Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Mayoría de edad

La historia se divide en antes de Ignacio Casas y después de Ignacio Casas. Ahora podemos mirar por el ojo de la cerradura

Cómo hemos podido vivir tantos años sin Ignacio Casas? Ahora nos damos cuenta de que no éramos una ciudad completa, nos faltaba algo, no teníamos quien nos contara la vida social de Cádiz, eso que antiguamente se llamaba Ecos de Sociedad y ahora Crónica Social. La historia se divide en antes de Ignacio Casas y después de Ignacio Casas. Ahora podemos mirar por el ojo de la cerradura y ver todo tipo de eventos estrafalarios: inauguraciones, cumpleaños, fiestas de blanco, campeonatos de croquet, reuniones de antiguos alumnos y de antiguas alumnas. Como Cádiz es una ciudad de viejos lo que más se prodiga son las jubilaciones. Por el ojo de la cerradura podemos ver a los auténticos croqueteros gaditanos, aquellos que no se pierden un jolgorio ni con 40 de fiebre, aunque solo den mortadela de aceitunas y patatas fritas Antofran. No sabíamos que Cádiz tenía una vida social tan intensa. Creíamos que a lo más que se llegaba era a la inauguración de la temporada en Los Italianos. Echamos en falta, eso sí, las despedidas de soltero y las despedidas de soltera que tienen un extraordinario interés aunque el pudor de Ignacio nos impide disfrutar de esas fiestas desinhibidas. Gracias a El Balcón nos hemos podido enterar de que se hacen fiestas de mayoría de edad. Antiguamente se hacían puestas de largo para las señoritas de la buena sociedad e incluso en Iberoamérica son muy famosas las fiestas de 15 años. Por lo que se ve en Cádiz se han puesto de moda las de mayoría de edad donde un grupo de chavales, todos vestidos como si tuvieran 60 años, hacen un fiestón a un colega pagados por los papás que hacen de carabinas. Esas fotos quedan un poco raras porque se ve de lejos que los pibes quieren que los puretas se vayan cuanto antes para hacer el gamberro a sus anchas, aunque se oirá aquello de "mi hija no", "a mi hijo no le gusta eso" y el resto de ucronías con que nos engañamos los adultos. Grupo de chicos y chicas en algún salón, casi siempre El Pelíkano, acompañados de padres con mirada escrutadora a ver qué vais a hacer cuando yo me vaya.

Lo que es vivir en la ignorancia. No sabía que se hacían esas cosas. A mí no me hicieron esa fiesta y yo no se la hice a mi hija. No sé si es que yo soy un tipo raro o es que la moda se ha impuesto recientemente. El caso es que ni siquiera he ido nunca a una despedida de soltero, que las hay de gente que se van a la gran puñeta para poder hacer el ganso a gusto, como si en lugar de casarse fueran a entrar en Puerto 2. Igual el raro no soy yo .

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