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Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

La voz ausente

La voz de Espadas debería escucharse como la de un barón más del PSOE en las grandes polémicas nacionales

Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que lo que dijera el PSOE andaluz sobre temas de ámbito nacional se escuchaba en toda España y ponía en ebullición la sede de la calle Ferraz de Madrid. Claro que entonces los socialistas tenían un poder indiscutido en la región y era con diferencia la federación más numerosa, más poderosa y la que había mantenido una cuota decisiva en los órganos de dirección. Cuando se perdió el poder en la Junta de Andalucía esa capacidad de resonancia se redujo. No podía ser de otra forma. Pero hemos llegado al punto de que ha desparecido casi del todo. En las grandes polémicas nacionales -la ley del sólo sí es sí y la reforma de la sedición y la malversación son las últimas- se ha escuchado la voz de los barones regionales del PSOE para disgusto de Pedro Sánchez y su núcleo de confianza, que tiene ahí la única contestación interna que aflora a la superficie. Entra dentro de la lógica que los dirigentes que tienen un poder territorial asentado y que dentro de cinco meses se lo juegan en las elecciones autonómicas digan aquí estoy yo. Pero también el PSOE se juega en Andalucía, el mismo día, la última trinchera en la que todavía mantiene un peso específico importante: los ayuntamientos. Las elecciones del último domingo de mayo pueden barrer a los socialistas de los gobiernos municipales y de las diputaciones provinciales y entonces sí se podrá decir que han llegado a la irrelevancia política y social.

Por eso sería conveniente que la voz de Juan Espadas se escuchara como la de un barón más del PSOE en temas que polarizan la atención nacional. Sobre todo, en los que lo que ocurra puede afectar al partido en Andalucía de forma importante. La reforma del delito de malversación se ha planteado como una concesión más de Pedro Sánchez a sus aliados separatistas catalanes. Pero puede terminar afectando a las condenas de los altos cargos socialistas condenados en el caso de los ERE, entre ellos el ex presidente José Antonio Griñán. Una cuestión ciertamente vidriosa, pero en la que los socialistas andaluces y su principal dirigente tendrían que hacer oír su voz. Más argumentos tienen para ello que los castellanomanchegos o los aragoneses, aunque unos gobiernen y otros tengan que calentar los escaños de la oposición.

Va siendo hora de que el PSOE andaluz deje de lamerse las heridas y de penar su pérdida de poder. Uno de los síntomas de que se empieza a poner las pilas sería el de hacerse escuchar. Hoy la voz de Juan Espadas o no suena o suena demasiado baja. Y lo peor del caso es que parece que nadie la echa demasiado de menos.

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