Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

El 25N de Ana Orantes y la cuenta que no cesa

Una imagen del 25N de 2021 en Granada. Una imagen del 25N de 2021 en Granada.

Una imagen del 25N de 2021 en Granada. / Antonio L Juárez

Los números nos representan, que nadie diga lo contrario, porque los números cuentan. Nos cuentan. El problema es que hay que escucharlos. Los números no ocultan los nombres, ni las historias, por el contrario, las vociferan calculadora en grito.

Cuenta el 10 (andaluzas asesinadas a manos de sus parejas o exparejas en lo que va de año), cuenta el 246 (a las que sus maltratadores quitaron la vida desde 2003), cuenta el 1% (de españoles que consideran que la violencia de género es un problema importante), cuenta el 8 (los menores víctimas mortales de la violencia machista en Andalucía), cuenta el 6 (los huérfanos andaluces por mor de la violencia de género en este año), y el 70 (los que se cuentan desde que afortunadamente empezamos a contarlos), cuenta el 1.078 (número de llamadas al 016 sólo este septiembre), cuenta el 3.115 (andaluzas usuarias en ese mes del Servicio Telefónico de Atención y Protección para Víctimas de Violencia de Género), y el 1.124 (sistemas de seguimiento telemático de medidas de alejamiento activos en Andalucía), y el 244 (menores en situación de riesgo en casos activos de violencia de género), y el 518 (casos andaluces de violencia de género en menores ).

Y cuenta el 25. El 25 de noviembre, Día de la Eliminación contra la Violencia de Género, y el 25 aniversario del asesinato de la andaluza que abrió los ojos a todo un país, a sus gentes, a sus políticos, a sus juristas, a sus medios de comunicación y a sus investigadores, que vivían de espaldas a la violencia machista. Sí, somos números. Números de una cuenta que no cesa y de la que fuimos conscientes un 17 de diciembre de 1997.

El aniversario de un detonante

El caso de Ana Orantes, no sólo por su asesinato, sino por su testimonio previo, lleno de coherencia, sin resentimiento, simplemente explicando una realidad que transcendía de lo individual, pronunciando, incluso, la palabra sororidad en una época en la que no se oía, despertó una conciencia social motivada por la propia conciencia de Ana en su testimonio.

Y, por supuesto, el crimen, las circunstancias en las que se produjo y las palabras anticipatorias de José Parejo, que dijo que iba a tomar medidas a raíz del programa –recuerden, Ana Orantes en De tarde en tarde de Canal Sur–, y que todo esto se desarrollara en un medio de comunicación, también hizo que los propios los medios miraran la realidad de otra forma y se sintieran comprometidos en entender por qué había pasado eso.

A partir de ahí sociedad, medios, políticas y universidad se acercaron de otra manera a la realidad de las mujeres que sufrían violencia de género, muy poco a poco, todavía con resistencia, ¡fíjate cómo estamos ahora!, pero evidentemente fue un cambio importante”, reflexiona Miguel Lorente, profesor de Medicina Legal en la Universidad de Granada, médico forense y delegado del Gobierno para la Violencia de Género (2008-2011).

Fue tal el impacto que “en sólo cinco años” sobre la mesa del Congreso ya había una Ley Integral planteada (que echó para atrás el gobierno del Partido Popular) y que dos años más tarde, en 2004, se aprobó por unanimidad.

El caso de Ana Orantes despertó la conciencia social

“La sociedad corrió mucho entendiendo que la ley era un elemento clave para tratar de responder de manera global al problema de la violencia de género. Una ley como la de 2004, al ser integral, lo que planteaba es que no sólo había que modificar la respuesta judicial en términos de pena, de especialización y de recursos, sino que también había que trabajar mucho la prevención, la concienciación, la educación, las ayudas para que las mujeres pudieran salir de la violencia...Es decir, el cambio social fue tan rápido y tan intenso a raíz del caso Ana Orantes que desembocó en una la ley integral que fue un gran instrumento y que sigue siendo referencia a nivel internacional”, valora Lorente.

Una ley que hoy, a juicio del experto, sería “imposible que se aprobara por unanimidad, y hasta dudo de que simplemente se aprobara” visto “el nivel de superficialidad de la política, a la que le falta la responsabilidad de trascender de lo inmediato”.

Andalucía encabeza un dramático ránking

Y es que a Lorente, al igual que a la pedagoga gaditana Ana Magallanes, con gran experiencia impartiendo cursos y talleres de coeducación en toda Andalucía, les importa, aunque no les sorprende, lo que ahora mismo nos cuentan los números, con nuestra Comunidad liderando el triste ranking de víctimas mortales por violencia de género en España.

Recontemos, 10 en lo que llevamos de año, el doble que Cataluña, Castilla-La Mancha y Murcia, con 5 asesinatos, respectivamente, en esta cuenta que atenta contra la paz social del país. Diez. 9 en 2021, 7 hace una década... ¿Cómo leemos este crecimiento? ¿Qué nos están contando estos números?

“Hay una transformación social a favor de la igualdad, eso es indudable, la sociedad es cada vez más consciente no sólo de las violencias físicas que sufren las mujeres, también de la brecha salarial, la sobrecarga entre lo doméstico y lo profesional, los prejuicios alrededor de las mujeres, el sexismo, la cosificación... Y esto va a seguir evolucionando de manera imparable pero, al mismo tiempo, muchos hombres, entre ellos muchos chicos jóvenes, en vez de tomar esto como un avance social al que incorporarnos, lo consideran un ataque a sus privilegios y espacios de impunidad que ya no tienen.

