desde mi cierro

Pedro G. / Tuero / Gontu66@Hotmail.com

El Pisuerga

16 de junio 2012 - 01:00

ACLARAN las crónicas que el concepto y significado de la palabra "tertulia" consiste en una reunión informal y periódica, con gente interesada en un tema para debatir, compartir ideas y opiniones. Por lo general, se acostumbra que dicha reunión tenga lugar en un café o posada y es norma, aunque no establecida pero habitualmente asumida, la de atacar o desacreditar implacablemente a quien no asiste o se demora en el tiempo de llegada, lo que es motivo suficiente para que nadie falte y todos se tomen en serio su asistencia. Pero en la Tertulia "Ámbito" esto último no ocurre, sus miembros no se despepitan y su ambiente es de calma y placidez. Sus contertulios mantienen unas relaciones de amistad, se enriquecen culturalmente y ayudan al neófito a aprender de los más experimentados y a conocer a personas de su particular entorno. Y así es, mi despistado lector, la agradable atmósfera que nos encontramos al participar como miembros en este resurgimiento del grupo "Ámbito" isleño. Una tertulia que acaba de parir una coqueta revista literaria, el número trece -con perdón-, y que fue presentada en sociedad el pasado jueves en el museo histórico de nuestra ciudad. Poesía y prosa, y una serie de buenos propósitos, conforman el contenido de esta publicación. Su presidenta, Margarita Quintanilla, es la principal causante de este proyecto, que, aunque retomado de uno anterior, intenta esta vez acordar sus pretensiones con nuestro ámbito real. Mujer valiente y decidida a la que le deseamos todos los aciertos en esta delicada empresa que, a su vez, serían también los de nuestra lastimada Isla.

Por eso, que no se me despiste mi interesado lector si el título de este arti-culín lo ha desconcertado. Lector que sabe de geografía y que domina la hidrografía hispana, conocedor de este popular afluente del Duero y que no ignora que en su fluvial recorrido ya a punto de fenecer, atraviesa Valladolid. De ahí aquello tan divulgado: "aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid". Por lo cual, este dicho popular con significado tan disparatado, me ha servido para recapacitar y acordarme de esa vetusta capital castellana. Ciudad que durante esta semana se ha puesto muy de moda por estos pagos y que a más de uno le ha erizado el pelo. Y es que nuestro Alcalde es un tipo muy original, no sólo por su aguante y resistencia en saber arrostrar dignamente lo que le echen, sino también por su sapiencia en el discernimiento entre lo que es serio y lo que no es. Si nuestra destrozada y cada vez más descacharrada calle Real, hoy se asemeja a una ciudad vallada y emparedada, por los descalabros cometidos por nuestra ínclita Junta -hoy marxista y leninista, como nunca-, y nuestro regidor isleño harto de tanto embuste y trápalas decide el chiste fácil, según el valedor socialista de turno, silenciosamente cabreado por el desastre que sus correligionarios sevillanos han cometido, entonces, este Alcalde, no va muy descaminado.

Porque siempre es mejor y más saludable que un río cruce una ciudad que un tranvía. Un tren fantasma que en sus vagones de avituallamiento sabe Dios qué tipo de víveres o de recompensas contraídas transportara. Tranvía de losas movedizas y señorial río que, al contrario, adormece por los siglos a sus orilladas arenas. Valla-Isla. Vaya, vaya.

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