Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Memoria de un fotógrafo

Siempre le ha gustado retratar a gente para sacar a la luz las condiciones de vida de los humildes

Habíamos quedado en Bata, la capital continental de Guinea. Kiki había ido quince días antes a impartir un curso de fotografía dentro de un programa de cooperación que llevaba a cabo la Asociación de la Prensa con el Ministerio de Asuntos Exteriores. Él se alojaba en unas casitas de la Cooperación Española. Yo fui a entregar los diplomas del curso y a discutir con la Embajada las siguientes fases del programa. El día que llegué cenamos en mi hotel y acompañé a Kiki a coger un taxi. En ese momento un coche frenó ante nosotros y de él salieron cinco negros descomunales(así me parecieron en aquel momento) y grité "¡vámonos!". Cuando empecé a correr escuché los gritos de Kiki y al volverme vi que estaba tendido en el suelo mientras le golpeaban. Volví a intentar socorrerle mientras pedía ayuda a gritos. En ese momento llegó otro coche , un hombre se bajó y empezó a perseguir a los agresores. Yo me fui con Kiki al hotel donde le hicieron una cura de emergencia. Luego fuimos a la Comisaría de Bata donde ya estaba detenido uno de los agresores con la cara del que le espera una noche muy larga. Al poco llamó el embajador que ya había hablado con el Gobierno de Guinea. La policía detuvo a todos los asaltantes y recuperó la mayor parte de lo robado. Ha sido la única vez en mi vida que he visto a Kiki afectado, el único momento en el que perdió su vitalidad arrolladora, ese impulso optimista que siempre le ha llevado a meterse por todos lados y a trabar amistad con la mayoría. En cualquier lugar del mundo al poco de llegar Kiki ya es famoso. Con su cámara es capaz de entrar en cualquier casa y retratar a toda persona por conflictiva que sea, capaz por igual de sortear a la policía que al ejército, a un malevo o a un guerrillero, a un santero o a un cantante, a un indigente o a un ministro. Siempre le ha gustado retratar a gente , de manera especial para sacar a la luz las condiciones de vida de los humildes en un vertedero de Guatemala, la medina de Tetuán, el África negra, Cuba o España. Para mí su mejor foto es aquella en la que un hombre mayor con la cara surcada por las arrugas del sufrimiento despide a la fragata Numancia que partía para la primera Guerra del Golfo desde la Base de Rota. Refleja el dolor de todas las familias de los marineros, la incertidumbre de miles de españoles y las huellas que una vida de sacrificio deja en el rostro de la gente sencilla. A pesar de todo lo dicho con anterioridad no sería yo si no fuese a contrapelo: una palabra vale más que mil imágenes.

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