Así, hay una parte de los hombres que está retrocediendo a esas posiciones más tradicionales que, ahora mismo, también están impulsadas a nivel institucional por posiciones de ultraderecha, fundamentalmente, pero a veces con demasiado beneplácito de la derecha, y también a nivel mediático difundiendo esos mensajes”, analiza el experto.

“Las mujeres cada vez están más concienciadas, hay más coeducación, más políticas dedicadas a la sensibilización y eso hace que denuncien más, pero el perfil del maltratador funciona de esta manera: cuando pierde el control, ejerce la violencia. Una prueba está en que, durante encierro por la Covid, las denuncias telefónicas aumentaron hasta un 60% pero no los asesinatos ya que la mujeres estaban en casa, controladas. Cuando pudieron salir, asfixiadas que estaban y con muchas ganas de pedir ayuda, el número de asesinatos volvió a subir”, valora Magallanes, también, notablemente preocupada por el aumento de casos de violencia de género entre menores – 245 chicas jóvenes han sido atendidas en el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) por violencia de género en el primer semestre de este año, un 20% más que en 2022 – que achaca también a que “el acceso a la violencia y al sexismo en las redes sociales hace que los chicos tengan más normalizados los comportamientos que sustentan la violencia de género”.

Lorente aporta otros números que hablan en el mismo sentido. El del último Barómetro del Reina Sofía, donde desciende en cinco puntos el porcentaje de chicos que considera que la violencia de género es un problema grave (apenas un 50%) y donde asciende en 8 puntos en dos años el porcentaje de los que piensan que es un invento ideológico (del 11,9 al 20%).

“También estamos notando con el empoderamiento de las chicas que, en algunas ocasiones y con la intención de educar a sus parejas, cuando ellos ejercen el maltrato, ellas imitan ese comportamiento con la intención de que ellos vivan en sus carnes el daño que le están haciendo. Y, además de que no podemos entender la igualdad imitando los comportamientos violentos, esto es peligroso porque estos casos se pueden confundir con una relación tóxica cuando, realmente, la violencia se está engendrando desde el sistema de comportamiento machista”, puntualiza la pedagoga que actualmente apuesta “no sólo por empoderar a las chicas, algo que venimos haciendo desde hace tiempo”, sino “también trabajar con los chicos en que los roles de género perjudican a ambos sexos” porque “cuando los chicos tomen conciencia que lo que les perjudica ese rol masculino de ser el que más riesgos asume, el que más bebe, el que más consume..., y hacerlos también responsables del problema, habremos dado un paso importante en la lucha contra la violencia machista”, aduce.

Desde la Consejería de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad, a través del IAM, actualmente sin dirección tras la reciente dimisión de Mariela Checa, recuerdan que, además de su red de centros provinciales, el teléfono de atención gratuito y permanente (900 200 999), el canal web de asesoramiento jurídico, la red de centros de acogida y las ayudas económicas, cuenta con dos programas especializados de atención psicológica a menores, uno para las adolescentes que han sufrido violencia de género, y otro para víctimas de agresiones sexuales por parte de sus parejas o exparejas, que han sido reforzados “con un aumento presupuestario del doble de financiación, pasando de 715.007 euros a los 1,4 millones”.

Desde el IAM también avanzan que en 2023 el organismo contará “con el mayor presupuesto de su historia” alcanzando los 50,1 millones, “un incremento de 5,9 millones con respecto a 2021”; la ampliación de la red de acogida para víctimas de violencia de género, “con una inversión de medio millón de euros que permitirá contar con una nueva casa de acogida en la provincia de Granada (22 plazas) y la ampliación del centro de Córdoba (3 plazas) hasta sumar las 500 plazas”; y avanzan que están planeando “un nuevo programa de atención psicológica para mujeres de 18 a 25 años que requieren una asistencia personalizada y estará presente tanto en las capitales (Centros Provinciales de la Mujer), como en los municipios (Centros Municipales)”.

Una red de recursos que, aunque expertos como Lorente y Magallanes consideran “completa”, es “insuficiente” ante el reto de acabar con esta lacra. “Recursos faltan siempre porque no se trata de acabar con la violencia de género en cuanto a que no se produzcan casos, sino acabar con la construcción social y cultural que da lugar a que se produzcan los casos. Date cuenta que después de 18 años de la Integral sólo se denuncia un 25%, y la violencia de género existe con tal gravedad que el 80% de mujeres asesinadas nunca denunciaron. Si quieres ser eficaz en la lucha para erradicar esta violencia, además de gestionar sus consecuencias, tienes que poner medios a nivel general, ponerlos en educación, en cultura, en sanidad, en trabajo, en todo...”, apuesta el médico forense que también insiste en “trabajar mucho la detección, sobre todo, en el sistema sanitario” ya que por él pasan “el 100% de las mujeres maltratadas”.

“Faltan recursos para la coeducación, deberíamos estar ya cambiando los patios para no normalizar la masculinización de los espacios, cambiando ya los libros de texto para que se visibilice a las mujeres, cambiando el lenguaje, activando los protocolos de violencias machistas de forma directa, sensibilizando a profesorado de manera obligatoria, cosas que exige la ley y que todavía no se están haciendo. Faltan recursos a niveles de políticas de igualdad y, aunque existe una red de servicios pública para las víctimas muy completa, está saturada, no dan abasto con la atención. Y también, como ciudadanía, tenemos por delante el reto a nivel individual de posicionarnos ante cualquier comportamiento que esté sustentando ese sistema de creencias cuyas consecuencias son las que lamentablemente estamos viendo”, suma Magallanes.

Posicionarnos, nosotras y nosotros, para sumar, para contar. Como ya lo hicimos en el 97. No cerrar los ojos a la cuenta que no cesa y que nos mostró Ana Orantes.

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