NOTAS AL MARGEN
David Fernández
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CUANDO ví las imágenes de la polémica no sabía si estábamos ante un nuevo milagro. Me llamó la atención ver un paso avanzando por las calles de Cádiz con dos palos por fuera, vacíos. Me dije, esto de los coches sin conductor ha llegado antes a las cofradías que al Citroen Berlingo. También me planteé la existencia de cargadores transparentes, fantasmas…o que hubieran hecho un ERE en la cuadrilla y hubieran despedido a los maniguetas. Hasta me dio por preguntarme si los habría detenido la jueza Alaya.
Pero ya cuando leí el Diario me quedé más tranquilo. Me di cuenta de que estábamos ante lo que es una "innovación", una evolución como le llaman los innovocofrades. Es la aplicación de nuevas tendencias estéticas en el transporte de imágenes religiosas por vía urbana, un tema muy polémico en la ciudad. Recordemos aquel otro "suceso" del transporte con lo del Resucitado y la furgoneta o esa manía que tienen en las procesiones con los horarios, que parecen el entrenador de Fernando Alonso a ver quién hace la vuelta más rápida.
Un grupo de estetas de la Semana Santa había decidido eliminar de la vista a los manigueteros, como se le llama en el lenguaje cofrade a los que van por fuera cargando.
Cádiz vive un movimiento capillí de vanguardia. Igual que la arquitectura, en la pintura, en la escritura o en la gastronomía, también en lo de las procesiones hay movimientos de vanguadia. En su día sustituyeron a los irreverentes monaguillos por los ceremoniosos acólitos, siempre con la frente pegá, los pobres mios, al cirial, que parece que van castigaos por no haber hecho la tarea. En otra ocasión se eliminó del lenguaje procesionista la palabra penitente para sustiuirla por la de nazarano. Se quitaron los romanos del Ecce Homo porque desfilaban como quintos…pero no de los del Ejército. Se definió como se debe lucir la mantilla. Se condenó con fuerza a los niños de Cádiz por hacer bolones de cera con las gotas que van cayendo de los cirios y hasta imitando al PP, también los capillitas quieren hacer su ley "mordaza" para que la gente no blasfeme durante los transportes de imágenes religiosas por la vía urbana.
Se quiere terminar con el desorden, con el vamonó que nos vamos que tanto daño ha hecho a la ciudad que funciona. Pero a mi, que veo la Semana Santa desde la óptica de las empanadas de atún de Casa Hidalgo, me preocupa mucho que la vanguardia cofrade actúe sobre la estética de los pirulises de La Habana.
Me preocupa que los papeles de colores que los cubren no sean acordes con el Concilio Vaticano Segundo y lo que más me preocupa ¿al igual que quieren hacer con las maniguetas, querrán también quitarle los palos a los pirulís de La Habana? No hacerlo por favó, que el caramelo de los pirulises es más pegajoso que el novio de una quinceañera.
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