Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Intolerancia

Desde hace un tiempo todo el mundo se siente ofendido a las primeras de cambio. Vivimos en una sociedad intolerante

El alcalde de Cádiz tomó posesión de su cargo en mangas de camisa y así lució en todos los actos posteriores. Cuando se dio cuenta de que su atuendo provocaba cierto rechazo decidió ir a Eutimio a comprarse un traje y publicó en las redes sociales las fotos del momento que le había tomado su pareja. Al parecer tenía que casar a alguien y no le parecía adecuado ir peor vestido que los novios. Es lo que se llama vestir el cargo. Desde entonces suele usar chaqueta y a veces traje, lo que está muy bien. Cuando se representa a otros no puede uno permitir que el atuendo se convierta en un problema. Por eso es impropio que un concejal del Ayuntamiento de El Puerto haya oficiado una boda disfrazado. No tanto porque sea de sacerdote como por la falta de dignidad que supone hacerlo así. En ese momento no es el amigo el que casa sino el concejal en representación de los ciudadanos, por eso hace falta una carga de ceremonia. El hombre ha pensado que lo que provocó rechazo es que se hubiese interpretado como una broma para con la iglesia católica cuando para él era un disfraz como otro cualquiera. No sé si los católicos se molestaron, que últimamente están muy susceptibles, supongo que disgustó a muchos vecinos de El Puerto. Desde hace un tiempo todo el mundo se siente ofendido a las primeras de cambio. Vivimos en una sociedad intolerante que a veces disimula con la expresión tolerancia cero. El autobús de Hazte Oír era un mamarracho despreciable pero no creo que deba prohibirse su circulación. La drag queen de Las Palmas puede molestar a algunos pero no creo que deba incoarse ningún procedimiento contra los sentimientos religiosos. Digo más, creo que el artículo 525 del Código Penal debe desaparecer porque al final se trata de llevar la blasfemia a las leyes ordinarias y en un Estado aconfesional eso no puede pasar. La religión es una idea más y como tal puede ser criticada o escarnecida, por muy sagrada que sea para algunos. Merece el mismo respeto o crítica que cualquier otra idea. Una cosa es que podamos considerar inadecuado o incluso rechazable una actitud, un autobús, un disfraz, y otra distinta es que queramos prohibirlo o sancionar a sus promotores. Todas las opiniones caben en una sociedad democrática, incluidas las más minoritarias o aquellas que nos provocan rechazo. Distinto es el decoro exigible a nuestros representantes. Lo peor de todo es llevar una bufanda del Barça.

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