o, al menos, no es obligatorio el agotamiento. Donde más se agotan es en Sotogrande, que recibió en sus principios los nombres de Tostóngrande y Chochogrande, no se sabe el motivo. Para formar parte de los tradicionales en aquel paraíso es obligatorio ser invitado a asistir y aplaudir con entusiasmo el rollo teatral de Antonio Garrigues.
Pero los hombres descansan, más o menos, con su partidita de golf, o mojándose las uñas de los pies en sus gélidas aguas. Oído pocos días atrás, las lógicas reflexiones agitadas de una veraneante novata, pero admitida.
–¡Se acabó Sotogrande! He tenido que reservar en el fisio dos horas diarias para descansar. Por la mañana, pádel. Después, partido de croquet, todos de blanco. Picar en la cafetería y yoga. Después la peluquería y cuando te das cuenta ¡se ha ido el día, si no te convidan a cenar los de una clase superior!
Y hay gente que se queja de no poder veranear.
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