Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Honradez y honestidad

El alcalde de Cádiz piensa que la castidad es una conducta revolucionaria, pero Podemos es un partido promiscuo

Si pasea usted cerca del Campo de Santa Margarita en Venecia le recomiendo una trattoria llamada La Donna Honesta, a la orilla del canal del mismo nombre. Es probable que quien bautizó el lugar se inspirase en alguna mujer casada de intachable conducta para la época en la que vivió. Ya dijo Salvador de Madariaga que la honradez es de cintura para arriba y la honestidad de cintura para abajo. No sé si el alcalde, que es universitario, había reflexionado al respecto de la diferencia entre las dos palabras cuando dijo el otro día en el mitin teñido de universidad de verano "la honestidad es revolucionaria". Hay que suponerle la suficiente formación para saber que la honestidad está más próxima a la castidad que a las conductas estrictas en el manejo de los recursos públicos, si a eso se quería referir. Como hay que suponerle el conocimiento como antes a los reclutas se les suponía el valor, es preciso pensar que el alcalde piensa que es una conducta revolucionaria la castidad, aunque Podemos sea un partido promiscuo, que se mueve entre Paco Martínez Soria y el landismo de "Lo verde empieza en los Pirineos" y un vago sesentayochismo de haz el amor y no la guerra. Todo son relaciones cruzadas entre asesores, concejales y diputados de la misma forma en Cádiz que en Madrid. Andaré con cuidado que siempre hay un francotirador de guardia que de inmediato te tacha de machista y retrógrado. El caso es que la honestidad debe ser un valor revolucionario en el kichismo. Yo pensaba que los valores revolucionarios podían ir desde la probidad, la escrupulosidad en el manejo de los fondos públicos, la austeridad, la lucha por la igualdad y similares. Ese parecía el camino de Podemos cuando surgió hace tres años pero por lo que se ha visto se han dedicado a vivir del presupuesto con esa pléyade de asesores colocados con el único mérito de la fidelidad a la causa.

Es verdad que los viejos comunistas eran unos puritanos. Castigaban la homosexualidad (en Cuba había campos de internamiento y los gais como Reinaldo Arenas lo mejor que hacían era exiliarse. En China eran ajusticiados. En la Unión Soviética era difícil pedir condones en recepción) y censuraban conductas disolutas entre los camaradas. A la compañera de un camarada no se la podía mirar con ojos libidinosos so pena de recibir la recriminación del comité de turno. Con todo eso acabó el Mayo del 68 y los grupos que de allí surgieron. Resulta sorprendente leer al alcalde el elogio a la honestidad.

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