Pan de montaditos

Hay que lograr que el pande los montaditos se sitúeal mismo nivel que sus maravillosos rellenos

El montadito es uno de los monumentos con más devotos que tiene la tapatología, la ciencia que estudia las tapas. El hermano menor del bocadillo, otra institución, es una exquisitez pero es cierto que vive una crisis soterrada que creo que ha llegado el momento de descubrir. Hay que ponerle trascendencia a la cosa, que estamos en agosto.

El mal que afecta al montadito se cierne sobre todo al elemento abrazante, es decir al pan. El pan del montadito se cuida muy poco y en la mayoría de las ocasiones se emplean panes congelados de muy baja calidad que restan muchos atractivos a esta manera minimalista de disfrutar del bocadillo, para el que debería haber ya una fecha del calendario que celebrara su día nacional.

El montadito se sustentaba en el siglo XX en dos rodajas de pan de barra dentro de las cuales se metía el producto. De esta época ha quedado el mítico dobladillo de caballa del bar de La Punta de San Felipe o aquellos filetitos en salsa que, como los duros antiguos, tanto dieron que hablar.

Pero hubo un mal para el montadito del cual todavía no se ha recuperado y fue la llegada de las flautas, unos pequeños panes, estilo baguet, que se pusieron de moda allá por las fronteras entre el siglo XX y el XXI. Este pan, pa echarlo, pero que se ponía medio decente después de pasar por una tostadora, puso al montadito de moda y surgieron cientos de variantes.

Las flautas estuvieron en el origen de Cien Montaditos y este pan lo conquistó todo, pero a la vez destruyó una de las virtudes del mini bocadillo, que es contar con un abrigo al mismo nivel que el abrigado.

Es necesario cuidar más el pan de los montaditos. Hay que lograr que se sitúe al mismo nivel que los maravillosos rellenos que se están metiendo dentro de él. Sería interesante que la nueva generación de panaderos que ahora está devolviendo el gusto por el pan colaborara con los bares para, entre ambos, lograr una mejoría del pan de montaditos.

El hermano menor del bocadillo necesita cariño para convertirse en la gran estrella que merece ser porque no cabe duda de que asistimos a una revolución del mundo entrepanes que también debe posarse sobre el montadito. El pan de esta tapa merece cuidarse de la misma forma con la que se cuida lo que lleva en su interior.

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