Conciertos. Por Fernando Santiago
CONCIERTOS
Yo no es que tenga un oído enfrente del otro, según antigua expresión, es que tengo los dos en paradero desconocido. Soy lo más negado que se puede encontrar para la música, no sé diferenciar un do de un re, para qué decir un do mayor de un do menor. No entiendo nada, me sorprende la gente de Cádiz que habla con tanta propiedad de barítonos, tenores, bajos, octavillas y cosas así “aquí todo el mundo habla de carnaval como si entendiese, y solo dice gilipolleces” que cantaba el Selu. Eso de “cantar por arriba” o incluso “por arribita” casi me suena a la NBA más que a música, minusvalías que tiene uno. Se le achaca a Napoleón la frase “la músicaes el menos molesto de los ruidos” con lo que estoy muy de acuerdo. Así que todos aquellos que hacen cola para ir a conciertos, que se pasan horas de pie en el muelle, en el Estadio o en el Poblado de Sancti Petri songente rara. No soy capaz de entender qué lleva a actitudes así, será que es verdad aquello de que tiene que haber gente pá tó. Mi límite son los conciertos que uno puede escuchar sentado donde cantan los de mi quinta, que ya quedan pocos. Tengo entradas para ver a Sabina en Sevilla y en Madrid, en su gira de despedida. Fui tres veces con mi mujer a despedirme de Serrat. Me encantaría poder escuchar de nuevo en directo a Javier Krahe, a Luis Eduardo Aute, a Pablo Milanés, pero así es la vida. Fui a Madrid solo para ver a Sir Paul McCartney y me gustaría poder ir a un concierto de Simon & Garfunkel, un empeño imposible. Observo que vivimos una época de oro de los conciertos, cantantes que llenan estadios, salvo el Bernabeu que se lo han prohibido a Florentino por listo. Ese tal Bad Bunny ya ha vendido 10 conciertos en Madrid para el año que viene, no sé cuál es la gracia de decir “nuevayol”. Todas las chicas que cantan salen en bañador, tipo Taylor Swift, Jennifer López, Aitana, Lola Índigo cuyo espectáculo consiste en excitar al personal con indumentarias provocativas. Hoy gente como Rocío Jurado o María Dolores Pradera que pasarían hambre. De hecho aquellos conciertos inolvidables en el Teatro Pemán (o “del parque” como le gustaba decir al Kichi) quedarían reducidos a algo residual. Encima lo que se lleva son escenarios enormes, bailarines, cambios de indumentaria, humo y efectos visuales . Yo he visto a María Dolores Pradera en el Teatro de Verano(dejémoslo así) cantar a capela “Las barandillas del puente”. Ese sábado que estaba Miguel Bosé en el Concert, Manuel Carrasco en el Nuevo Mirandilla y Ana Belén en el Tío Pepe Festival, hubiera ido a este último.
Fernando Santiago
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