A la fresquita. Por Fernando Santiago

A LA FRESQUITA

Antes del cambio climático la gente combatía el calor con un botijo, en la casa durante los momentos más duros del día, esteras en los balcones , a la llegada de la noche se sacaban a la puerta de la casa unas sillas de enea para charlar con los vecinos. En los pueblos andaluces era costumbre sacar los colchones a terrazas y azoteas para poder dormir. Las mujeres no iban a ningún lado sin sus abanicos, incluso antes de que Tony Carbonell llevase este objeto al nivel de la excelencia. Llegado el aumento de las temperaturas provocado por el cambio climático, ha venido también la ola del informalismo ; bermudas, calzonas, gargajillos, chanclas, sandalias, camisas de manga corta, camisetas, polos, shorts, minifaldas, camisetas de tirantes e incluso la inefable camisa sahariana. Cádiz se llena de terrazas, plazas como el Mentidero o San Francisco han desparecido por obra y gracia de los bares, con la excusa de que se crea empleo, lo que es mentira: los mismos camareros que antes atendían tres mesas ahora tienen que servir a diez, con los consiguientes retrasos y mosqueos , los de LLORECA se enriquecen aún más, mientras los camareros tienen sueldos de mierda y jornadas cercanas a la esclavitud. Ni siquiera las terrazas han impedido que cunda la ley de la selva en Candelaria, será por el follaje, con perdón. En nuestra época en la Asociación de la Prensa organizábamos debates y presentaciones de libros al aire libre , en los jardines del Obispado y en el patio de San Francisco, con el nombre A LA FRESQUITA, que ahora nos han copiado los de Alcances . Cajasol organiza sus actividades en su maravillosa azotea, donde las campanas de San Antonio amenizan la puesta del sol mientras las gaviotas vuelven a sus nidos . Cuentan que la disposición sociológica de EEUU cambió con la llegada del aire acondicionado porque muchos vecinos de los fríos estados del norte pudieron trasladarse a vivir al Sur gracias a estos aparatos, lo que los americanos llaman el Cinturón del Sol pasó a ser un lugar amable , incluso en verano. Explicaba el otro día Juanma Marqués la disputa que hay en Francia a cuenta del aire acondicionado: la izquierda lo rechaza y la derecha lo aplaude, a ellos les ha llegado el aumento de temperaturas con la polarización , lo que antes no era objeto de debate, ahora es un conflicto más . Yo debo haberme vuelto fascista, como explica el que pega artículos míos en las paredes, porque el aire acondicionado me parece un invento maravilloso, permite dormir del tirón y pasar del día a la fresquita, sin soportar el coñazo de la playa.

Fernando Santiago

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